Mientras el sitio WikiLeaks desata, por un lado, una oleada de esperanza en que la transparencia informativa puede obligar a los gobiernos a regular, por fin, sus actividades dentro del marco del respeto a los derechos humanos, el derecho internacional y de la ética, por el otro lado se gana las amenazas y descalificaciones de representantes de varios países, encabezados por los Estados Unidos de América, Inglaterra y Francia.
De «desafortunada», califican la filtración que permite a millones de personas en el mundo enterarse, hoy, gracias a 251,288 documentos, principalmente cables diplomáticos de Estados Unidos, de la naturaleza de la «diplomacia» que practican ese y otros países, diplomacia cuyos instrumentos son, como ha quedado a la vista, básicamente el espionaje, la complicidad y el chantaje global.
El mismo tratamiento diplomático de los países desarrollados, es el que reciben la mayoría de los países del mundo, cuando pretenden ponerse de acuerdo sobre cuestiones como el cambio climático, como lo revelan las primeras crónicas de la cumbre en Cancún.