Hay más de mil millones de seres humanos que padecen hambre en el mundo. Grandes sectores de la población padecen desempleo y la desaparición de microempresas, despidos colectivos y pérdida de estándares mínimos de vida. Por otro lado, un pequeño grupo de operadores financieros e inversionistas y un pequeño sector de la industria trasnacional, ven crecer de manera escandalosa sus ganancias.
En México, con más de la mitad de la población sumida en la pobreza, una clase media en extinción y dirigiéndose a diversas formas de exclusión, contamos con el hombre más rico del mundo, Carlos Slim Helú y una clase política cómodamente instalada en sus privilegios y que poco o nada hacen para corregir la situación de depauperación creciente de millones de mexicanos. Por si no fuera suficiente, se ha desatado una oleada de violencia que nos remite a 1968, 1971, 1989 o 1994, 1997 y 2006, (Oaxaca y Estado de México) años todos en que el país padeció hondamente del agravamiento del autoritarismo y la violencia política, que ahora se complica, por la amplia difusión de actividades delictivas como el secuestro y el narcotráfico ante el nulo crecimiento económico y pérdida del bienestar social.
Ante tan perturbador escenario, en las últimas semanas se configura otro enorme problema de caracter ambiental, cuyas repercusiones en la economía de México, aún están por verse: la torre petrolífera semi sumergible Deepwater Horizon, arrendada por medio millón de dólares al día a British Petroleum, está arrojando desde el 22 de abril de 2010, casi cien mil barriles diarios de petróleo crudo, al ya de por sí contaminado Golfo de México. Una catástrofe parecida la provocó el incendio del pozo Ixtoc I frente a las costas de Campeche en 1979.
Hay ecosistemas enteros y cientos o miles de especies marinas y costeras, tanto vegetales como animales, que están siendo afectados, y otras más en riesgo de serlo, por esta falla en la tecnología de extracción profunda de hidrocarburos de debajo del lecho océanico.
La conmoción ambiental que está ocasionando esté accidente y sus secuelas ha generado un caudal enorme de noticias e información, como puede verse al hacer la búsqueda correspondiente en Google Noticias.
Queda claro que un gran número de países han prohijado y apuntalado por medio de toda suerte de medidas pseudolegales, pseudopolíticas y mediáticas, un sistema depredador, que atenta contra los derechos humanos esenciales y contra la naturaleza que es el sostén de la vida no solamente humana, sino de todas las demás especies del planeta.
Ecocidio por contaminación y agotamiento de recursos naturales, y genocidio por empobrecimiento, hambre, enfermedad y miseria, son el resultado de un modelo que se sustenta en la preeminencia del «éxito» y la felicidad individuales, por encima del bienestar colectivo.
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