Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



Aquí comienza la libertad…

Trabajo en una biblioteca desde hace varios años. Empecé a ensayar el trabajar en una biblioteca -que básicamente consiste en desordenarla mientras se leen los libros e ir reordenándola al mismo tiempo, para poderlos localizar y releer- en la biblioteca de un tío, en mi infancia. En realidad, ahora lo sé, el trabajo de una biblioteca es muchas veces más complejo, involucra la participación de muchas personas y es una actividad colaborativa de creación social de conocimientos.
Desde niño siempre me fascinó que hubiera tanto por leer… los libros estaban ahí, esperando y había que poner manos a la obra.
Así lo hice, así lo he hecho, desde entonces hasta la fecha. Sin embargo, muy en contra de lo que pueda parecer, soy un pésimo lector. Lo confieso. A veces, los libros imponen un respeto y una autoridad que nos hace alejarnos de ellos: «ese libro es demasiado para mí»; pero otras veces son tanto o más entrañables que un hermano o una hermana, más atractivos que un amigo o un amante.
El libro guarda y brinda siempre el consejo que no nos puede dar por mil razones un padre, o una madre, un anciano, un maestro.
El libro nunca es ruín, aunque también es un hijo del hombre. Le salva, que espera.
El libro puede acumular polvo durante muchos años en un librero, en un estante, hasta que te percatas de su existencia, o te acuerdas de él o lo redescubres. Entonces vas, lo abres y éste empieza a decirte ese secreto tan bien guardado, y que sólo uno conoce: la verdad sobre uno mismo, la verdad sobre el mundo y sobre las cosas, la verdad sobre el Otro -que también en cierta forma es uno mismo-: la verdad del alma.
Yo por eso pienso que en todas las bibliotecas del mundo, las grandes y las pequeñas, las suntuosas y las humildes, debería haber una leyenda bien visible que dijera: «Aquí comienza la libertad…».

 



Dimensiones ecológica, económica y social de las bibliotecas

(Este documento está en desarrollo, gracias por sus comentarios y aportaciones).

  • ¿Qué es el desarrollo sustentable?
  • Tecnologías sucias
  • La biblioteca como nodo de actividades individuales y colectivas
  • La biblioteca como matriz de conductas sustentables e innovadoras
  • La biblioteca como reflejo de la diversidad ambiental y línea de defensa del ambiente
  • Por una agenda ambiental en las bibliotecas

¿Qué es el desarrollo sustentable?
La noción de desarrollo sustentable surge de la exigencia legítima, un reclamo de cambio, de una parte gigantesca de la humanidad que ve crecer la acumulación de riquezas y los índices de bienestar en unas pocas regiones, a costa de la exclusión y la humillación en que viven millones de personas, a lo largo y ancho del mundo, a costa del cambio climático global con su secuela de desastres por inundaciones, de los cambios en el regimen pluvial y sus efectos agrícolas, y de la destrucción de la naturaleza y el resto de las especies biológicas.

Desde el punto de vista de la sustentabilidad, las instituciones que heredamos del proceso histórico civilizatorio de los últimos veinte siglos, representan una fortaleza que debe ser puesta al servicio de los fines del desarrollo sustentable, de una nueva modernidad que supere y trascienda el individualismo económico y el hedonismo tecnológico, que resuelva el hambre de más de mil millones de seres humanos, el analfabetismo de cientos de millones de hombres y mujeres de todas las edades y la precariedad de vida o la franca supervivencia de comunidades enteras en lo países más pobres, que ponga un alto a las guerras de dominación y al saqueo de recursos naturales de naciones enteras, a manos de unos cuantos; no se trata de reanunciar un utopismo conservacionista romántico, hartamente superado, de un retorno a la naturaleza y a la vida simple y sencilla en el campo, en comunidades alternativas. Es preciso armonizar de manera democrática, y a escala masiva, nacional e internacional, global, los frutos del desarrollo institucional con lo mejor de la ciencia y la tecnología, ambiental y ecológicamente viables. Aprovechar los avances tecnológicos para ponerlos al servicio de una relación justa entre los hombres y de éstos con la naturaleza.

Tecnologías sucias
Muchos sectores industriales y sus líderes, encabezan la primera linea de resistencia al cambio a favor del medio ambiente y la naturaleza. Les interesa la sustentabilidad siempre y cuando puedan seguir manteniendo sus ganancias y conservando sus lucrativos negocios. Pensemos en la industria automotriz. Tiempo atrás ya ha sido viable, tecnológicamente, otra forma de transporte, eficiente, sustentable, que no contamine y que integre a las comunidades, lo opuesto a lo que ha logrado la pseudoreligión consumista del automotor individual de combustión interna: «dime cuántos caballos de potencia tienes, y te diré de que nociones medioambientales adoleces».
Otras industrias generadoras de desechos tóxicos, son reacias a pagar el precio por la renovación de sus prácticas productivas y el tipo de materiales que emplean para producir sus productos de consumo. Aunque predomina la gadgetería con prestaciones impresionantes de pixelaje de sus cámaras, capacidades multimedia, acceso multimodal a la red, etcétera, ni Nokia, ni Google, ni Apple, ni Research in Motion han logrado imponer en la mente del consumidor -que no, como debería ser, ciudadano– el anhelo, la aspiración por un verdadero teléfono celular solar.
¿Qué porcentaje alcanzará la basura tecnológica entre los desechos urbanos, en los próximos años, cuando cada ser humano tenga o haya tenido ya uno o varios disposiivo de éstos? ¿Cuál será el destino de las baterías, carcasas, cables, etc.?
La industrialización ha dado frutos de enorme trascendencia, que configuran la globalización actual: dos muy destacables son el auge de la industria editorial y el desarrollo de la red mundial de información. En ese plano, las bibliotecas han crecido a ritmos desiguales al amparo de la incontenible industrialización; a pesar de ello, pueden constituirse a su vez en puntos de avanzada hacia una nueva cultura de la sustentabilidad.
El acopio de recursos de información que ha ocurrido de manera natural en las bibliotecas, debe y puede generar ahora una segunda ola de flujos de información hacia la sociedad: cómo manejar los residuos, cómo optimizar la energía, cómo aprovechar el espacio cultivable de manera racional, cómo diversificar y enriquecer la alimentación, cómo determinar la calidad del agua, el aire y el suelo, son saberes sobre los cuales existen documentos, obras científicas y técnicas, en las bibliotecas… falta el proceso de divulgación de dichos conocimientos, la capacitación del usuario, así como la participación más activa de las bibliotecas en la promoción de la dimensión ambiental de la vida de individuos y comunidades. Las bibliotecas representan un contrapeso natural a la esquizofrenia consumista de los medios masivos de comunicación y el culto a los excesos de todo tipo, que promueven. «El producto tal, que brinda la sensación más extrema, por desgracia, es también el más extremadamente nocivo para tu salud o para el ambiente».
Por otro lado, las bibliotecas son promotoras del aprovechamiento y uso óptimo de los recursos de información impresos y electrónicos, así como impulsoras de la digitalización y distribución electrónica de un volumen cada vez mayor de información, que de este modo no requiere el soporte impreso ni el consumo de tintas que no dejan de tener consecuencias para el ambiente.

La biblioteca como nodo de actividades individuales y colectivas
La biblioteca digital global, la red de bibliotecas digitales de todo el mundo, cuenta entre sus bondades directas e indirectas una mayor cobertura y distribución social del saber, así como con la preservación de recursos naturales como los árboles.
La biblioteca debe impulsar mecanismos para que las comunidades de aprendices-maestros y para que los ciudadanos todos en las diversas ramas de su actividad, aporten información relevante a las bibliotecas, información ciudadana, regional y para que se evite el dispendio de recursos como el papel.

La biblioteca como matriz de conductas sustentables e innovadoras
En la vertiente económica, las bibliotecas representan bancos de conocimientos e información, que son tan necesarios como el capital y el trabajo para activar los procesos económicos, con un agregado: que las bibliotecas prestan sus conocimientos sin réditos y que a diferencia del banco capitalista, los conocimientos depositados en el tesoro de la bibliotecas pueden compartirse prácticamente en forma inagotable, prestarse y distribuirse, sin que se agoten.

Un asunto aparte, relacionado con esto tiene que ver con la pérdida, mutilación y robo de libros, que no deja de ocurrir, lamentablemente aún en entornos cultos, como el universitario.

De la veta de conocimientos e información que salvaguarda la biblioteca, el ciudadano puede extraer riquezas incalculables que, si son adecuadamente aplicadas a la vida productiva, social y cultural en el campo y la ciudad, pueden hacer una enorme diferencia por su impacto económico, humano y civilizatorio.

Una economía creativa y el uso socialmente útil y provechoso del tiempo libre, pueden favorecerse y apuntalarse en un vasto, atractivo y siempre actualizado sistema de bibliotecas públicas, escolares y académicas.
En la literatura y la poesía, la humanidad puede reconocer el fruto de su esfuerzo de milenios, y reconocerse como la parte creadora y productora, en el plano de lo histórico, lo ético y lo estético.
Así, la biblioteca y sus recursos físicos y digitales, está llamada a atemperar los afanes consumistas e individualistas que impone como última motivación a los hombres el sistema mercantil; las bibliotecas pueden contribuir a que las justificaciones últimas que buscan los hombres a las limitaciones y precariedades reales de su existencia, no sean meramente materiales, o económicas, sino, principalmente sociales, históricas, éticas y estéticas.
Si privamos a los jóvenes y a los niños de los bienes incalculables de la cultura escrita e impresa que resguardan las bibliotecas, estaremos condenando a los ciudadanos a ser no más que meros engranes involuntarios e inconcientes de un mecanismo económico global, genocida y ecocida, que jamás será revisado, puesto en cuestión o en duda, con las consecuencias globales del caso.
Las bibliotecas tienden a ocupar espacios privilegiados dentro de las comunidades a las que sirven y cuentan con un prestigio merecido, que les es dado en asociación con su función como distribuidoras y preservadoras del saber. La preservación del saber de la humanidad, está íntimamente relacionada -o debería estarlo- con la preservación de la diversidad biológica y cultural de las regiones; así como la difusión y el conocimiento de las expresiones culturales está estrechamente relacionado con la vida de otras especies y con las interacciones del hombre en comunidad y con aquéllas, del mismo modo que con el paisaje y el entorno natural.

La biblioteca como reflejo de la diversidad ambiental y culltural y como línea de defensa del ambiente
Las bibliotecas representan por ello nodos activos de una red que abarca a la humanidad entera en el campo de la etnociencia y de las prácticas seculares productivas y culturales que en muchos casos caen en el olvido y están condenadas a perderse. Habrá que ver cuánto y cuál de ese conocimiento regional-local acumulado, apuntala una nueva ética a favor del entorno y un despliegue de capacidades regionales, en función de la herencia cultural y biológica que sustentan, para rescatar el medio ambiente.
Arte, ciencia y humanidades tienen cabida por igual en las bibliotecas, que deben promover el diálogo entre todas las disciplinas. El diálogo interdisciplinario debe permearse con esta preocupación por el ambiente, por el entendimiento entre los distintos enfoques disciplinarios, para diseñar una forma de desarrollo que mitigue el deterioro de la naturaleza, la desigualdad social y que aliente la expansión de una cultura de la información y el conocimiento a favor del hombre y del medio ambiente.
Las bibliotecas son espacios públicos por antonomasia, espacios de convivencia y diálogo al amparo de los ideales de la racionalidad y el humanismo basados en el conocimiento multicultural, por ende, constituyen ámbitos donde se alientan la cohesión social, el enriquecimiento intelectual recíproco entre los individuos, un reservorio de saberes para la comunidad, que refuerza, amplifica y multiplica la función de la escuiela, el centro de investigación y la universidad. A su modo, las bibliotecas suplen una función esencial en el terreno de la vida espiritual de las comunidades humanas, alternando ese papel con el de algunas iglesias.

Por una agenda ambiental en las bibliotecas
La biblioteca es, en cierto sentido, un templo laico a la humanidad y a la naturaleza -a través de la recogida, organización y puesta en circulación de las ciencias del hombre, del cosmos y de la naturaleza-, un «oráculo» apoyado ya no en la intermediación del chamán o del sacerdote y en la intervención o los favores de los espíritus o de los dioses, sino uno adonde el propio ciudadano despliega su inteligencia, agudiza su juicio, e interroga, escruta, busca, lee hasta que logra abrir sus ojos y sus oídos a las vastas realidades consignadas en los libros escritos en todas partes del mundo y a lo largo de todas las épocas.
En ese diálogo con el libro y con las redes de información en el ciberespacio, el ciudadano inevitablemente se encontrará con este llamado a un cambio de conciencia que le permita valorar, defender y cuidar de la naturaleza y de sí mismo.