La teoría de la totalidad o teoría general de los sistemas propone que todos los elementos de un sistema están estrechamente relacionados y son interdependientes; sin duda, el mundo jurídico no es la excepción. El patrimonio de las personas está dividido en activo y pasivo: en el primero encontramos los derechos reales y los personales, en donde se ubican las obligaciones, que tienen como fuentes: la declaración unilateral de la voluntad, el enriquecimiento ilegítimo o pago de lo indebido, la gestión de negocios, la responsabilidad objetiva, el hecho ilícito y el contrato, este último considerado un negocio jurídico, pues permite a las partes y a los abogados modelar artesanalmente realidades jurídicas, como si se tratase de un sandbox (‘caja de arena’, término extraído del mundo informático): un espacio similar a un laboratorio de pruebas para proyectos que no están incluidos en las leyes, pero que es necesario desarrollar para satisfacer necesidades sociales actuales, respetando las fronteras que garantizan el equilibrio y la armonía de la relación contractual sin importar tiempo ni espacio.
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