por
Dra. Ester Hernández Palacios
Nace en la Villa de Tequila, Ver. El 30 de mayo de 1908. Sus padres y su abuela.
El único hijo varón (el otro murió pocos meses después de nacer)
Mi abuelo y sus hermanos (familia patriarcal) tenían una tienda de abarrotes en la que, aprendió las sumas, restas y divisiones.
El alfabeto lo conoció gracias a su madre, en casa. De su abuela aprendió a curar…
Fue a la escuela “Gabino Barreda” de Orizaba hasta 1920, al cumplir 12 años, en donde fue alumno del profesor Luis García alumno de enrique Laubscher, en donde lo admitieron en 2° grado.
En 1921 tuvo que trasladarse a Naranjal para trabajar en un negocio, también familiar de compra y beneficio de café que atendía su tío Antonio, y abandonó la escuela (gracias a que el negocio quebró pudo regresar a su destino y tomó un rumbo distinto).
En 1922 cursó el tercero y cuarto grado en un solo período escolar en la escuela primaria Benito Juárez de Tequila. Como no había en su pueblo escuela primaria superior, regresó a atender a la tienda. En 1924, cuando tenía 16 años, llegó a Tequila el maestro Juan Galicia que conoció a Aureliano y a su amigo Apolinar Zapahua y se ofreció a prepararlos en la noche para que presentaran los exámenes de quinto y sexto grado.
El profesor Galicia convenció a los padres de Apolinar y a mi abuela para que solicitaran una beca para estudiar en la Escuela Normal Veracruzana. Obtenida la misma, los dos jovencitos se trasladaron, junto con Cándido Jaramillo quien sería un “limpio y querido luchador social y magisterial en el país”, a la ciudad de Xalapa. Mi padre salió de su casa a escondidas de mi abuelo, quien no había dado su consentimiento pues necesitaba a Aureliano a su lado para atender (y, heredar) el negocio.
Mi abuelo no tuvo más remedio que aceptar los hechos consumados: su único hijo no sería comerciante, sino educador. Y moriría orgulloso de sus logros.
En 1929 antes de terminar la carrera, fue un tiempo a Zongolica para fungir como director de la escuela primaria. Regresó a presentar a título de suficiencia todos los exámenes del quinto año, que aprobó con las más altas calificaciones de todo el grupo; y por esta razón, no regresó a Zongolica como era su intención y la de su familia, sino que siguiendo los consejos del director de la Normal, Prof. Manuel C. Tello, se quedó en Jalapa para cursar el 6° año, sin embargo, tuvo que retirarse 3 meses pues se requería un buen maestro en Altotonga, lugar al que se trasladó ese período. A su regreso a Jalapa acabó el año escolar al mismo tiempo que atendía un curso de la escuela anexa, a la que había llegado como practicante, pero de la que ya no lo dejaron retirarse hasta concluir el curso. En diciembre presentó los exámenes y concluyó la carrera.
Su primer libro fue su tesis: “Influencia Social de la Escuela”, publicado en 1931 por la Dirección General de Educación.
Los primeros tres meses de 1931 dio clases en la escuela de Potrero, pero en abril fue enviado a la Cantonal de Córdoba. En donde enseñó las primeras letras a dos futuros rectores: Fernando Salmerón Roiz y Fernando García Barna.
En Córdoba conoció y frecuentó a los Cuesta, haciéndose íntimo amigo de Víctor y Natalia, y a Calatayud, con quienes publicó una Sociedad Cultural llamada “José María Mena” y su órgano de difusión, la revista del mismo nombre.
El joven maestro había empezado a escribir poesía y teatro, éste último para representarse por sus alumnos dentro de la escuela.
En Córdoba conoció también a quien sería uno de los arqueólogos y fotógrafos más sobresaliente de Veracruz, Francisco Beverido, con quien lo uniría una estrecha amistad que sólo concluyó con la muerte de éste. Y estableció una relación, más que amistosa de discípulo a maestro con el Dr. Manuel Suárez Trujillo, quien sería el rector fundador de la UV.
En 1932, fue invitado a formar parte de la Comisión Técnico Pedagógica creada por el gran pedagogo y diplomático veracruzano, don Gabriel Lucio, quien entonces fungía como Director General de Educación. Esta comisión, conocida también en la historia de la educación en nuestro Estado como Congreso Pedagógico, al que asistieron destacados maestros de todo el país como invitados, sentó las bases de la educación moderna en el Estado. Aureliano fue nombrado secretario de actas.
De regreso a Córdoba logró el restablecimiento del Colegio Preparatoriano, y convenció a sus padres de trasladarse a la ciudad en la que también vivían su hermana Leonor y el esposo de ésta: Rafael Arriola Molina.
En 1936 regresó a Xalapa para ocupar la jefatura de Escuelas Primarias en la Dirección General de Educación. Desde la que propuso y creó el Instituto de Educadoras de Párvulos. Asistió como delegado de Veracruz al Congreso para la Educación Socialista efectuado en Jalisco.
En 1939 renunció al puesto al negarse a entrar en un acto de corrupción con la creación de plazas fantasmas.
Durante su estancia en Córdoba había cursado la preparatoria y se inscribió en Jalapa en la carrera de Derecho, cuando dejó la jefatura, fue nombrado Inspector. Para entonces ya cursaba el tercer año.
En 1941 fue nombrado catedrático de la Escuela de Artes y Oficios, que entonces pertenecía al Departamento Universitario. Enseñaba Lengua Nacional, Aritmética y Geometría. Poco después fue invitado a dictar cátedras de Civismo, Raíces griegas y latinas y Ética.
El mismo año comenzó a dar clases en la Escuela Normal (español, economía política, Raíces griegas y latinas a las que sumó las nahuas y ética) y en la Facultad de Derecho donde enseñaba: Filosofía del Derecho, Introducción al Estudio del Derecho, Sociología y Derecho Procesal Civil, tuvo además a su cargo el Seminario de Derecho Público y de Tesis. En el Colegio Preparatorio de Jalapa y en la Facultad de Derecho, les dio clases a Agustín Acosta Lagunes, y a varios ex rectores:
Salvador Valencia, Rafael Velasco, Héctor Salmerón, Emilio Gidi, Rafael Hernández Villalpando, Miguel Ángel Yunes Linares y Roberto Bravo Garzón.
Obtuvo su título de abogado en 1944 con la tesis: Una Opinión y una Crítica al Código de Defensa Social en el Estado de Veracruz.
1954 fue designado Secretario de la Facultad de Pedagogía y poco después, director de la facultad de leyes. El 2 de enero de 1955 fue nombrado rector suplente y unos meses más tarde titular.
Recuperó los terrenos que Jara había comprado para la UV (es decir el campus actual)
Creó las facultades de filosofía y Letras, Arquitectura, Ingeniería y Ciencias Químicas.
El Instituto de Lenguas, la Escuela de verano y el Servicio Médico.
La difusión de las artes y la cultura dio un salto adelante.
De 1962 a 1968 fungió como director de turismo del Estado
Asesor de la Rectoría:
De 1975 a 1981 jefe de la División Académica de Humanidades.
En la judicatura fue
Juez Municipal de Jalapa
Juez de Primera Instancia en Coatepec y en Jalapa
Magistrado del Tribunal Superior de Justicia durante dos periodos
Presidente del Tribunal:
Editó la Revista Jurídica Veracruzana
(Como editor durante varios años tuvo una imprenta con el Maestro Librado Basilio y el Lic. Martin Díaz Montero y el Contador Gustavo Cruz y Torres)
Fue íntimo amigo del penalista Alfonso Quiroz Cuarón
Academias:
- Mexicana de la Lengua: trabajo sobre Cayetano Rodríguez Beltrán
- Mexicana de Ciencias Penales: trabajo de ingreso: Lineamientos generales para una legislación tutelar de menores. (Fue Vicepresidente y recibió la medalla Quiroz Cuarón)
- También la Medalla al mérito docente y el Doctorado Honoris Causa de la UV
- La medalla Enrique C. Rébsamen de la Dirección de Educación.
- La presea “Honor Jurídico” de la Asociación Nacional de abogados.
- La medalla “Fernando de Jesús Corona” de la Asociación de Colegios y Barras de abogados de Veracruz.
- Recibió también la medalla Quiroz Cuarón de la Sociedad Mexicana de Criminología, a la que también perteneció.
- Academia Nacional de Geografía e Historia
- Seminario de Cultura Mexicana.
Obra Publicada:
Voces de angustia, Jalapa, Editora del Gobierno, 1946. (Poemas).
Su primer libro publicado, reúne las primeras composiciones poéticas que da a las prensas. Se trata, en su mayoría de poemas líricos dedicados a cantar el amor y a reflexionar sobre la vida, el inevitable paso del tiempo y el dolor que nos causa ser hombres. Va precedido de un prólogo de Octaviano Corro Ramos.
Canciones ingenuas y otros poemas, Jalapa, Sofía, 1956. (Poemas).
Publicado en edición de autor, en una editorial que fundara con un grupo de amigos, este libro de poemas contiene muchos de los que él ha considerado como sus mejores composiciones en verso, Canta al amor, a la maternidad, al nacimiento de sus hijos, a su pueblo y dedica sendas composiciones a las ciudades que le han brindado calor: Jalapa y Coatepec.
Homenaje al Ilustre Escritor Cayetano Rodríguez Beltrán, en el primer centenario de su nacimiento, Jalapa, Editora del Gobierno, 1967. (Discurso de ingreso a la Academia de la Lengua).
Su trabajo de ingreso a la Academia de la Lengua es un ensayo sobre la obra literaria del escritor costumbrista tlacotalpeño. El discurso fue leído en sesión solemne de la mencionada Academia y don Francisco Monterde leyó otro ensayo sobre Aureliano Hernández Palacios, para recibirlo como miembro correspondiente, en el mismo lugar que hasta su muerte ocupara el maestro Rodríguez Beltrán.
Lineamientos Generales para una Legislación Tutelar de Menores, Jalapa, Editora del Gobierno, 1971. (Trabajo de ingreso a la Academia Mexicana de Ciencias Penales).
Se trata de una propuesta de legislación en el campo del derecho tutelar de menores que fue leída para ingresar a la Academia Mexicana de Ciencias Penales.
Polvo del Camino I, Jalapa, Edición de autor, 1976. (Crónicas).
Reúne crónicas, notas y reflexiones sobre la amistad, la muerte, la condición humana, el amor, la familia, la felicidad, los valores… que están escritos en diversos estilos. Desde la anécdota hasta el ensayo filosófico, el autor desea compartir con su lectores sus principales preocupaciones e intereses.
Antología Poética, Editora del Gobierno del Estado de Veracruz, Jalapa, 1976.
Una selección de los mejores poemas de sus libros anteriores que incluye además de otros de más reciente factura, Es relevante en ellos la inclusión de la preocupación social y el tono de denuncia frente a las injusticias. Prólogo de Jorge Ruffinelli.
Guarino, Jalapa, Edición de autor, 1989. (Novela)
Novela autobiográfica de corte costumbrista, en la que, bajo el disfraz narrativo de Guarino, su protagonista, el autor se remonta a su infancia y primera juventud. El espacio rural, el ambiente campesino y la descripción minuciosa de lugares, situaciones, comidas y ritos cotidianos, recuperan, con nostalgia, un mundo perdido. El lenguaje sencillo y la pulcritud de la trama logran una prosa ágil y fresca, que atrapa al lector.
Naciones de ortografía, Jalapa, Universidad Veracruzana, 1978. Con 5 reediciones, la última en 1985. (Manual).
Elaborado en su primera versión con la colaboración de Ofelia Mora, este manual es una útil herramienta para el buen uso de las reglas de ortografía del castellano. Sus múltiples ediciones dan prueba de su efectividad.
Jalapa de mis recuerdos, Jalapa, Universidad Veracruzana, 1986. (Memorias).
Se trata de una serie de crónicas que reúnen la memoria de jalapa y la vida del autor, en un relato que revive ambas historias, mientras las entrelaza, y da pie a comentarios y reflexiones.
Polvo del Camino II, Jalapa, Instituto Veracruzano de Cultura, 1988. (Crónicas).
Este segundo volumen de crónicas, notas y reflexiones, continúa en el mismo tono y con el mismo aliento del anterior, el tratamiento de temas y preocupaciones vitales. El autor quiere manifestar sus inquietudes por un mundo en donde se pierden los valores y aportar a la juventud su conocimiento y sus reflexiones sobre la condición humana.
Testimonio de la Universidad Veracruzana, Jalapa, Universidad Veracruzana, 1988. (Ensayo histórico).
La vida de la Universidad Veracruzana, desde sus inicios hasta 1959 documentada en archivos y testimonios, en la pluma de uno de sus protagonistas, adquiere cercanía sin perder objetividad, calor sin apartarse de la historia. Para Hernández Palacios, la Universidad Veracruzana es un recinto de cultura, una tierra de labor, en la que han depositado su simiente todos los miembros de la comunidad universitaria.
El juez de paz, México, Editorial Diana, 1992. (Novela).
Esta segunda novela, también de tono autobiográfico pinta la vida de un joven abogado y su infancia en la sierra de Zongolíca, su juventud, su sensibilidad que se lastima con la cercanía de la miseria. Su protagonista, Justiniano Paláyotl decide dedicar su vida al estudio y la práctica del derecho como el mejor camino para desterrar la injusticia. Retrata, sin pretensiones antropológicas pero sí con honestidad, esas vidas imperceptibles pero valiosas en grado sumo del habitante de la generosa provincia mexicana.
A través del tiempo, Jalapa, Universidad Veracruzana, 1992. (Crónicas).
Reunión de crónicas, reflexiones, relatos de viaje, en los que, una vez más, se rinde homenaje a la amistad.
Apéndice al testimonio de la Universidad Veracruzana, Jalapa, Universidad Veracruzana, 1991.
Este libro reabre las páginas de la historia universitaria veracruzana, desplegando, como una serie de abanico progresivo los acontecimientos y quehaceres de la comunidad universitaria durante el periodo que va de 1959, con el rectorado del Dr. Fernando Salmerón Roiz, hasta el término de la gestión del Dr. Rafael Velasco Fernández en 1973.
Naciones de Derecho Procesal Civil, Jalapa, Universidad Veracruzana, 1993.
Este libro reúne las notas que sobre Derecho Procesal Civil elaboró el maestro y jurista para dictar cátedra en la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana. En ellas encontramos los conocimientos del abogado y la técnica educativa del pedagogo.
Ha publicado además varios folletos, textos de conferencias, apuntes de clase, ensayos y artículos en diversas publicaciones periódicas, particularmente en Revista Jurídica Veracruzana (de la que fue director) y La Palabra y el Hombre.
