Existe una montaña de fuentes de información acerca de la preparación y elaboración de informes, reportes de investigación, revisiones del estado del arte y para la publicación de artículos, libros o capítulos de libros en el ámbito de la academia y de la investigación científica. Por una razón natural, cada autor, cada investigador, reclama un mínimo de atención hacia sus ideas, aportes o avances, siquiera de otros colegas, a la espera de que su metodología, resultados y conclusiones sean citados por otros autores e investigadores del mismo campo del conocimiento.
Estos apuntes se refieren sobre todo al artículo científico, al reporte de investigación, que está relacionado estrechamente con el capítulo de libro, el artículo de difusión y la conferencia o ponencia en algún evento disciplinar, que suele resultar integrada en alguna memoria.
El éxito de un trabajo de investigación y su continuidad en el tiempo, se ven reforzados y coronados por la dedicación para organizar de manera sistemática la información y de presentar los resultados y conclusiones en un lenguaje que sea suficientemente riguroso, claro y comprensible, que concite en los pares, además, la necesidad de saber, comprobar y verificar si lo que se presenta tiene la validez que el autor le otorga, o si hay flaquezas, o si por otro lado hay puntos débiles que hay que revisar, lo cual puede y debe hacerse en la medida de las posibilidades y de los aportes que otros hacen al proceso de investigación, con otros métodos y posiblemente también con otros resultados.
El lenguaje de los documentos académicos y científicos ha ido organizándose en una búsqueda creciente de claridad, concisión, exactitud, rigor, objetividad y al mismo tiempo elocuencia, ampliando el campo de actividad de los investigadores al terreno de los escritores, ensayistas y filósofos. Aunque el imperativo del conocimiento en el pensamiento occidental sea el de las así llamadas objetividad y racionalidad científicas, los hombres de ciencia se ven impulsados hacia determinadas posiciones teóricas y filosóficas de fondo.
Repasemos, aunque sea de manera general algunos rasgos del lenguaje usado en los textos científicos.
La perspectiva de los textos académicos y científicos, tiende a ubicarse de manera externa a los procesos, fenómenos o acciones descritas, esto por un afán supuesto de objetividad. Predominan las frases donde está implicada la tercera persona gramatical, que no es el emisor (yo), ni el receptor (tú), del mensaje científico. De ahí que las expresiones tales como: se calcula, se estima, se encontró, se comparó, se utilizó, sean las más empleadas. Esto constituye un freno -hasta psicológico- para que el autor no se involucre con sus apreciaciones, interpretaciones o versiones subjetivas sobre el contenido del documento, circunscribiéndose al uso de las funciones informativa, demostrativa, o argumentativa y problematizadora del lenguaje.
Los artículos científicos, los informes técnicos de laboratorio y de campo y otros textos académicos, se caracterizan por el empleo de un lenguaje centrado y aceptado en la disciplina de que se trate, o en la que se inscribe el asunto de la investigación, procurando que los significados sean tan unívocos como sea posible, evitando el empleo de sinónimos o términos coloquiales. Este lenguaje especializado se usa, además, para construir frases u oraciones completas (es decir aquellas que incluyen un sujeto, verbo y predicado) cortas. Se trata siempre de evitar la ambigüedad, de oscurecer el significado o de dificultar la comprensión del texto.
Lo opuesto a la claridad de los textos científicos, directos, breves y concisos, es todo aquello que sea rebuscado, rimbombante, retórico, ambiguo, oscuro o confuso, o que se preste a diversas interpretaciones. Es tarea del autor del texto científico el seleccionar y el ordenar cuidadosamente las palabras para que el posible lector no interprete erróneamente lo que el autor ha querido comunicar.
De vital importancia para conseguir el mayor impacto de la investigación en la comunidad especializada de destino, es el conocer el factor de impacto de las revistas, que representan la penetración que alcanzan los artículos de determinadas publicaciones, tomando en cuenta el número de citas que reciben los mismos, la visibilidad que alcanzan sus contenidos, su prestigio en el tiempo, etc. Elseviere impulso a partir de 2016 el índice CiteScore, que toma en cuenta un periodo de tiempo multianual para ponderar el ranking de una publicación.
A los investigadores les puede ser de gran ayuda un sitio como Scimago Journal and Country Rank. Web of Science y Scopus son fuentes de consulta de los factores de impacto de revistas arbitradas, que requieren alguna forma de suscripción.
Sobre la extensión de los textos, las recomendaciones coinciden en mayor o menor medida, en que deben ser breves, sin llegar a cansar por continuos cortes o saltos en la lectura. Un promedio de 4 o 7 y un máximo de 12 renglones parece lo recomendable.
Cada publicación académica o revista arbitrada emite sus lineamientos editoriales, mismos que deben ser rigurosamente respetados por los investigadores, para que sus artículos no sean rechazados a causa de aspectos de forma. Por supuesto que la validez, corrección, originalidad, correspondencia interna y pertinencia de los diferentes elementos del contenido, serán el factor decisivo para que se consiga la publicación del documento. En el siguiente enlace se puede consultar una serie de criterios específicos que los pares toman en cuenta durante el arbitraje de una publicación, con ello se obtiene una idea general de la minuciosidad del proceso.