Concepto
del alcoholismo como enfermedad:
historia y actualización
Jorge Sánchez-Mejorada
Fernández
Universidad Veracruzana
INTRODUCCION
A partir de la epistemología utilizada en la
comprensión de un fenómeno, se derivan
actitudes, posiciones y acciones ante dicho fenómeno.
En el terreno de la atención a la salud y la
enfermedad, los enfoques a los diversos problemas han
variado a lo largo de los años.
Una primera pregunta se refiere a la ubicación
del fenómeno dentro o fuera del campo de estudio
de las ciencias de la salud. Otro dilema consiste en
determinar qué disciplina atiende el fenómeno:
¿la medicina?, ¿la psicología?,
¿alguna especialidad o corriente de estas u otras
ciencias?
En la historia de la humanidad abundan los ejemplos
en los que a partir de modelos erróneos o parciales
sobre los procesos patológicos, muchos enfermos
han sido ignorados, aislados, estigmatizados, castigados
o tratados inadecuadamente. El camino recorrido por
el alcoholismo y otras adicciones para colocarse en
el campo de estudio e intervención de las ciencias
de la salud ha sido largo y sinuoso. Es un proceso,
por cierto, inconcluso en lo que se refiere a su atención
integral y a la definición de políticas
públicas que incidan adecuadamente en su prevención
en todos los niveles. Sin duda se ha avanzado mucho
en el entendimiento del fenómeno desde una perspectiva
de salud-enfermedad. A ello ha contribuido de manera
determinante el concepto de enfermedad, desarrollado
y promovido a lo largo del siglo XX. Este concepto,
comprendido bajo un enfoque integral, ha permitido el
avance de metodologías de intervención
que responden más eficazmente al alcoholismo
que es, sin duda, uno de los problemas prioritarios
de salud pública en México y la región
latinoamericana en su conjunto. Hay aún un enorme
trabajo por realizar.
ABSTRACT
Parting from the epistemology used in the comprehension
of a phenomenon, attitudes are derived and so are the
positions and actions towards the called phenomenon.
In the field of health and sickness attention, the focus
on the diverse problems has changed throughout the years.
A first question refers to the location of the phenomenon
inside or outside the study field of the health sciences.
Another dilemma consists in the determination of the
discipline in charge of the phenomenon: medicine? psychology?
a specialty or trend of either? Or other sciences?
In the history of human kind the examples in which the
erratic o partial models regarding the pathological
processes are abundant; many sick patients have been
ignored, isolated, stigmatized, punished or treated
inadequately. The path that alcoholism and other addictions
have crossed for becoming part of the study field and
the intervention of the health sciences has been long
and problematic. It is a process, in fact, incomplete
when referring to their integral attention and the definition
of public policies that adequately incite in the prevention,
at all levels.
Without a doubt there have been advances in the understanding
of the phenomenon from a health-sickness stand view.
In this, the concept of disease, developed and promoted
throughout the 20th century, has contributed determinately.
This concept, understood under the integral focusing,
has allowed the advancement of intervention methodologies
that corresponds more efficiently to the alcoholism
that is, without a doubt, one of the priority problems
of public health in Mexico and the Latin-American region,
as a whole. There is still a lot of research
to be done.
HISTORIA
DEL CONCEPTO
El concepto de enfermedad del alcoholismo aparece insinuado
en algunas citas antiguas; sin embargo, es hasta el
siglo XX que el fenómeno alcohólico ha
sido estudiado en forma sistemática, descrito
con rigor clínico, difundido, aplicado como fundamento
en programas de tratamiento y ampliado a través
del trabajo terapéutico y de la investigación
neuroquímica, genética y neurofisiológica.
En relación con el concepto de enfermedad (disease
concept), hay que decir que la palabra “disease”
es definida por el Diccionario Médico Ilustrado
de Dorland como: “Cualquier desviación
de o interrupción de la estructura o función
normales de cualquier parte, órgano o sistema
(o combinación de varios) del cuerpo que se manifiesta
por un característico conjunto de síntomas
y signos cuya etiología, patología y pronóstico
pueden ser conocidos o desconocidos”. Esta definición
es útil y permite enmarcar al alcoholismo en
ella; sin embargo, es incompleta, ya que no incluye
el concepto de “la totalidad del hombre como el
ser sui generis que es”,1 y por lo tanto no considera
los aspectos psíquicos y sociales inherentes
a todas las enfermedades que les confieren el carácter
de enfermedades psicosomáticas (integrales).
El alcoholismo debe enfocarse en estos términos.
Por otra parte, la palabra “disease”, en
su acepción original, procedente del francés
antiguo, significa “malestar”. La idea de
malestar, de dolor o de sufrimiento asociados a un proceso
justifica, en los términos hipocráticos
más puros, la intervención médica
en su función primordial de aliviar el dolor.
La información recopilada a lo largo de este
siglo nos permite ubicar al alcoholismo como una entidad
con síntomas característicos, con una
evolución predecible, con una etiología
–parcialmente entendida– compleja y multifactorial
y como una entidad susceptible de responder a determinadas
estrategias integrales de tratamiento y rehabilitación.
Una de las referencias antiguas al concepto del alcoholismo
como enfermedad la encontramos en Séneca, en
la antigua Roma, que estableció cierta diferenciación
entre una persona ebria (intoxicada) y una persona que
pareciera no tener control sobre episodios repetitivos
de ebriedad (dependiente). En el siglo XIV en Inglaterra,
Chaucer llegó a conclusiones semejantes a las
de Séneca.2 Ambos visualizaron el alcoholismo
como una condición cualitativamente diferente
al consumo excesivo de alcohol.
A finales del siglo xviii, Benjamin Rush en Estados
Unidos definió la “ebriedad habitual”
como una condición involuntaria, una enfermedad
causada por los “licores espirituosos”.3
De sus escritos, se identifican tres ideas sobre la
enfermedad:
• El alcohol como causa del problema.
• La pérdida de control como síntoma
característico.
• La abstinencia total como única cura
efectiva.
La primera idea resulta insuficiente, aunque no errada;
las dos segundas, novedosas para su época, conservan
validez clínica y terapéutica en nuestros
días.
Este concepto da un primer fruto en 1841: la creación
del primer hospital para “ebrios” en Estados
Unidos. Entre este año y 1874, once hospitales
del mismo corte abrirían sus puertas en diferentes
ciudades de la Unión Americana. Entre ellos,
el Asilo de la Ciudad de Nueva York fue inaugurado en
1869 utilizando el lema “la intemperancia es una
enfermedad”. Esta institución auspició
la publicación de la revista The Journal of Inebriety
en 1876, misma que fue editada en forma irregular durante
38 años, hasta que fue discontinuada en forma
definitiva a partir de la prohibición del alcohol
en 1919.4
No obstante estas aportaciones, la mentalidad predominante
respecto al alcoholismo a lo largo del siglo XIX y principios
del XX –particularmente en Estados Unidos–
estuvo inmersa en el “movimiento de la temperancia”,
corriente de fuertes tendencias moralizantes. Bajo esta
perspectiva, el alcohol era visto como una sustancia
peligrosa que, usada por personas con insuficiente fuerza
moral o débil voluntad, daba por resultado cuadros
repetitivos de ebriedad. La prohibición del alcohol
en 1919 resultó de la aplicación de este
modelo moralista. Esta medida no se tradujo en un menor
consumo de alcohol, ni mucho menos en una solución
para el problema del alcoholismo. En cambio, creó
un tráfico ilegal de proporciones inimaginables.
El fracaso de esta ley (suspendida en 1933) y el problema
vigente del alcoholismo en la población estadounidense
abrieron las puertas a nuevas propuestas y enfoques
para entender y abordar este problema.
A partir de la década de los años 30 se
inician dos grandes revoluciones en el campo del alcoholismo
cuyo escenario principal fue la ciudad de Nueva York.
Los dos movimientos tuvieron como punto de partida la
hipótesis del alcoholismo como enfermedad y ambos
estuvieron más interrelacionados de lo que con
frecuencia se reconoce. Estos movimientos son: el nacimiento
de Alcohólicos Anónimos y el desarrollo
de estudios científicos en el campo del alcoholismo.
En estos años, William D. Silkworth, médico
que dedicó su vida profesional al tratamiento
de alcohólicos, trabajaba en el Hospital Towns,
un gran centro de desintoxicación para alcohólicos.
Entre 1933 y 1934, Bill Wilson, futuro cofundador de
Alcohólicos Anónimos, ingresó en
cuatro ocasiones a dicho centro, a lo largo de las cuales
entraría en fructífero contacto mutuo
con Silkworth. El médico instruyó a Wilson
en sus ideas sobre el alcoholismo como enfermedad. Por
primera vez en su vida, Bill W. escuchaba un punto de
vista sobre el problema de la bebida no como una falta
de voluntad ni como un defecto moral, sino como una
enfermedad auténtica.
Silkworth entendía este problema como la combinación
de una “alergia física” con una obsesión
mental. Diría Wilson al referirse a una declaración
del médico:
En ésta confirma que los que hemos sufrido la
tortura alcohólica tenemos que creer que el cuerpo
del alcohólico es tan anormal como su mente.
No nos convencía la explicación de que
no podíamos controlar nuestra manera de beber
sencillamente porque estábamos desadaptados a
la vida; porque estábamos en plena fuga de la
realidad; o porque teníamos una franca deficiencia
mental. Estas cosas eran verídicas hasta cierto
punto y, de hecho, en grado considerable en algunos
de nosotros, pero además estábamos convencidos
de que nuestros cuerpos también estaban enfermos,
y opinamos que es incompleto cualquier cuadro del alcohólico
que no incluya este factor físico.5
Si bien
la idea de la alergia como tal no es sostenible actualmente,
a lo que Silkworth se refería en realidad era
a una respuesta “anormal” caracterizada
por la compulsión y la pérdida de control
ante la sustancia adictiva (en este caso el alcohol)
que, como bien sabemos actualmente, es uno de los síntomas
cardinales de cualquier farmacodependencia. Silkworth
entendía que esta respuesta incontrolable estaba
determinada físicamente o fisiológicamente,
hecho que ha sido fundamentado por los estudios científicos.
La deuda con Silkworth no se agota en sus ideas sobre
la enfermedad del alcoholismo, sino que se amplía
a la influencia que ejerció sobre Bill Wilson
en su recuperación. De sus ideas deben destacarse
los dos siguientes puntos como aportación respecto
al alcoholismo como enfermedad:
–En el alcoholismo influyen factores biológicos
y psicológicos, enfoque que rompe con las ideas
reduccionistas de corte moralista y algunos esbozos
psicoanalíticos propios de la época.
–Ante el fenómeno de la compulsión,
que es de carácter biológico, la solución
es la abstinencia total
del alcohol.
Silkworth no se orientó hacia la investigación
protocolaria. No obstante, sus ideas se basaban en observaciones
clínicas sistemáticas. En su paso por
el Hospital Towns, se dice que tuvo la oportunidad de
atender aproximadamente a 10,000 alcohólicos.
En la misma década, en Nueva York, se inició
un movimiento relacionado con el estudio del alcoholismo
desde el punto de vista científico. El escenario
fue el Hospital Psiquiátrico de Bellevue, al
que están ligados los nombres de Norman Jollife,
Mark Keller y E.M. Jellinek.
En este hospital Jollife emprendió una investigación
sobre los miles de pacientes que ingresaban a esta institución.
En la medida en que estudiaba las llamadas “enfermedades
alcohólicas” (complicaciones médicas
del alcoholismo) concluyó que el problema primario
era el alcoholismo propiamente dicho y que por lo tanto
los estudios debían orientarse a este proceso.
Para ello invitó a Jellinek, quien en ese momento
investigaba sobre aspectos neuroendocrinos de la esquizofrenia.
Jellinek aceptó y, desde 1940 hasta su muerte
ocurrida en 1963, dedicó sus esfuerzos al estudio
y difusión del concepto de enfermedad del alcoholismo.6
Sus trabajos sobre el tema suman más de 90 títulos;
uno de los más importantes es: “Etapas
en la evolución del alcoholismo”, estudio
que se basó en encuestas realizadas a miembros
del movimiento de Alcohólicos Anónimos.
Esta obra sentó las bases para una comprensión
sistemática del alcoholismo como un proceso,
en el cual un individuo se inicia y avanza progresivamente
a través de fases o etapas de dependencia creciente
del alcohol. Esta descripción ha tenido una gran
influencia en los cuestionarios de auto-evaluación
diagnóstica de alcoholismo y de otras farmacodependencias.
Otras de sus publicaciones notables son:
• “El deseo imperioso del alcohol.”
• “El síndrome de privación
del alcoholismo.”
• “Alcoholismo como género y algunas
de sus especies.”
• “El concepto de enfermedad del alcoholismo.”
Esta última, publicada en 1960, representa, en
buena medida, una compilación de sus conclusiones
acumuladas a lo largo de 20 años de intenso trabajo
sobre el tema.
Jellinek amplía y desarrolla, en el terreno de
la investigación, los postulados de Silkworth
en torno a un componente físico en el alcoholismo.
Aborda y define con claridad fenómenos cruciales
para entender los cuadros de dependencia a sustancias
químicas: la tolerancia, la supresión
y la pérdida de control. Por primera vez estos
fenómenos empezarían a ser entendidos
en términos fisiológicos o mejor dicho
fisiopatológicos, para sentar así las
bases de toda la investigación posterior sobre
los factores biológicos del alcoholismo.
Jellinek es considerado, con justificada razón,
como el hombre más influyente en la creación
de un enfoque científico, abierto y racional
sobre el alcoholismo, pues logró superar los
paradigmas anteriores que limitaban las posibilidades
de un abordaje clínico adecuado.
La influencia de la nueva visión fue enorme.
La Asociación Médica Americana (AMA) publicó
la siguiente recomendación en 1956:“El
alcoholismo debe ser visto dentro del contexto de la
práctica médica. El Consejo de salud de
la AMA, su comité de alcoholismo y la profesión
médica en general reconocen el Síndrome
del Alcoholismo como enfermedad que justificadamente
debe recibir atención de los médicos.”3
En la misma década, la Organización Mundial
de la Salud (OMS) incluiría la Dependencia del
Alcohol dentro de la Clasificación Internacional
de Enfermedades.
John Wallace, autor contemporáneo estudioso de
los modelos del alcoholismo y su tratamiento afirma:
Es difícil identificar un concepto que haya tenido
mayor impacto en el campo de la farmacodependencia que
el concepto tradicional de la enfermedad del alcoholismo.
La noción de que las personas farmacodependientes
sufren de enfermedades permitió que surgieran
respuestas sociales y personales no imaginables bajo
otras propuestas teóricas. La aceptación
del concepto de enfermedad sirvió para reducir
el estigma asociado al problema, ayudó a muchos
a buscar tratamiento, alentó el desarrollo de
fondos para la investigación, prevención
y tratamiento de los farmacodependientes.7
ESTUDIOS
ETIOLÓGICOS
Las aportaciones de los estudios en los campos de la
genética, de las neurociencias y sobre marcadores
biológicos nos permiten profundizar en el modelo
biológico de la enfermedad del alcoholismo. Las
contribuciones más significativas se resumen
a continuación.
Los
estudios genéticos
El hecho de que la prevalencia de alcoholismo es mayor
en personas con familiares directos alcohólicos
es una observación antigua bien documentada en
la actualidad. El estudio de los papeles respectivos
de los genes y del medio ambiente social en el desarrollo
del alcoholismo requería del diseño de
estudios especiales. Esta necesidad fue cubierta, al
menos en parte, por los estudios en gemelos, los estudios
de adopción y en hijos de alcohólicos.
A ellos referiremos sintéticamente.
Estudios
en gemelos
El hecho de que los gemelos monocigóticos (“idénticos”)
posean exactamente la misma carga genética entre
ellos, permite el estudio comparativo con los gemelos
dicigóticos (“fraternos”) cuyas cargas
genéticas son sólo tan similares como
puedan ser las de dos hermanos no gemelos entre sí.
Este hecho permite establecer hasta qué punto
un rasgo o característica puede ser dependiente
de los genes, del ambiente o de ambos. De acuerdo con
este razonamiento, si una condición está
determinada en forma absoluta por la genética,
la concordancia entre gemelos idénticos debe
ser de 100%. Si interactúan factores genéticos
con factores psicosociales puede esperarse que la concordancia
en gemelos monocigóticos sea menor a 100%, pero
tendría que ser superior a la observada en gemelos
dicigóticos.
Entre los estudios más importantes de este tipo,
están el de Kay en Suecia y el de la Administración
de Veteranos en Estados Unidos.8 Los resultados de concordancia
para alcoholismo en ambos estudios son de: 58% para
gemelos idénticos y de 28% para gemelos fraternos,
siendo esta diferencia significativa entre ambos grupos.
La mayoría de los estudios de este corte –no
todos– coinciden con estos resultados, mismos
que apoyan la idea de que en el alcoholismo participan
factores genéticos. Sin embargo, también
puede inferirse de estos datos que otros factores tienen
que interactuar con los genes para que se desarrolle
la dependencia, ya que de ser la herencia el único
factor, la concordancia esperada en monocigóticos
sería igual o muy cercana a 100%.
Estudios de adopción
Éstos también representan un método
útil para discriminar el papel del ambiente y
de la genética en relación con el desarrollo
de alcoholismo. Entre los autores clásicos que
han incursionado en este terreno, están Goodwin
en Dinamarca y Cloninger en Suecia.
Goodwin, en 1976, publicó los resultados de un
estudio realizado en Dinamarca.9 En la primera etapa
de este protocolo, comparó dos grupos de hijos
adoptivos. En un grupo, uno de los padres biológicos
(generalmente el padre) era alcohólico; en el
otro, este antecedente era negativo. En los hogares
de crianza también se controló esta variable,
siendo el antecedente de alcoholismo mínimo y
similar para ambos grupos. Los resultados de esta fase
mostraron que la prevalencia de alcoholismo fue 2.5
veces superior en los hijos biológicos de alcohólicos
en relación con el grupo control (hijos biológicos
de no alcohólicos).
La segunda etapa llevó a comparar la población
alcohólica de hijos biológicos de alcohólicos
criados en hogares no alcohólicos con sus hermanos
biológicos que habían permanecido al lado
del padre alcohólico. Los resultados mostraron
que no había diferencias estadísticamente
significativas entre ambos grupos. Estos hallazgos reafirmaron
las hipótesis del componente genético
en el alcoholismo.
Los estudios de Cloninger en Suecia arrojan resultados
similares a los del estudio danés;10 sin embargo,
sugieren fuertemente algo que ya Jellinek había
mencionado: la existencia de varios tipos de alcoholismo.
Concretamente se describen:
• El alcoholismo tipo I que ocurre en hombres
y mujeres, es menos severo que el tipo II y está
asociado con alcoholismo de instalación en la
adultez en alguno de los padres biológicos. En
esta variedad, la influencia ambiental se considera
importante ya que factores psicosociales afecta su ocurrencia
y severidad en la población predispuesta genéticamente.
• El tipo II se caracterizó por un alcoholismo
severo, significativamente influenciado por factores
genéticos y cuya expresión pareció
relativamente inafectada por factores ambientales. Esta
forma de alcoholismo se presentó sólo
en hombres, más tempranamente, con frecuencia
en la adolescencia y se asoció con conducta agresiva.
Cabe mencionar que otro autor, Hill, describió
un tercer tipo de alcoholismo, similar al tipo II de
Cloninger, pero sin conducta agresiva. Mark Schuckitt
encontró en un estudio en 1974 una mayor prevalencia
de alcoholismo en hijos biológicos de alcohólicos,
comparados con hijos adoptados por padres alcohólicos.8
Estudios
en hijos de alcohólicos
El mismo Schuckitt ha estudiado dos poblaciones homogéneas
en cuanto a una serie de variables: todos son hombres
jóvenes, de raza blanca y de clase media estadounidense.
La diferencia entre ambos grupos radica en que uno está
compuesto por hijos de padre alcohólico y el
otro por hijos de padre no alcohólico. En ambas
poblaciones estudia la sensibilidad inicial al alcohol
y el desarrollo de alcoholismo.11
Los resultados de este estudio orientan a ubicar tanto
el antecedente del padre alcohólico como la alta
tolerancia inicial al alcohol como factores decisivos
de alto riesgo para el desarrollo de alcoholismo. También
se incluye el estudio de ciertos marcadores biológicos
que serán descritos en el próximo apartado.
Marcadores
biológicos
Este término se refiere a características
heredadas que pueden asociarse con una enfermedad, ya
sea directamente en su etiología o a través
de factores que transmiten vulnerabilidad. En el caso
del alcoholismo, se han estudiado variables bioquímicas,
electrofisiológicas y de respuesta individual
al alcohol en población alcohólica o de
alto riesgo (hijos de alcohólicos), y se ha encontrado
en algunos estudios datos interesantes que mencionamos
a continuación:10
Marcadores
bioquímicos:
• Actividad de la enzima monoaminoxidasa (MAO)
plaquetaria disminuida en alcohólicos. En algunos
estudios, este hallazgo se ha limitado a los alcohólicos
tipo II de Cloninger.
• Actividad de la enzima adenilciclasa plaquetaria
disminuida en alcohólicos en abstinencia.
• Índice de captura plaquetaria de serotonina
aumentada en individuos de alto riesgo (hijos de alcohólicos).
• Ausencia de una isoenzima:
la aldehidodeshidrogenasa, responsable de la degradación
del primer metabolito del alcohol, el acetaldehido,
en el hígado. (Específicamente entre 30
y 50% de los orientales carecen de esta enzima, lo que
produce, al contacto con el alcohol, enrojecimiento
facial, taquicardia y ardor epigástrico. Este
cuadro, genéticamente determinado, es un buen
ejemplo de un factor ligado a una menor vulnerabilidad
para el desarrollo de alcoholismo en esta población.)
Marcadores
electrofisiológicos:
• Aumento de la actividad del ritmo beta
y disminución de la actividad del ritmo alfa
en el electroencefalograma de sujetos de alto riesgo
(hijos de alcohólicos).
• Reducción de la amplitud de la onda P300
(potencial evocado) en respuesta a estímulos
sensoriales en hijos de alcohólicos.
Respuesta
al alcohol:
Los estudios de Schuckit han mostrado los siguientes
datos al comparar poblaciones de hijos de padre alcohólico
(H.A.) con hijos de padre no alcohólico (H.N.A.):10,
11
• Mayor hipersensibilidad a los efectos placenteros
de la intoxicación inicial en los H.A.
• Severidad reducida a los efectos intoxicantes
del alcohol en dosis bajas a moderadas en los H.A. (alta
tolerancia al alcohol), manifestada por mejor desempeño
motor que el grupo de H.N.A.
• Cambios neurohormonales menores en el grupo
de H.A., al contacto con el alcohol, manifestados en
los niveles de cortisol, prolactina y hormona adenocorticotrópica.
• Menor respuesta electroencefalográfica
en los H.A., después de ingerir alcohol, con
respecto a los H.N.A.
El estudio de los marcadores biológicos permite
inferir la existencia de factores metabólicos
heredados que parecen estar relacionados con la vulnerabilidad
para desarrollar alcoholismo. Estos hallazgos pueden
llevar, en un futuro no lejano, a la identificación
precisa de poblaciones de alto riesgo, lo que permitirá
el diseño de estrategias de prevención
primaria y secundaria en
estos grupos.
Con base en los estudios referidos, es posible concluir
que el estado actual de conocimientos nos permite hablar
de la presencia de factores genéticos en la transmisión
del alcoholismo. Queda por resolver cuáles son
específicamente estos factores, cómo se
transmiten y cuál es su importancia relativa
en la expresión de la enfermedad. De acuerdo
con Schukitt, un factor que sin duda se hereda es la
tolerancia al alcohol. Por el momento resulta científicamente
válido hablar de una susceptibilidad o vulnerabilidad
genética, cuya ponderación en la génesis
del alcoholismo podría estar en relación
con diferentes tipos de la enfermedad. Se requieren
más estudios en esta dirección para llegar
a conclusiones definitivas.
Los
estudios neurobioquímicos
Los avances en las neurociencias han permitido entender
mecanismos inherentes a la tolerancia y a la dependencia
física, síntomas bien conocidos desde
el punto de vista clínico, en el nivel molecular.
El alcohol y otras drogas psicoactivas interfieren con
la disponibilidad de ciertos neurotransmisores a nivel
sináptico, lo que da lugar a la aparición
de síntomas específicos. Los síntomas
dependerán de la influencia particular de cada
una de las sustancias psicoactivas sobre los diferentes
neurotransmisores.
Los neurotransmisores más comúnmente alterados
en los procesos de abuso de drogas son: el ácido
gama-aminobutírico (GABA), la acetilcolina, la
noradrenalina, la dopamina, la serotonina y la beta
endorfina.
La correlación entre las diferentes drogas de
abuso, el neurotransmisor afectado y la función
alterada se muestran en la tabla 1.12
• Sueño REM o MOR es el sueño de
movimientos oculares rápidos durante el cual
se produce los sueños y que juega un papel importante
en el descanso y la reposición.
Como se observa en esta tabla el alcohol afecta fundamentalmente
al GABA, que al regular al resto de lo transmisores
juega un papel determinante en muy variadas funciones.
De ahí la gama tan florida de los síndromes
de intoxicación y de supresión alcohólicas
en los que puede alterarse desde la motricidad y el
equilibrio hasta el estado de conciencia y prácticamente
todas las funciones mentales.13, 14
En la
persona dependiente, el sistema nervioso se adapta al
uso continuo del alcohol de modo que funciona “adecuadamente”
cuando éste se encuentra presente. Desde una
perspectiva neurobioquímica, puede entenderse
que el uso en dosis crecientes, repetitivo y compulsivo
del alcohólico obedece a los siguientes factores:
1. El desarrollo de la tolerancia que implica la necesidad
de utilizar dosis más altas para obtener los
efectos deseados.
2. La evitación de los síntomas de supresión
o abstinencia desencadenados por la suspensión
del alcohol.
3. y el reforzamiento positivo creado por los sistemas
de recompensa.
El desarrollo de la tolerancia se explica, desde el
punto de vista bioquímico, como una alteración
progresiva en la estructura y en la función neuronal,
particularmente en la sinapsis, en la que los neurotransmisores
modifican su cantidad y su función. A este fenómeno
se le llama neuroadaptación.
Los síntomas supresivos son la respuesta del
sistema nervioso “adaptado” ante la suspensión
del alcohol. Es decir, en el alcohólico el alcohol
implica estabilidad neuroquímica que se traduce
clínicamente en bienestar o alivio. Su ausencia
genera síntomas dolorosos que se evitan eficazmente
con nuevas ingestas.
El tercer mecanismo que explica la dependencia desde
el punto de vista bioquímico es el efecto “recompensante”
de las drogas psicoactivas.15 Los mecanismos de recompensa
a nivel cerebral han sido estudiados en mamíferos
no humanos, en los que se ha visto que tienden a la
administración voluntaria y repetitiva de sustancias
psicoactivas. Esta conducta se explica por la activación
de sistemas recompensantes (placenteros) en el cerebro,
en los que el componente dopaminérgico es crucial.
También se sabe que las neuronas relacionadas
con opioides y los receptores opioides juegan un papel
en este proceso.15, 16 La estimulación química
de los efectos recompensantes generan la necesidad creciente
de volver a estimularlos por la misma vía. Hasta
qué punto estos sistemas se encuentran desbalanceados
previamente a la adicción es un punto sobre el
que se ha especulado sin llegar a conclusiones definitivas;
sin embargo, esta hipótesis puede ligarse con
la vulnerabilidad genética, que pudiera explicarse
como una deficiencia en ciertos sistemas de neurotransmisores.
La propiedad de activar estos sistemas recompensantes
marca la diferencia entre las sustancias de abuso (adictivas)
y otros fármacos, cuyas propiedades farmacológicas
no incluyen la activación de sistemas placenteros.
Las técnicas modernas de imagenología
cerebral muestran contundentemente las alteraciones
en la disponibilidad de neurotransmisores y los circuitos
recompensantes estimulados o deprivados en cerebros
de individuos adictos al alcohol y a otras drogas.
En relación con esta gran cantidad de evidencias
científicas, en 1982 la Asociación Americana
de Medicina Adictiva (ASAM) emitió la siguiente
declaración:
Con base en muchos años de experiencia clínica,
reforzada por investigación reciente y continua
sobre los aspectos genéticos, bioquímicos
y fisiológicos de los efectos del alcohol en
los sistemas vivientes y sobre los alcohólicos
y sus familias, la ASAM concluye que el Alcoholismo
es una enfermedad compleja, primaria y fisiológica,
y no un trastorno primario de la conducta ni una manifestación
sintomática de ningún otro proceso mórbido.17
Mas tarde, como se verá en el siguiente apartado, la ASAM consideraría la participación de los factores no biológicos en el alcoholismo; sin embargo, se infiere que, en esta declaración, el objetivo era llamar la atención sobre la importancia de los hallazgos realizados en el campo biológico, dejando fuera para siempre cualquier explicación que no tomara en cuenta estos factores.
DEFINICIÓN
CLÍNICA INTEGRAL
Entre muchas definiciones existentes, la adoptada por
la ASAM y por el NCADD (National Council on Alcohol
and Drug Dependence) resulta útil, completa y
actualizada. La transcribimos a continuación
literalmente, como fue publicada en 1990, y analizamos
el sentido de cada uno de los términos utilizados:
“El alcoholismo es una enfermedad primaria y crónica,
con factores genéticos, psicosociales y ambientales,
que influyen sobre su desarrollo y manifestaciones.
La enfermedad es frecuentemente progresiva y fatal.
Se caracteriza por presentar en forma continua o periódica:
pérdida de control sobre la bebida, preocupación
por la droga alcohol, uso del alcohol a pesar de sus
adversas consecuencias, y distorsiones en el pensamiento,
principalmente negación.”18
•
Enfermedad: Se refiere a una discapacidad involuntaria.
Se manifiesta en un conjunto de fenómenos anormales
presentados por un grupo de individuos. Estos fenómenos
se asocian con una serie de características,
por las que estos individuos difieren de la norma, y
que los coloca en desventaja.
• Primaria: Se refiere al alcoholismo como una
entidad clínica (síndrome o enfermedad)
adicional o independiente de otros estados psicopatológicos
o fisiopatológicos que puedan asociarse con ella.
El término sugiere que el alcoholismo, como proceso
adictivo, no es un síntoma de un estado mórbido
subyacente.
• Factores genéticos, psicosociales y ambientales:
Destaca el carácter etiológico multifactorial
del alcoholismo. Cabe mencionar que el énfasis
en los factores biológicos que propone este artículo
está en relación con el objetivo de describir
la dimensión biológica del problema que
sustenta el concepto de enfermedad. Sin embargo, debe
evitarse una interpretación reduccionista del
alcoholismo totalmente ajena a la opinión del
autor.
• Frecuentemente progresiva y fatal: Significa
que la enfermedad persiste a lo largo del tiempo y que
los cambios físicos, emocionales y sociales son
frecuentemente acumulativos y progresan en la medida
en que el consumo continúa. El alcoholismo produce
muerte prematura a través de sobredosis, complicaciones
orgánicas que incluyen el cerebro, hígado,
corazón y muchos otros órganos, y contribuye
significativamente al suicidio, homicidio, accidentes
vehiculares y otros eventos traumáticos.
• Pérdida de control: Se refiere a la incapacidad
para limitar el uso de alcohol, o para limitar consistentemente
la duración del episodio, la cantidad consumida
y/o las consecuencias conductuales del beber.
• Preocupación: En relación con
el uso de alcohol, significa atención focalizada,
excesiva dada al alcohol, sus efectos y/o su uso. El
valor relativo asignado al alcohol por el individuo
frecuentemente lo lleva a desviar sus energías
de asuntos importantes de la vida.
• Consecuencias adversas en las siguientes áreas
de la vida:
* Salud física: síndromes de supresión,
enfermedades hepáticas, gastritis, anemias, problemas
neurológicos.
* Funcionamiento psicológico: trastornos cognitivos,
cambios en el ánimo y en el comportamiento.
* Funcionamiento interpersonal: problemas maritales,
violencia intrafamiliar, relaciones sociales afectadas.
* Funcionamiento ocupacional: problemas escolares o
laborales.
* Problemas legales y financieros.
* Vacío existencial y pérdida de valores.
• Negación: Se emplea no sólo en
el sentido psicoanalítico de un mecanismo de
defensa psicológico único que distorsiona
el significado de los eventos, sino más ampliamente
para incluir un conjunto de maniobras psicológicas
destinadas a reducir la conciencia del hecho de que
el uso del alcohol es la causa de los problemas del
individuo y no la solución a esos problemas.
La negación se convierte en una parte integral
de la enfermedad y un obstáculo mayor a la recuperación.
Esta definición se complementa, para fines diagnósticos,
con los criterios del CIE 10 o del DSM IV,13, 14 cuya
descripción rebasa los propósitos de este
artículo.
EL
MODELO BIOPSICOSOCIAL (INTEGRAL)
El entusiasmo generado por las aportaciones de los estudios
genéticos, neuroquímicos y neurofisiológicos
llevó a algunos autores a caer en extremos exclusivistas,
y llegaron a considerar al alcoholismo únicamente
en términos de sus factores biológicos.
Un enfoque simplista y reduccionista, independientemente
del campo de procedencia, no tiene cabida en los procedimientos
actuales de intervención en adicciones.
La definición de la ASAM contiene los elementos
necesarios para considerar el problema en su totalidad
bajo un enfoque biopsicosocial. La adopción de
este modelo tiene varias ventajas, que de acuerdo con
Wallace son:19
• Permite incluir en lugar de excluir. Estimula
la libre exploración entre y al interior de disciplinas
importantes del campo clínico y científico.
• Corresponde con la compleja realidad mucho mejor
que cualquier modelo unidimensional proveniente del
campo biológico, psicológico o social.
• Fomenta los esfuerzos colaborativos interdisciplinarios.
Este autor destaca que “los programas de tratamiento
que operan bajo un modelo unidimensional fracasan en
informar y tratar pacientes desde un
enfoque integral”.
En el terreno de una comprensión psíquica
y psicosocial del alcoholismo y otras adicciones, existen
múltiples visiones que pueden co-existir con
un modelo integral en tanto no se asuman posiciones
reduccionistas desde una u otra visión. Al respecto,
podemos identificar aportaciones basadas en los siguientes
enfoques:
• Enfoques psicoanalíticos clásicos:
Freud, Abraham, Rado, Knight, Glover.20
• Enfoques psicodinámicos de segunda generación:
Tiebout, Kernberg, Khantzian.21,22,23
• Enfoques cognitivo-conductuales: Ellis.26
• Enfoques gestálticos: Carlock.27
• Enfoques sistémicos: Steinglass, Bowen.28,29
• Enfoques mixtos: estos parten de una epistemología
afín a la ASAM e incorporan elementos psicodinámicos,
cognitivos y sistémicos: Bradshaw,25 Johnson.26
• Enfoques basados en la metodología y
filosofía de Alcohólicos Anónimos.5
• Enfoques basados en modelos comunitarios profesionalizados:
Minnesota, Comunidad Terapéutica: De Leon.30
• En foques logoterapéuticos: Martínez.31
• Enfoque médico-psiquiátrico.2,3
CONCLUSIONES
Hace aproximadamente 70 años, Jollife enfatizó
la necesidad de estudiar al alcoholismo como un problema
de salud, bajo una perspectiva clínica. No obstante,
hoy en día, en muchos casos no se incorpora a
la práctica médica cotidiana una metodología
de detección temprana del alcoholismo. La historia
clínica y la utilización de cuestionarios
son las herramientas clínicas necesarias para
el diagnóstico (CAGE, AUDIT, MAST). Para ello,
el médico y personal de salud requieren de un
esquema conceptual y metodológico claro que facilite
la intervención desde las etapas iniciales del
alcoholismo.
En el terreno psiquiátrico, los manuales de clasificación
de enfermedades (2,3) brindan la metodología
necesaria para realizar los diagnósticos diferenciales
entre los trastornos psiquiátricos como primarios
o inducidos por abuso o dependencia de sustancias. El
trabajo clínico de médicos, psiquiatras
y psicólogos clínicos debe orientarse
al diagnóstico diferencial que permita establecer
las estrategias de tratamiento adecuadas.
Esto es particularmente importante para los cuadros
de depresión, ansiedad e insomnio, que en el
sujeto dependiente frecuentemente son inducidos por
la dependencia misma.
El médico es, con certeza, el profesionista mejor
colocado para brindar la ayuda inicial al alcohólico.
A través del conocimiento de los fenómenos
fisiopatológicos y psicopatológicos inherentes
al alcoholismo, puede enfocar integralmente el problema
y canalizarlo al tratamiento ambulatorio o residencial
interdisciplinario y/o al tratamiento de las complicaciones
médico-psiquiátricas. Una visión
médica integral necesariamente toma cuenta de
las complicaciones, pero no puede perder de vista, como
con frecuencia lo ha hecho, la atención oportuna
al problema primario.
Es evidente que el alcoholismo y otras farmacodependencias
entendidas como problemas de salud requieren de la atención
por parte de los profesionistas e instituciones del
sector salud. Si bien existe legislación y normatividad
al respecto, ésta es insuficiente para atender
de manera oportuna, profesional, ética y eficaz
a los millones de alcohólicos y cientos de miles
de adictos a otras drogas detectados a través
de las Encuestas Nacionales
de Adicciones.
La participación de los gobiernos, en vinculación
con la sociedad civil, para definir y aplicar políticas
públicas permanentes para la atención
al alcoholismo y otras dependencias requiere ser una
de las más altas prioridades enmarcadas en el
derecho universal a la salud.
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