Terminó -con tristeza para algunos, y con esperanza para otros, de que los siguientes serán aún mejores- el Festival de la Lectura que organizó, en mayo, la Universidad Veracruzana. Entre bibliotecarios nos congratulamos de que esta actividad indispensable para la formación de mejores personas y mejores profesionistas, tenga a partir de ahora un lugar destacado -y destacado de manera tan importante- en la agenda de la Universidad.
Se leyó una pequeña parte de la Colección del Libro Universitario, y esa es una buena simiente a partir de la cual deberían comenzarse a leer muchas otras cosas.
Quisiéramos que entre esas lecturas válidas y dignas de hacerse, estén los pequeños textos de este blog.
Terminó el Festival, sí, pero los estudiantes, docentes y bibliotecarios de la universidad debemos actuar con la convicción de que la lectura llegó a la Universidad para quedarse. Aunque en realidad siempre ha estado con nosotros y durante el Festival pudimos verla desplegar sus esplendores.
Momentos de reflexión, momentos de reencuentro con uno mismo y con el otro, gracias al Festival de la Lectura, dejaron una huella indeleble en nosotros, quienes sólo leímos o en quienes sólo escucharon.
Por eso ahora imaginamos, en las bibliotecas, que cada semana se dedique una o dos horas para la lectura en voz alta, cada semana y cada mes… y siempre. Una sesión abierta para todos los que estén interesados y se aproximen a escuchar algo de todo lo que hay por leer. Y motivación existe. Lo reciente de este encuentro con los libros y la palabra hablada, vuelve oportuno que esa hora y media o dos horas semanales de lectura en voz alta puedan convertirse en una actividad permanente de contacto con los libros.
Son tantos los tesoros literarios, científicos y humanísticos que se encuentran en las bibliotecas universitarias, que esa hora y media o dos horas semanales serán, indudablemente, insuficientes para dar cuenta de ellos, aún con el paso de mucho tiempo. Sin embargo, tenemos la oportunidad de poner en movimiento textos, ideas y visiones, y de emprender «viajes» como ya se admite decirlo, a otros lugares del orbe, a otras épocas, con la seguridad de que esas lecturas siempre refrescarán nuestra mirada sobre las circunstancias particulares y locales, ya no digamos sobre nosotros mismos.
Desde este blog convocamos a todos los compañeros bibliotecarios y docentes que deseen hacerlo, a sumarse a un esfuerzo colectivo semanal -o quincenal, o mensual- de lectura en voz alta, a donde quiera que estén. La biblioteca, que habitualmente es un lugar silencioso, tendrá, si los bibliotecarios así lo hacemos, durante algunos momentos de la jornada, la «presencia» de hombres y mujeres que, aunque ya no estén con nosotros, nos parecerá -al oirlos- que aún viven.
Tal vez con el tiempo se forme en nuestra Universidad no uno, sino muchos clubes «de lectores malditos«. Tal vez veremos a más y más estudiantes y docentes que piensen -mediten, reflexionen- en las vastas implicaciones de la lectura, como ya lo hace la maestra argentina Betiana C. Ripari.
DETALLE DE PUBLICACIÓN
Seria una dinámica fenomenal, igualmente procuraría estar lo mas posible en las sesiones de llevarse a cabo y mas me gustaría ser partícipe en su elaboración si acaso se puede ayudar.
Poco a poco se revolucionará la «conciencia colectiva».
Saludos
Me parece excelente la iniciativa y, bueno, de llevarse a cabo procuraré estar ahí en cada sesión. Estaré al tanto para mayor información.