Enmedio de una de las peores crisis económicas de la historia del país, y en la víspera de la publicación del plan económico del gobierno federal para el año 2010, un plan que pone la mira sobre la recaudación de más impuestos, inclusive a actividades cuyo desarrollo es vital para el crecimiento del país, como son las telecomunicaciones y el servicio de internet, se reunieron en Acapulco, Guerrero, bibliotecarios profesionales y estudiantes de las carreras de bibliotecología de todo el país, a discutir en foros un conjunto de ponencias, bajo el tema «Usuarios: Oferta y demanda informativa de las bibliotecas», en la XL Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía, que organiza la Asociación Mexicana de Bibliotecarios A.C.
Información específica sobre las ponencias, foros y demás actividades que tuvieron lugar durante el encuentro, puede encontrarse en el sitio web correspondiente.
¿Cuál es -o puede ser- la trascendencia de un encuentro semejante, de cara a las difíciles condiciones económicas y sociales que atraviesa nuestro país?
Todas las profesiones mantienen declaraciones de principios o códigos de ética, y los profesionales de las bibliotecas y de la información también buscar apegarse a algunas directrices fundamentales, entre las que destacan las de la American Library Association, que rezan:
1. Proporcionar el más alto nivel de servicio a todos los usuarios de la biblioteca através de recursos apropiados y útiles debidamente organizados; procuramos el acceso y el servicio más equitativo para todos, así como la provisión de respuestas corteses, precisas y sin tendencias a todas las peticiones o solicitudes de información.
2. Sostenemos el principio de la libertad intelectual, y nos oponemos a todos los intentos por censurar los recursos de las bibliotecas.
3. Protegemos el derecho de cada usuario a la privacidad y la confidencialidad, con relación a la información buscada o recibida y los recursos de información consultados, prestados, adquiridos o transmitidos por el usuario.
4. Respetamos el derecho a la propiedad intelectual y promovemos el debido equilibrio entre los intereses de los usuarios de la información y los propietarios de esos derechos.
5. Tratamos a los colegas y colaboradores con respeto, justicia y buena voluntad, y promovemos que las condiciciones de empleo salvaguarden los derechos y el bienestar de los empleados de nuestras instituciones.
6. No impulsamos intereses privados a expensas de los usuarios de la biblioteca, los bibliotecarios y/o nuestras instituciones empleadoras.
7. Distinguimos entre nuestras convicciones personales y nuestras responsabilidades profesionales, y no permitimos que nuestras creencias personales interfieran con una representación justa de los propósitos de nuestras instituciones, o en la provisión de acceso a las fuentes de información.
8. Nos esforzamos por ser excelentes en nuestra profesión, consolidando y mejorando nuestros propios conocimientos y habilidades, alentando el desarrollo profesional de los colegas y apoyando en sus aspiraciones a los miembros potenciales de esta profesión.
En México, el Colegio Nacional de Bibliotecarios publicó en 1990 el Código de Etica Profesional, de cuyo texto descatamos lo siguiente:
«[…] Los profesionales de la bibliotecología tienen:
1. La misión de apoyar a la sociedad en la búsqueda de alternativas que le permitan mejorar su calidad de vida;
2.La obligación de mejorar la imagen de los servicios bibliotecarios y de información en apoyo del desarrollo de los ciudadanos y del país;
3. La responsabilidad de promover el uso de la información en todos los sectores de la población;
4. La obligación, al mismo tiempo que la oportunidad, de fortalecer la imagen del servicio bibliotecario nacional.»
Estas son las razones de fondo por las que un encuentro como el de Acapulco, debe trascender hacia la totalidad del estamento bibliotecario del país, llamando a todos ellos a unirse para elaborar propuestas que puedan ganar el apoyo y obtener el consenso de otros sectores profesionales (destacando entre ellos el educativo, el científico y el tecnológico) para que se incorpore, con toda claridad, en los planes de acción de gobierno de todos los niveles (federal, estatal y municipal) la necesidad urgente de fortalecer, consolidar y ampliar el acceso de los ciudadanos a las fuentes de información, depositadas en las bibliotecas (físicas y/o virtuales), que permitan a la sociedad informada y organizada, corregir el rumbo nacional, alentar la creatividad y la productividad, crear una sociedad lectora que en última instancia pueda responder, con inteligencia y conocimientos, a los graves retos económicos, ambientales, sociales, de salud, que impone esta hora del mundo y la nación.
A doscientos años de la Independencia del país, y a 100 de la Revolución, el sueño de los libertadores Hidalgo y Morelos y de los revolucionarios Villa y Zapata, debe seguir alentando a los hombres y mujeres de razón para que, por la vía pacífica, se retome el camino del crecimiento y el desarrollo sustentable para nuestro país, se aminoren las diferencias socioeconómicas que rayan en el oprobio, se cree un clima de unidad y de fraternidad entre los mexicanos, al margen de diferencias en credos, convicciones políticas y condición social, se propicie el trabajo colaborativo en y entre las regiones, la búsqueda de soluciones basadas en la más completa y fiable información sobre recursos naturales y necesidades sociales, se alienten los derechos a la información, a la libertad de expresión y a la privacidad, en un ámbito de respeto y de seguridad para todos.
Nuestro país requiere de la actividad de los bibliotecarios para alentar la lectura y el uso de la información, para el verdadero aprendizaje y auto-aprendizaje, el aprendizaje para toda la vida, basados en el acceso eficaz a los recursos documentales, como condición para una mayor productividad y eficiencia económicas; las bibliotecas deben ser generadoras de felicidad en el sentido más elemental del término, brindando a los hombres y mujeres de este país la condición de crear y recrearse leyendo, de innovar y de enriquecer su vida intelectual y su vida famliar y comunitaria, con el aporte de las ideas de hombres y mujeres de todos los lugares y tiempos.
Los educadores, a lo largo y ancho del país, deben buscar a los bibliotecarios como sus principales aliados en la lucha contra la ignorancia, el rezago educativo, el analfabetismo simple, funcional e informacional, y por desarrollar los fundamentos cognitivos, axiológicos y heurísticos en los estudiantes, para el aprendizaje autónomo y de por vida, la educación continua, la actualización y la capacitación.
Las bibliotecas deben derramar sus riquezas hacia el entorno social inmediato, en esta hora en que las luces parecen extingurse y muchos países -no sólo México- parecen no encontrar el camino.
Por nuestra parte, los bibliotecarios debemos abrazar los principios de ese código ético, esas directrices fundamentales que son el servicio y la voluntad de mejorar las condiciones de vida de las comunidades en que servimos, buscando alianzas con los educadores, con los investigadores científicos, con los medios de comunicación masiva, propiciar el acercamiento del lector a los libros, mostrarle los libros que le puedan servir al lector potencial, y así también hacerlo con las redes de información y los recursos informativos de calidad en línea.
Durante las XL Jornadas se expuso la siguiente idea, que puede incorporarse a ese código de servicio de todos los bibliotecarios del país, que dice: «No hay biblioteca sin bibliotecario, y no hay bibliotecario sin biblioteca», y ésto debe entenderlo en primer lugar el propio bibliotecario, para hacer el mejor uso de los recursos de la biblioteca, para desarrollar mejores y nuevos servicios, pero también debe hacer conciencia profunda de ello la sociedad; pues en el momento en que la biblioteca sea abandonada a su suerte, y ésta deje de buscar su más alto cometido, la sociedad habrá perdido uno de los cimientos más sólidos para su desarrollo.
No es concebible una sociedad civilizada, moderna y sustentable, sin bibliotecas -sean éstas físicas y/o virtuales-; pues no basta con producir, no basta con comerciar, no basta con consumir, también es preciso informarse de manera continua e informar. En un momento en que los medios masivos de comunicación parecen haber olvidado su responsabilidad original, la sociedad debe buscar luces y orientación acudiendo a las bibliotecas.
Esperamos que la Mesa Directiva de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios, A.C. recién nombrada, continúe alentando encuentros como éste, fortalezca los mecanismos de comunicación entre los bibliotecarios del país y canalice dicho esfuerzo de la manera más adecuada y fructífera, como el país lo requiere.