Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



La humanitas nunca se alcanza en soledad

La frase «La humanitas nunca se alcanza en soledad», de Hanna Arendt, viene al caso en este blog sobre bibliotecas, libros y lectura, porque hoy más que nunca las relaciones sociales sufren la erosión provocada por la crisis económica, el desempleo, la inseguridad y la aplicación de medidas sanitarias, que establecen un distanciamiento cada vez mayor entre los individuos.

Antes del periodo vacacional, tuvimos la oportunidad de participar durante unos breves minutos en la transmisión radial «Voces universitarias», de nuestra Radio Universidad. En tal ocasión, invitamos a los radioescuchas a acercarse a las bibliotecas en general y a las bibliotecas universitarias en particular, a conocer los recursos y servicios de información de alta calidad que ofrecen -y cuando no sea así, a exigirlos-, y a desarrollarse como universitarios y personas alfabetizadas informacionalmente, lo cual -aunque no dejará de ser nunca solamente una aspiración- nos obliga diariamente a dar pasos concretos para alcanzar la condición de ser mejores lectores, mejores comunicadores y mejores usuarios de la información, en general.

En el fondo, tratándose de servicios bibliotecarios y de información, de redes sociales, blogs o videoconferencias, pero desde luego en la conversación cara a cara, en el hogar y en el trabajo, en los sitios públicos, lo que prevalece en nuestro quehacer educativo, bibliotecario y universitario, es la necesidad permanente de comunicarnos, de establecer contacto con el otro, de apercibirnos de sus necesidades, de esclarecer las propias necesidades: todos tenemos, en esencia, una urgente necesidad de conversación.

Esto coincide con los enfoques que, en el ámbito de los negocios y los emprendimientos, tienen expresiones como las del Manifiesto Cluetrain: negocios son conversaciones.

¿Y cuál es el «negocio» de las bibliotecas? Su negocio es la información, el conocimiento y cobra cada vez más sentido y necesidad que su negocio sea también el aprendizaje de los usuarios. En la medida de nuestras posibilidades, debemos hacer que la biblioteca cumpla con su rol y papel educativo. Es más, podemos retomar la idea de Enzo Abbagliati y decir que:

«El “negocio” de las bibliotecas no es prestar libros. El “negocio” de las bibliotecas no es dar acceso a Internet. El “negocio” de las bibliotecas es ser agentes de cambio social.»

Los recursos de información para sustentar el aprendizaje están, por antonomasia aunque no exclusivamente, en la biblioteca, y con el uso de las redes de datos, debemos ser capaces de potenciar esos recursos, de agregarles valor, en beneficio de nuestros usuarios. A ese propósito podemos consagrar los bibliotecarios todo nuestro interés, esfuerzo y motivación.

Hace unos minutos tuve oportunidad de revisar en la Colección de Publicaciones Periódicas de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de Xalapa, un antiguo ejemplar de La revista de Occidente. En dicho número, entre otros aún trascendentes asuntos, se publicó la conferencia magistral de un biólogo que, en 1927, antes de la Segunda Guerra Mundial, estaba sacudiendo a la comunidad científica internacional caracterizando al hombre, al Homo sapiens sapiens, como un organismo cuyos rasgos anatómicos y fisiológicos distintivos, con respecto a otras especies de mamíferos, pueden describirse en conjunto como fetalización.

Es decir que muchos de nuestros rasgos como especie, al nacer y crecer y aún en la madurez, son los rasgos característicos de fetos de la mayoría de otras especies animales: escasez de pelo, tamaño destacado del cráneo y cerebro, etcétera.

Las causas de que nuestra especie haya tomado este camino, a lo largo del proceso evolutivo son, hasta ahora, desconocidas. Pero si somos una especie biológicamente «inacabada», y por ende destacadamente plástica, adaptable, crítica, curiosa, social, inventiva, si gracias a ello hemos podido adaptarnos a infinidad de climas y ambientes y hemos desarrollado tecnologías para el trasporte, o tecnologías como éstas, las  de información y c omunicación, para comunicarnos y entrelazarnos de formas que ni la más evolucionada colmena lo habría logrado jamás -con los riesgos inherentes que conlleva un tipo tal de sociedad, en la que la libertad, la información y el conocimiento fácilmente pueden degenerar en anarquía, enajenación, vigilancia y control-, seguramente también somos capaces de encontrar el camino dentro de este laberinto, a través de las crisis y los cataclismos económicos y sociales.

Hoy, más que nunca, estamos obligados a desarrollar nuestra creatividad, nuestra capacidad de trabajar de manera organizada, conversando unos con otros, comunicándonos local y globalmente, para aprovechar y participar en el desarrollo científico y tecnológico a nivel mundial, conservando y desarrollando los rasgos más originales y provechosos de nuestra propia identidad.

Parece que nada de lo anterior podrá hacerse sin tomar en cuenta el conocimiento y la información depositada en las bibliotecas y archivos de todo el país.