Hace algún tiempo, reuní en un breve documento lo que considero son -entre muchos otros, seguramente- Cien beneficios de la lectura. Se trató realmente de un apunte, sin mayores pretensiones, que cargué en Scribd.com y compartí con todo aquél que tuviera interés en consultarlo, sin pensar mucho en sus efectos, ni acordarme durante largos meses de él.
Pasado el tiempo, observé cómo este documento fue efectivamente consultado, reproducido, citado o comentado por muchos otros lectores y usuarios de la red, a los que agradezco sinceramente la retroalimentación positiva que han hecho de él. Debo admitir, en honor a la verdad, que la gran mayoría de los beneficios mencionados en ese texto, por supuesto, son beneficios acerca de los cuales leí o escuché, o que ví reflejados distintas personas. Algunos, muy pocos, por supuesto, los he llegado apreciar también en mí. Por ello, creo que cada persona, o mejor dicho: cada lector, podría mencionar al menos un beneficio concreto o específico que ha recibido de la lectura, con lo que el número de beneficios no sería de un centenar, y tal vez tampoco de unos pocos miles, sino de tantos beneficios, como personas han aprovechado la lectura, beneficios que ésta ha dado y sigue dando a la humanidad.
Pensando un poco más sobre este asunto, me parece experimentar una breve oleada de optimismo, porque tal vez ese ideal educativo de acceso universal a la cultura, principalmente -pero no exclusivamente- a través de la lectura, permitirá algún día a todos los hombres y mujeres, ancianos y niños, aprovechar al máximo la cultura escrita (y también ¿por qué no? la cultura audiovisual) de toda la humanidad; entonces, tal vez, se podrían lograr acuerdos globales para resolver las graves injusticias, desigualdades y problemas que nos aquejan como especie (y que, de paso, ponen en riesgo de desaparecer a millones de otras especies, e inclusive a la biósfera en su totalidad).
Sólo espero que eso no ocurra demasiado tarde.
Pienso, ahora, en la situación de los estudiantes chilenos, algunos que han sido encarcelados y otros que están en una huelga de hambre, de varios días o semanas, exigiendo una educación pública gratuita de calidad para su país, y pienso en la forma en que ese gobierno -como muchos otros, en todas las regiones del planeta- parece no entender que si no hay una verdadera representación de los intereses públicos y una búsqueda activa del bien público en las acciones que encauzan, entonces esos países padecerán convulsiones, desorden, violencia y criminalidad, pues habrán orillando a su propia juventud a un camino de destrucción de un orden que, con razón, considerarán excluyente e injusto.
Se ha dicho que la pobreza sale muy cara. Agregaría, también, que es sumamente peligrosa.
He seguido con atención las alocuciones públicas y a la prensa, de los líderes del movimiento estudiantil chileno, así como las expresiones de los gobernantes y de algunos representantes de la sociedad chilena, y considero que es de la mayor trascendencia ver cómo se resolverán las demandas de esos estudiantes en los días próximos, y del curso que tomen las cosas en ese país latinoamericano, pues si el gobierno -válgase la redundancia- gobierna a favor de su pueblo, se producirá un cambio social, cultural y político que, seguramente, entusiasmará a los estudiantes jóvenes y a las familias de otros países -incluido México-, para que impulsen cambios de ese mismo tipo, en pos de mayor democracia, justicia y equidad, y de que se garanticen y se ejerzan realmente los derechos humanos fundamentales.
Hoy existe en nuestro país un grave rezago educativo que se aúna a la falta de empleos, la desaceleración económica, la injerencia extranjera, el abandono del campo, la sobreexplotación de nuestros recursos naturales, la salida de capitales, el endeudamiento, los desastres naturales, el clima de violencia y el imperio de los negocios asociados a la delincuencia organizada.
Con alrededor de 70 mil muertes violentas en lo que va del sexenio, urge que la sociedad mexicana LEA, se informe, analice, aprenda, critique y delibere ampliamente sobre ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿cuáles son las verdaderas fallas dentro del sistema educativo, económico, de representación política, que nos condujeron a esta situación? ¿qué sucede con los medios de comunicación de masas, como la radio y la televisión, que han conseguido o propiciado que grandes sectores de la población crean que pueden mantenerse alejados de las bibliotecas, los libros y la lectura, sin consecuencias nefastas, como las que vemos a diario? ¿qué vamos a hacer para corregir este rumbo de autodestrucción? ¿qué sucederá con países como el nuestro ante la turbulencia geopolítica y geoeconómica que ya mostró su ominoso perfil en 2008, y ahora revela un rostro aún más terrible?
Ojalá cada día más personas descubran que la lectura se ha vuelto una condición indispensable para la sobrevivencia.
Me parece muy cierto y muy interesante ami me apasiona la lectura entre los muchos beneficios que obtuve de la lectura esta una mejor dicción y cultura