Xalapa, Veracruz.- Apoyada en los aportes teóricos de la historia documental y en los estudios de la cultura visual, la doctora en Comunicaciones (Universidad de Iowa, EE. UU.) Elissa Rashkin ha realizado una amplia investigación acerca de la obra de Atanasio D. Vázquez, fotógrafo y cinefotógrafo de la posrevolución de Veracruz poco conocido pero que efectuó una importante labor durante los años de 1920 y 1930.
Obtenido de: http://www.oem.com.mx/diariodexalapa/notas/n4213073.htm
Maribel Sánchez / Diario de Xalapa
El material recabado por Rashkin ha sido reunido en Atanasio D. Vázquez, fotógrafo de la posrevolución, libro editado recientemente por el Instituto Veracruzano de la Cultura que coloca al artefacto iconográfico como objeto de estudio y no sólo como ilustración de datos.
Al respecto, la autora ha puntualizado que la iconografía «es sujeto de análisis e interpretación a partir de un lenguaje particular (pictórico, fotográfico, cinefotográfico) y los códigos que éste implica para los espectadores».
Explica que las imágenes tomadas por Vázquez proporcionan información útil para los estudios de agrarismo, además de otros fenómenos históricos, pues lo que él hizo fue documentar el periodo de la lucha agraria mexicana, teniendo como principales actores de su registro visual a los campesinos, procesos cotidianos, paisajes y contextos rurales del centro de la entidad -al tratarse de un fotógrafo oficial, captó contextos rurales en múltiples dimensiones-.
¿HISTORIADORES, PREPARADOS PARA LA LECTURA DE LAS IMÁGENES?
Además se ser descrita como una investigación sólida y una valiosa contribución la que hace Elissa Rashkin a la memoria gráfica de Veracruz, Julián Osorno, doctorante en Letras Mexicanas por la Universidad Nacional Autónoma de México, ha mencionado que este estudio le ha generado una serie de reflexiones en torno a cómo se está formando a los historiadores en el área de la fotografía documental, pues son pocas las investigaciones existentes.
En una presentación del libro señaló que en Veracruz se carece de líneas de investigación histórica que apunten a subsanar ese vacío y en la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana no hay un solo taller o curso donde se les enseñe a los jóvenes aspirantes a historiadores a leer las imágenes, algo que sí sucede en sociología y antropología.
En ese sentido, cree que se está desperdiciando nuevas técnicas y metodologías para el análisis iconográfico y que los historiadores se están perdiendo un elemento que puede ser muy importante para la reconstrucción del pasado social.
Declara que aunque se ha hecho un gran esfuerzo, faltan muchas piezas para intentar completar la historia de la fotografía en Veracruz, no sólo documental, sino también las historias gráficas de muchos más sitios del estado, así como un estudio valorativo y analítico de la trayectoria de los fotógrafos veracruzanos desde inicios del XIX hasta la actualidad.
Considera que «falta hacer una descripción y estudio del material gráfico contenido en la Fototeca de Veracruz Juan Malpica Mimendi, en la Universidad Veracruzana, en los acervos iconográficos del país y en archivos estatales y nacionales que siguen en espera de la mirada de los historiadores que se sirvan de estos elementos visuales para construir una historia como quería Peter Burke: ‘más viva'».
A partir de su propia experiencia -estudió la licenciatura en Historia en la Universidad Veracruzana-, Julián Osorno evidencia que hay mucho camino por andar, aunque reconoce que se han hecho loables esfuerzos.
HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA MEMORIA GRÁFICA…
Rememora que en la década de los 70, el Centro de Estudios Históricos -hoy Instituto de Investigaciones Históricos-Sociales de la UV- inició el proyecto de descargue gráfico de Veracruz, pero en esos años lo urgente era el rescate, la conservación de la memoria visual del entidad, por eso entiende que los análisis hayan quedado un poco relegados.
Expone que la construcción más afortunada entre la mirada del historiador y la fotografía como objeto histórico en sí mismo se logró hasta 1989, cuando Ana Laura Delgado conjuntó a un equipo de especialistas para regalar la bella colección Veracruz. Imágenes de su historia, que reúne la historia gráfica y social de Orizaba, Santa Rosa, Río Blanco, Coatepec, Papantla, Tuxpan, Los Tuxtlas, Xalapa, Veracruz y Córdoba: «ahí, por primera vez, se intentó que la foto, más que acompañar al texto, se convirtiera ella misma en centro del discurso histórico sobre algunas regiones del estado».
Entre los trabajos de rescate de la memoria fotográfica cita Sol de plata, de Joaquín Santamaría, quien contó el apoyo de Horacio Guadarrama y Bernardo García; Veracruz, puerto de llegada (2000); Tlacotalpan, patrimonio de la humanidad (2001), y Veracruz, la elevación de un puerto (2002)… En esta tarea de rescate de la memoria gráfica del estado de Veracruz menciona en el área técnica a Alfredo Tovalín y David Mahuada, «magos para hacer que las fotos viejas lleguen con nuevos rostros a nuestros ojos y podamos apreciarlas de manera correcta».
FOTOGRAFÍA-REALIDAD SOCIAL
Sobre el origen de esta fotografía documental, comparte que está ligado a los grupos sociales menos favorecidos y que el término empezó a usarse en Estados Unidos, en la década de los 30, cuando en algunas imágenes el sujeto rector era la gente más humilde y su cotidianidad, inmigrantes, niños trabajando, desempleados, esclavos, personas sin hogar, obreros en pésimas condiciones laborales, explotados, etc. Se trataba de fotos destinadas originalmente para su publicación en periódicos y luego fueron sacadas de esos soportes para ser exhibidas de manera individual.
Añade que desde entonces la producción de imágenes da cuenta de la realidad social de la gente pobre, o cuya vida está en riesgo por diversas situaciones.
Opina que afortunadamente ahora «hay una buena difusión de la fotografía documental… certámenes importantes como el World Press Photo que logran que un puñado de fotos den la vuelta al mundo en revistas, periódicos y en todas las posibilidades que proporciona Internet, fotos que nos descubren una realidad social muchas veces ignorada u ocultada».
La difusión de este tipo de imágenes y su estudio, expresa, nos lleva a creer ya superada la discusión de si la fotografía puede ser o no un documento histórico, una fuente para la reconstrucción del pasado social.
No obstante, «la polémica ahora es saber si los historiadores están preparados para la lectura e interpretación de las imágenes, porque material para analizar no falta. México tiene grandes repositorios iconográficos. Tan sólo el Archivo Casasola tiene más de 800 mil piezas, entre positivos y negativos, que dan cuenta de un amplísimo periodo de la vida en México, desde 1900 hasta la década de 1970…».
Julián Osorno, quien junto con José Roberto Fernández estuvo a cargo de la corrección de estilo de Atanasio D. Vázquez, fotógrafo de la posrevolución, precisa que en Veracruz hace falta mucho por hacer, pero no se podrá avanzar mucho si antes los institutos y facultades no generan líneas de investigación histórica.