Siempre que en nuestro país se cometa una injusticia, se atropellen los derechos fundamentales de algún ciudadano, se violen las normas básicas para una convivencia civilizada ya sea por explotación, enajenación, abuso del poder, corrupción o clientelismo político, cada vez que la riqueza generada por el trabajo de los mexicanos salga del país, se dilapide o sea robada llanamente, vendrán a la memoria las palabras mordaces e irónicas -siempre justicieras y denunciadoras- de Carlos Monsiváis.
Sus singulares e inteligentes expresiones, ponen al desnudo la estupidez, la simplicidad y la banalidad del mal, de la injusticia y de la corrupción.
Esa derrota inflingida a las obras de la ignorancia, la avaricia, la estulticia y la indolencia, fruto de las altas esferas de decisión -políticas, económicas y culturales- del país, por la luminosa alegría del intelecto y la astucia, es algo de lo que los compatriotas de Carlos Monsiváis nos podremos sentir orgullosos por siempre.
Más vale una sola verdad socarrona y dolorosa en la mano, que cientos de miles de mentiras volando por los espacios mediáticos. Carlos Monsiváis nos deja como herencia la sabia ironía y el espíritu de crítica como formas indispensables de la inteligencia social. En contrapartida, la sociedad debería aprender a organizarse para pensar y actuar.
Carlos Monsiváis, escritor, periodista, ensayista, cronista, coleccionista, luchador social con la palabra impresa y hablada, siempre al lado de las mejores causas, explorador del alma de México, ya no estará más físicamente con nosotros, pero aquí estará toda su obra para aprender algo nuevo sobre este país, día a día.
Gracias a Carlos Monsiváis, los mexicanos que leen podrán darse cuenta mejor de quiénes somos y dónde estamos. Esperamos que eso nos ayude a pensar con seriedad y lucidez, a partir de aquí y de ahora ¿adónde vamos?
(Foto: Luis Fernando Fernández, tomada de: La Gaceta de la Universidad Veracruzana.
Archivos diarios: 21 junio, 2010