Invitamos a todos nuestros lectores a que descarguen, lean, conserven y difundan el número 20 de El Referencista, boletín electrónico de la Dirección General de Bibliotecas de la Universidad Veracruzana, pues procuramos que en cada edición todos encuentren algo que les sea de interés y utilidad.
Evaluar en educación se ha vuelto equivalente a tomarle la temperatura a un niño enfermo, sin curarlo
Hugo Aboites habla de su libro «La medida de un país».
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=qvPQtWlHU9A
Más claro no puede ser.
Tras analizar el desarrollo de la política educativa en nuestro país -a la cola entre los integrantes de la OCDE, según indicadores de la misma organización; y el de peor desempeño en América Latina, según el investigador- Hugo Aboites nos enfrenta a una dura realidad:
La evaluación y la educación, en México, a pesar de lo establecido en la Constitución Política, se ha convertido en un mecanismo de exclusión, segregación y frustración de los destinos de millones de mexicanos.
Ello nos obliga a mantener el tema de la educación a la vista de todos, sin quitar el dedo del renglón sobre ese tema. Leer más…
1a. Encuesta sobre habilidades para el uso de la información
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Síntomas del fracaso educativo nacional hacen crisis al final del sexenio de Calderón
A pesar de los 40 años -ininterrumpidos ya- de neoliberalización de la economía del país, México:
1) no logra empezar a crecer
Y ¿cómo: con el retroceso educativo en términos absolutos, con el agro arrasado, si el salario perdió casi la mitad de su poder adquisitivo en el sexenio que termina, si miles de microempresas cerraron por la violencia o el mercado interno disminuido, si no despega la investigación científica y la modernización tecnológica del país y se informalizó aún más el empleo?; sin embargo, pese a todo ello, el sector bancario y de medios masivos operan ¡con ganancias!;
2) los monopolios en comunicaciones reconcentran su poder económico y político, y se ahondan las ya de por sí alarmantes diferencias de clase; estas tendencias lo que harán será acentuarse, basta ver los pronunciamientos del presidente declarado formalmente electo tras su aparentemente limpio triunfo, avalado controversialmente, por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Se difundió profusamente en las redes que Enrique Peña Nieto contó con el notorio y evidente respaldo de parte de Televisa y su aparato mediático, del Consejo Coordinador Empresarial a través de algunas empresas, y el de la Iglesia Católica y de las telebancadas en el Congreso y el Senado y que también erogó una cifra aún desconocida de recursos económicos para alcanzar dicho triunfo.
El próposito, la aspiración, de constituirnos en una sociedad de la información y el conocimiento, se malogra en la medida en que proyectos como el de Banda Ancha para Todos (que en su momento esbozó el Sindicato Mexicano de Electricistas con infraestructura de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad y de la desaparecida Compañía de Luz y Fuerza del Centro, recursos ahora bajo control de la iniciativa privada,) o el proyecto basado en WiMax, de Internet de banda ancha inalámbrica, de la empresa MVS (que tanta polémica generó en fechas recientes, al exhibirse tanto por parte de la empresa como del gobierno federal, las negociaciones, presiones y componendas que tienen en las alturas del sistema político nacional, en detrimento hasta de la libertad de expresión o el derecho à la información), son desarticulados por las autoridades federales (por lo menos, con la participación de la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Energía, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la Comisión Federal de Telecomunicaciónes), para poder ofrecer, luego, al mejor postor económico y político (muy probablemente, en este caso, también se trate de Televisa) la oportunidad de desarrollar la infraestructura tecnológica que haga factible la provisión y el acceso a una nueva oleada de servicios interactivos de televisión, comunicaciones e información, dejando en pocas manos las ganancias multimillonarias derivadas de ello.
Ayer, el priísta Pedro Joaquín Coldwell, quien calificó de «porros» y «acarreados» a los cientos de estudiantes de la Universidad Iberoamericana, que se manifestaron vivamente en contra de la candidatura presidencial de Enrique Peña durante una visita a su institución, y que inmediatamente después de esas declaraciones, publicaron un video donde 131 de ellos presentaron evidencias de ser universitarios matriculados, dando origen al movimiento «#Yosoy132», llamó otra vez la atención de miríadas de internautas, al implicar que en México, algunos de los usuarios de las redes de internet, y particularmente de las redes sociales, principalmente estudiantes, son ignorantes, no tienen nada interesante que decir y/o lo hacen mal, lo que confirma los resultados obtenidos por México en las evaluaciones internacionales sobre educación.
Al descalificar así, entre líneas, desde su alta posición como líder del principal partido político del país, a quienes participan con sus ideas, críticas y comentarios de toda índole y calidad en la red de redes, Pedro Joaquín Coldwell pone en cuestión no solamente el estado en que se encuentra el país, debido tanto a su sistema político-económico, como al abuso de quienes detentan los medios masivos de comunicación y que imponen, así, ideologías, hábitos, conductas y estilos de pensamiento entre la población, pero, sobre todo, acusa la verdadera calidad de nuestro sistema educativo.
El sistema educativo mexicano es fruto de la Revolución Mexicana: esperanza de desarrollo, igualdad y unidad nacional; ahora, se encuentra lastrado, tanto por la franca molicie que parece prevalecer en la cúpula del poder sindical magisterial, como por el cada vez más visible abandono oficial -en favor de la educación impartida bajo esquemas mercantiles: la educación privada- y los intentos por desaparecer, minimizar, e incluso reprimir, las manifestaciones de rebeldía y desesperación, que desembocan con una preocupante frecuencia en violencia, entre las depauperadas bases magisteriales, y hasta entre los propios estudiantes normalistas, del centro y sur de la República (Hidalgo, Oaxaca, Guerrero).
Las expresiones que juzgan poco interesantes, o mal planteadas, las muestras de malestar social en las redes, dejan entrever la pobre disposición del gobierno federal entrante, para que se ahonde y consolide una incipiente democracia deliberativa que, si nos lo propusiéramos realmente, los mexicanos podríamos desarrollar hasta convertirla en una verdadera democracia participativa, que supere de una vez por todas los vicios y defectos de una democracia meramente representativa.
Ya sabemos que, a pesar del IFE, o gracias al mismo, nuestra democracia representativa siempre ha generado escepticismo y dudas sobre la limpieza electoral, la validez de los resultados y la legitimidad de nuestros representantes, por la consabida comisión impune de fraudes electorales, la compra-venta illegal, pero consentida, de votos, el derroche de recursos en forma de gastos de campaña, la manipulación interesada de las encuestas, el desaseo en el manejo de la documentación electoral, de los resultados mismos y, la supervivencia del voto corporativo, por sectores, etcétera.
El lema de la Revolución encabezada por Francisco I. Madero fue, precisamente «Sufragio efectivo, no reelección». Esta «alternancia política» bipartidista, sí, pero que en lo económico ha sido, es monolítica -monótonamente- neoliberal, entre el PAN y el PRI, y que lleva estacionada en el poder cuarenta años, se ha traducido en cuarenta años de estancamiento económico, social y cultural, lo que parece distar mucho de aquellos propósitos originales de la Revolución: tierra y libertad, justicia social e igualdad, bienestar y paz.
Hemos estado avanzando en el sentido contrario: cada día hay más pobreza, desigualdad, dependencia, injusticia, descontento, inseguridad.
La esperanza de «cambio» que se arremolinaba en las plazas, en aquel año 2000, se frustró paladinamente en 2012: el ex-presidente Vicente Fox en persona, el presidente «del cambio» , llamó a votar por el regreso del antiguo régimen. Ahora, Enrique Peña sucederá a Felipe Calderón, en el poder, tersamente.
Parece que no importa bajo qué siglas, el programa de reducción del Estado, la privatización de bienes públicos, la desregulación económica, y el impulso al darwinismo económico-social, cuya cúspide atroz es la corrupción de cuello blanco que alimenta, con un puñado de mexicanos, la lista Forbes de los más ricos del mundo, y la guerra contra el narco, el imperio del más fuerte, el regreso de la ley de la selva, la extinción del estado de derecho y las escalofriantes carnicerías, en que los distintos grupos delincuenciales se hacen pedazos unos a otros -nada más entre ellos, se dice, pero enmedio de la población civil trabajadora, desarmada e indefensa, que ha salido poniendo las cifras de colaterales– al margen de toda ley, sin aparentes investigaciones, ni procesos judiciales, ni incautaciones de bienes, ni bloqueo de las redes de financiamiento, etcétera. Este modelo neoliberal, privatizador, que se apoya en la violencia del narcotráfico, acabó imponiéndose desde el 2000, durante doce años.
Y durante seis o doce más, puede preverse, a partir de este diciembre.
Por otro lado, las cifras de pobreza, desempleo y marginalidad no han hecho más que crecer. Ahora, hasta podemos «presumir» -dicho con culposa ironía- de que en México hay más analfabetas que en 2006. Y un presidente electo que no es capaz de recordar lo que lee.
En todas las escuelas y bibliotecas del país deben existir de forma permanente programas, abiertos a ciudadanos de todas las edades, para abatir el analfabetismo simple y para combatir, sobre todo, el analfabetismo funcional, que es el que se manifiesta cuando las personas saben leer y escribir, sí, pero simplemente no lo hacen.
La lectura y la promoción de la misma, es una de las tareas insoslayables, urgentes, que pueden socavar en su base el poder manipulador omnímodo de las televisoras.
Cada día es más urgente la necesidad de implementar, en todos los niveles y sectores, formales e informales, de la educación, programas de alfabetización informacional.
Desde el punto de vista de los servicios, recursos y agentes de la información, el resultado electoral del 2012 representa, básicamente, el triunfo de la ignorancia supina de nuestra historia, y el del analfabetismo funcional.
La Reforma Integral de la Educación Básica, RIEB, que hace énfasis en el aprendizaje y desarrollo de competencias entre los estudiantes, requiere que los docentes, las autoridades y los padres de familia hagan aún un mayor esfuerzo para lograr se superen que los resultados de las pruebas como ENLACE y PISA.
Lo anterior implica una cruda paradoja:
Aunque, en su cotidianidad, los niños y jóvenes viven en medio de y padecen los prejuicios, la violencia y la destrucción ambiental y civilizatoria, generada por los adultos, se espera que ellos aprendan a ser multiculturales, asertivos, pacíficos, cultos, racionales, críticos y creativos.
Y luego, está el poder «educativo» de las televisoras, tan elogiado hasta por algunos funcionarios de gobierno. Uno de ellos, Alonso Lujambio, como debe recordarse.
Es claro que la inmensa mayoría de los habitantes de este país perciben su realidad a través de los filtros, de las lentes, de la mirada que las televisoras les ofrecen.
Las televisoras comerciales en México han vuelto estériles todos -o casi todos- nuestros esfuerzos educativos.
En México casi nadie lee periódicos, menos leen libros y son pocos, aún, los que se informan en Internet.
En nuestro país, y ésto debemos tenerlo muy claro, como en muchas otras partes del mundo también, las cadenas de televisión tienen todavía el poder de «crear» o «inventar» (y también de destruir): presidentes, enemigos públicos, estrellas, y/o líderes admirables.
Por eso, los reclamos de los estudiantes universitarios de este país, aglutinados en torno a #Yosoy132, son certeros, trascendentes, justos. Conocedores de todo lo anterior, no dudan en exigir, en reclamar: mayor apoyo a la educación, a la investigación científica, a la cultura y al conocimiento, que se democraticen los medios, que se reformen, que se pluralicen y se abran a todas las voces y expresiones intelectuales y políticas, y a que se ejerza el derecho a la información como fundamento de una verdadera democracia.
México no puede seguir viviendo en el oscurantismo que se propaga -paradójicamente- tanto en la escuela, como fuera de ella; peor aún, que impera en los propios hogares mexicanos -a través de la televisión-.
#Yosoy132, proceso electoral, monopolio de medios y la (futura) sociedad de la información en México
Muy acertadas son las demandas del movimiento estudiantil universitario y académico, aglutinado en torno a la etiqueta #Yosoy132, que está llevando a una buena parte de la sociedad mexicana, a reaccionar positiva y propositivamente ante el control y la manipulación que al parecer han establecido, como norma de conducta, los medios de comunicación, particularmente en lo relativo a la propaganda de los partidos políticos y de sus candidatos.
La supuesta información interna de Televisa, que se ha divulgado a nivel internacional, gracias al diario The Guardian (pero originalmente, por la revista Proceso y posteriormente también por Wikileaks), sobre la compra de servicios especiales de promoción de ciertos candidatos -como, presuntamente, fue el caso de Enrique Peña Nieto, cuando era gobernador del Estado de México- y para el desprestigio de otros -como, presuntamente, fue el caso de servicios pagados por el ex-presidente Vicente Fox para afectar la imagen del entonces -en 2006-, candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, indica que las críticas de los estudiantes, dirigidas contra el consorcio Televisa principal pero no exclusivamente, no carecen de sustento.
El tema de los medios de comunicación como constructores de opinión y modeladores de nuestra realidad sociopolítica y sociocultural, es un tema que demanda la atención de toda la sociedad, por sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo.
Sin ir muy lejos, durante el segundo debate de los candidatos a la presidencia, que se transmitió el pasado día 10 de junio, se pudieron apreciar inexplicables y -por ende, sospechosas- «fallas técnicas»- que afectaron principalmente a uno de los cuatro candidatos que se presentaron a debatir.
En un primer momento del debate, al inicio de la intervención del candidato de la coalición de partidos Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador, se transmitió -al menos por la cadena de televisión satelital DISH-, sólo la imagen, sin audio; dicha falla, aunque duró no más de 6 segundos, parece imperdonable, tratándose de un evento que, como lo califican las propias televisoras, alcanzó un record histórico de audiencia.
La otra falla fue más grave, pues durante casi 10 segundos no se tuvo ni audio ni video del último mensaje del mismo candidato, Andrés Manuel López Obrador, en la misma cadena de televisión satelital. Lo que vieron los espectadores en ese medio fue simplemente un cuadro a negro. Nada semejante ocurrió, ni antes ni después, con ninguno de los otros candidatos.
Pueden parecer insignificacias, pero si nos atenemos a los costos de producción de los tiempos de televisión en la actualidad, y a la logística y previsiones técnicas que se toman hasta para programas de menor relevancia, resulta sumamente preocupante percibir la displiscencia o hasta la mala hechura -no se sabe si intencionada, o no- de estos momentos particulares de una transmisión, que hasta parecen afectar selectivamente a uno de los candidatos.
Cuando los jóvenes del movimiento #Yosoy132 exigen la democratización de los medios de comunicación, dan pauta precisamente a que este tipo de «fallas», intencionadas o no, y otras carencias e inequidades que tienen lugar en las transmisiones de radio y televisión*, y que afectan a cualquier candidato o aspirante a un cargo de representación popular, o a voceros de un sector o a otro de la sociedad, se señalen y se corrijan o enmienden, en aras de una verdadera imparcialidad y claridad en la transmisión de la información.
El papel de la información en la sociedad es cada vez más claro: la información es, entre otras cosas, una actividad que permite inducir, alentar, desalentar, en suma: regular los procesos sociales. Esto lo saben muy bien en los medios masivos de comunicación, y ese conocimiento e inteligencia, se plasma en las campañas de marketing, tanto de productos comerciales -para generar la necesidad y la demanda de un determinado bien, o satisfactor- y en el marketing político. El peso de los medios de comunicación, como la radio y la televisión, y el poder que representan en esta función de difusión, inducción y control, es tan grande, que por ello, se impone, sobre quienes detentan el uso de dichos medios, la observancia de un código de ética; pero como la ética supone la combinación virtuosa y conciente de saberes y haceres a la luz de diversas valoraciones -algo que, debe reconocerse, no todos hacemos, ni todo el tiempo ni siempre bien-, los medios deben tener contrapesos sociales, integrados en forma plural, con criterios consensuados sobre la realidad a evaluar, con capacidad de respuesta inmediata para monitorizar, dar seguimiento, supervisar y hasta vigilar, en todo momento, el quehacer de los comunicadores en los medios, sus mensajes y comportamientos.
«Dejar hacer y dejar pasar», en los medios, hoy, es simplemente criminal.
La democracia debe construirse a partir de una competencia en condiciones de libertad y equidad. No es posible que una minoría arrase con sus conceptos y opiniones sobre los de una mayoría, a través del poder de coacción y de manipulación, repetición y distorsión de la realidad de los medios, como la radio y la televisión.
Otro gran acierto de los jóvenes es el empleo coordinado de las nuevas tecnologías de información: Twitter, Facebook y Youtube. En este punto, no debemos pasar por alto la referencia a que la primera guerrilla virtual o ciberguerrilla, o movimiento contestatario digital, es atribuido a la organización de los indígenas zapatistas de Chiapas que atrajeron los reflectores sobre la realidad de las etnias de México, presentándola ante los ojos del mundo, utilizando precisamente Internet.
Sin embargo, la composición del movimiento #Yosoy132 es mil veces más plural y diversa que la de los zapatistas. Por ello, es digno de destacarse su capacidad para definir y afinar sus justas demandas y exigencias, en un grupo específico de puntos, los cuales incluyen, además de la democratización de los medios y el acceso a Internet de banda ancha, como un derecho constitucional en nuestro país, la realización de juicios políticos a Enrique Peña Nieto, Vicente Fox y Felipe Calderón, debido al papel de los primeros en el uso brutal de la fuerza pública en San Salvador Atenco, y por la cuestionable eficacia de la guerra declarada, contra el narcotráfico, por el último.
Ante la movilización estudiantil que llevó en días pasados a miles de jóvenes al Estadio Azteca, para realizar una protesta visible en la televisión, contra la candidatura impulsada por los medios y, en particular, Televisa, de Enrique Peña Nieto, se difundió también por la red información en el sentido de que, desde algún nivel del gobierno del Estado de México, se acarrearon grandes cantidades de partidarios del candidato mencionado, con el boleto de entrada al partido de futbol de marras pagado, para intimidar o disuadir de su protesta a los integrantes de #Yosoy132. El asunto llegó hasta el punto en que algunos de éstos sufrieron agresiones físicas, ante su derecho a manifestarse libremente. Actualmente hay litigios en curso sobre dichas agresiones, y estudiantes del #Yosoy132 presos, mientras que no se sabe que se haya detenido a ninguno de los supuestos agresores. Mal síntoma.
También en estos días, la Comisión Federal de Competencia elabora un dictamen cuyo contenido se podría a dar a conocer a más tardar el 15 de junio, sobre la posible alianza, en un negocio multimillonario en dólares, de Televisa con una empresa emblemática del grupo de negocios de Ricardo Salinas Pliego: Iusacell. Si se confirma que han autorizado la fusión del duopolio televisivo, para formar otro de telecomunicaciones (con Telcel, el de Carlos Slim), el más grande del país -y quizá uno de los más grandes, o el más grande de Iberoamérica- se envía una señal muy lamentable al movimiento estudiantil #Yosoy132, que está exigiendo precisamente que se modere el poder -quasi absoluto- de las televisoras, y de las empresas de telecomunicaciones relacionadas con la provisión de servicios de Internet.
Actualización: hoy en la mañana, en el noticiero MVS Noticias con Carmen Aristegui se informó que en el curso de este día, podría aprobarse «una alianza» entre Iusacell y Movistar, que es una empresa con capital español, para aumentar la competencia ante el proveedor dominante de servicios de telefonía móvil, Telcel, de Carlos Slim, el hombre más rico de México y del mundo.
Por otra parte, el tema de los medios masivos de comunicación estuvo ausente en el segundo debate de los candidatos presidenciales. Ni siquiera se mencionó éste como uno de los «subtemas posibles», de los tres bloques que articularon el mismo. De nuevo, pesan aquí la suposiciones de que las televisoras han acumulado tal poder, que esa podría haber sido una condición tácita para transmitir el debate por «sus» canales de mayor audiencia: que nadie cuestionara sus mecanismos de operación, ni sus políticas de comunicación, ni su influencia.
Con la información muy fresca sobre Televisa, divulgada por The Guardian, un periódico con un prestigio internacional ganado a lo largo de su historia, y que apuntaría a lo que serían ni más ni menos que coaliciones mafiosas entre medios y candidatos en México, resulta notable que ninguno de los candidatos actuales hiciera mención de ello.
El movimiento #Yosoy132 ha enfocado sus baterías, por ahora, en los temas que giran en torno a la equidad en el proceso electoral; pero es de esperarse que se articulen y organicen en torno a demandas de un nivel aún más elevado, trascendente y de largo plazo.
El asunto de la información y la comunicación nos preocupa y nos concierne sobremanera, a quienes estamos relacionados, por ejemplo, con la educación, con la investigación y, particularmente, con los servicios bibliotecarios y de información. En estos ámbitos, estamos concientes de que muchos docentes y estudiantes (de todos los niveles educativos) e investigadores (en el caso de universidades, públicas y privadas) acuden a las bibliotecas académicas, escolares y/o públicas, o a la red Internet, enmedio de densos nubarrones de desinformación, lastrados por lagunas procedimentales, y por la ausencia de criterios para evaluar la calidad de la información; y de que, con frecuencia, los propios académicos, docentes e investigadores, la mayoría incluso con posgrados, se brindan «autoservicios» de información empleando la red, sin que se conozca a ciencia cierta el nivel de profundidad y la calidad de la información que son capaces de localizar, recuperar y obtener, sin el auxilio de los bibliotecarios.
Adicionalmente cabe señalar que, a nivel nacional, la realidad que enfrentan los bibliotecarios, la mayor parte de las veces, es sencillamente gris y deprimente: porque el grueso de las bibliotecas escolares y universitarias en el país carecen de los recursos económicos indispensables para su desarrollo, pues las normativas existentes no estipulan la obligación, de sus instituciones, de destinar anualmente un porcentaje preestablecido del presupuesto de las mismas, para asegurar el desarrollo óptimo de los recursos y servicios de información que brinda esta organización académica fundamental.
Retomo una afortunada metáfora del doctor en biblioteconomía, Jesús Lau, que reza que si las universidades fueran panaderías, la «harina se encuentra en las bibliotecas».
Bajo el esquema de cosas vigente ¿cómo se asegura la suficiencia y la calidad de «la harina» que se usa para «hacer pan», en las universidades públicas y privadas de México? Y, si una panadería no hace pan, o lo hace de mala calidad, entonces ¿qué es lo que en realidad hace?
Además: el acceso a la información y el conocimiento, eje central del movimiento #Yosoy132, supone inevitablemente el desarrollo, desde la edad más temprana, del hábito de la lectura y, por consiguiente, de las habilidades para el acceso y uso eficaz de la información, como se definen en una de las visiones más comprehensivas del tema, y que rebasa el ámbito de los servicios bibliotecarios (aunque fue allí donde se originó), y que es el tema central de lo que conocemos como alfabetización informacional.
Es necesario que el movimiento #Yosoy132, revise, considere y retome los conceptos medulares que se han desarrollado a nivel internacional, sobre el asunto de la alfabetización informacional, pues ahí se encuentran las claves para empoderar realmente a los ciudadanos mexicanos, para hacer frente a los mensajes de manipulación y coherción omnipresentes de los medios masivos de comunicación y para construir los cimientos de una sociedad moderna, democrática, sana, justa, segura y armoniosa.
Para articular una política de información y comunicación en el país, que regule el funcionamiento y los efectos perniciosos de los medios en la sociedad, se debe debatir ampliamente sobre la organización democrática de sus estructuras y procedimientos; a propósito de ese debate, pueden servir los pronunciamientos que, sobre la sociedad de la información, se han realizado a nivel global en las distintas Cumbres de la UNESCO sobre la Sociedad de la Información, como parte de las políticas de fortalecimiento y consolidación de la democracia, garantizando la participación social plural en los medios.
Dicha política de información y comunicación involucra, necesariamente, los temas de la educación tanto formal como informal, adonde definitivamente deben llamarse las cosas por su nombre, y lo que ahora figura solamente como algunas «competencias» limitadas, acotadas, y que algunos pueden considerar meramente complementarias o accesorias, al saber leer y escribir, pero que en realidad son los ejes articuladores de los curricula educativos en la sociedad de la información:
- saber que se necesita información,
- saber dónde buscar la información que se necesita,
- saber localizarla y recuperarla,
- usarla respetando la ética y las legislaciones correspondientes
- transformar dicha información y dicho conocimeinto en beneficios sociales e individuales, efectivos y reales.
Lo anterior será decisivo en la vida cultural y científica del país. Es posible que los jóvenes que integran el movimiento #Yosoy132, ya estén concientes y enterados de todo ésto.
Como parte de estas reflexiones, hoy, reproducimos en este blog, dos notas publicadas en La Jornada: una, relativa a la «exportación» de capital intelectual formado en México, hacia el extranjero, que es un eufemismo para decir que muchos mexicanos, preparados académicamente, huyen de una situación de estancamiento económico, nula inversión en ciencia y tecnología, inseguridad, subempleo, marginalidad, etc.; y la otra, que contiene el posicionamiento de un reconocido científico mexicano -Javier Flores- el cual, conociendo desde su interior, la simulación que representa el «hacer como que se hace» ciencia, en México, señala que este estado de postración, corrupción y dependencia hacia el extranjero en este y otros campos, es el fruto de decisiones tomadas por una «dictadura» que ha castrado, a lo largo de décadas, la creatividad y el potencial científico de nuestra nación. Javier Flores, además, le pone nombre y apellido a los autores de esta política que atenta contra nuestra soberanía como nación independiente: los partidos políticos PAN y PRI.
Si se aúna la preocupación del movimiento #Yosoy132, por el acceso a la información y al conocimiento para todos, con la necesidad de detonar el desarrollo de la ciencia y la tecnología en nuestro país, fortaleciendo el trabajo del Estado y de la sociedad en el campo de la educación, del fomento a la lectura, del desarrollo de un sistema bibliotecario robusto -precisamente en las regiones adonde los niños y los jóvenes enfrentan a diario, solamente, un horizonte de pobreza y de violencia, imitando en lo que cabe el modelo de Colombia-, mediante la provisión de nuevas tecnologías accesibles para todos, el impulso a la creación intelectual en todas sus formas de expresión: literaria, pictórica, musical y audiovisual, estaríamos sin duda en el albor de una futura sociedad del conocimiento en México, cuyo esplendor se alcanzaría tal vez en una década.
Dichosos los ojos que presencien aquello.
¿Cómo podemos mantener viva esta legítma aspiración, esta esperanza, a lo largo de generaciones? #Yosoy132 es un ejemplo.
La diferencia entre alfabetización informática o digital e informacional es la que hay entre medios y fines.
Desde tiempo atrás, venimos señalando en este blog y en diversas charlas con bibliotecarios, que con frecuencia se confude la alfabetización digital o informática con la alfabetización informacional, puesto que tienden a usarse como sinónimos. Sin embargo, hay diferencias sustantivas que deben tenerse en cuenta al emplear éstos conceptos.
Consideramos que la alfabetización informacional es un concepto que engloba a otras alfabetizaciones (como la informática o digital) puesto que implica habilidades o competencias de un orden más general y complejo, que las implícitas en el uso de determinado hardware y software para buscar, recuperar, manipular y recuperar información en redes de datos.
Dicho lo anterior, no se minimiza la importancia de esta alfabetización (digital o informática). No obstante, parece que ésta es la que más afanes merece, incluso por parte de programas oficiales como el Programa Habilidades Digitales para Todos.
Sin embargo, la idea de alfabetización informacional pone en contexto, como un medio y no como un fin, a la alfabetización digital o informática, colocando a los individuos alfabetizados en un papel aún más determinante, dominante sobre las herramientas tecnológicas a utilizar, concibiéndolos como ciudadanos informados y empoderados, capaces de informarse e informar, de evaluar críticamente la información y, por lo tanto, les abre el camino hacia una participación cívica, política y democrática más activa, diversa y auténtica.
Al desarrollar unicamente competencias informáticas como medios, se mediatizan las capacidades de los usuarios, en cuanto al alcance de su accionar, instrumentalizándolos como clientes, como consumidores y quizás, en el mejor de los casos, como productores de los bienes y servicios de la economía de la información y el conocimiento desarrollada por individuos alfabetizados en información, pero no como agentes críticos capaces de evaluar tanto sus necesidades de información, como los medios de que dispone para resolverlas, y los fines o usos que hacen de la misma.
Al respecto, Uribe-Tirado (2011) define de la siguiente manera a ambos conjuntos de competencias:
«Competencias Informáticas: Conocimientos, habilidades y actitudes que posibilitan a las personas o grupos a utilizar de manera eficiente y eficaz, crítica y ética, las tecnologías de la información y la comunicación -TIC-, como medios para acceder a información de carácter académico, científico, profesional, laboral, cultural, político, social, de entretenimiento, etc. e interactuar con objetos/recursos/espacios de aprendizaje mediados por TIC. Estas competencias interrelacionan el uso de computadores, programas de software, herramientas y servicios de Internet, redes, plataformas virtuales de aprendizaje, entre otros. La adquisición de estas competencias implican los procesos enseñanza-aprendizaje que buscan facilitar lo que se ha denominado alfabetización digital, alfabetización tecnológica o alfabetización informática.
«Competencias Informacionales: Conocimientos, habilidades y actitudes que posibilitan a las personas o grupos a utilizar de manera eficiente y eficaz, crítica y ética, la información que facilitan las TIC y otras fuentes impresas, visuales, sonoras y demás (multimodal-multialfabetización), con el fin de generar conocimientos académicos, educativos, investigativos, laborales, profesionales, económicos, políticos, sociales, culturales, etc. Estas competencias interrelacionan los procesos de búsqueda, localización, selección, recuperación, organización, evaluación, producción y divulgación de información. La adquisición de estas competencias implican los procesos enseñanza-aprendizaje que buscan facilitar lo que se ha denominado desarrollo de habilidades informativas, alfabetización en información o alfabetización informacional. (Uribe-Tirado, 2011).»
Las negritas son del autor.
Con lo que se abona la idea de que la alfabetización informacional debe ser uno de los conceptos rectores de toda actividad educativa, formativa, que buscar incorporar a las nuevas generaciones a la sociedad de la información y el conocimiento.
Seguiremos con interés el blog http://ci2-colombia.blogspot.com/, que el propio Uribe Tirado mantiene.
Todo comienza con el desarrollo de colecciones
Las bibliotecas son entidades que brindan servicios de interés público y social, son en el más alto sentido, entidades culturales, civilizatorias, educativas, que se apoyan en una infraestructura física -y, ahora, en la era de Internet, también virtual-, así como en sus colecciones y en sus recursos humanos.
En el caso de México, el recurso humano de las bibliotecas siempre ha sido el eslabón más débil del conjunto, tanto por la ausencia de formación profesional bibliotecológica entre los bibliotecarios, como por una mala concepción -sin querer decir, con ello, mala fé- de las autoridades educativas en general, que encuadran a las bibliotecas, en sus organigramas, a lado de las intendencias y conserjerías, con los mismos méritos administrativos y académicos.
No hay duda de que el recurso humano es el motor de los servicios bibliotecarios, por lo que es indispensable procurar su formación y actualización permanentes, especialmente en el campo de la gestión de bibliotecas, de los servicios tradicionales y de nuevo tipo, y adicionalmente, por una necesidad que viene impuesta por las complejidades de nuestro tiempo, en el campo de las ciencias de la información y la gestión del conocimiento, con un enfoque que les permita participar de manera activa en el diseño y ejecución de políticas públicas, que apuntalen el papel de las bibliotecas en la sociedad de la información.
En un país desgarrado por la violencia como México, lo anterior es una cuestión de franca sobrevivencia, como lo entendieron y lo hicieron los colombianos.
Ahora bien, puesto que los recursos documentales, que componen su acervo, constituyen la materia prima de las bibliotecas, es necesario tener en cuenta las siguientes ideas básicas:
El acervo de una biblioteca se integra regularmente por diversas colecciones. Se enuncian a continuación las colecciones más comunes en casi todas las bibliotecas:
Las colecciones están integradas en función del uso y las necesidades que, previsiblemente, puede dárseles o puede haber de los recursos: así, es frecuente la presencia en muchas bibliotecas de una colección de referencia, o colección de consulta.
Esta colección contiene recursos que satisfacen necesidades de información puntuales o específicas. Aquí se ubican: diccionarios, enciclopedias, glosarios, tesauros, bibliografías, biografías, prontuarios, almanaques, etcétera.
Otra colección, regularmente presente en toda biblioteca, es la colección general, o de obras monográficas. Contiene los «libros», de todos los autores, temas y títulos imaginables, que componen, por lo regular, el grueso del acervo de la biblioteca.
Otras colecciones denominadas especiales, o de libros raros y valiosos, de tesis, de periódicos y revistas, hemerotecas o de publicaciones periódicas o seriadas, de recursos audiovisuales, de mapas (o mapotecas), las colecciones digitales, de grabaciones sonoras y de fotografías o de diapositivas, etcétera, complementan -y enriquecen, por supuesto- el acervo total de la biblioteca.
Las bibliotecas suelen nacer con una o dos colecciones iniciales, quizás de algunos cientos o pocos miles de volúmenes, y con el transcurso del tiempo ese acervo se incrementará, ya sea por donaciones o intercambio con otras bibliotecas e instituciones, o por la adquisición sistemática de determinados recursos documentales necesarios.
Es en este punto, precisamente, en el que quisiéramos invitarlos a reflexionar junto con nosotros.
El proceso de selección y adquisición de recursos documentales para una biblioteca se debe regir por una política de desarrollo de colecciones.
Dicha política debe reflejar o, al menos, apegarse tanto como sea posible, a las disposiciones y recomendaciones que, a nivel internacional, regional y nacional existen en la materia, ya se trate de desarrollo de bibliotecas públicas, académicas o escolares.
El desarrollo de colecciones es un proceso de gran importancia, un proceso delicado, tan delicado como la planeación de un curriculo: debe responder a la pregunta ¿qué biblioteca es necesaria ahora y nos será aún más necesaria en el futuro?.}
Se trata de, ni más ni menos, decisiones que afectan por un lado recursos económicos cada vez más escasos, y la impostergable necesidad de una inversión social de recursos públicos, cuyo destino no es únicamente la compra de nuevos materiales que enriquecerán el acervo de nuestras bibliotecas: sino el acceso, bajo esa forma, a información y conocimientos que tienen impactos directos: en el índice lector de los ciudadanos, la calidad y el nivel académico de las instituciones educativas, la posibilidad de apoyar la investigación para generar nuevos conocimientos y el desarrollo económico, el bienestar colectivo, el desarrollo sustentable, la viabilidad de la nación, en último término.
Si se deja en manos del azar, del capricho individual, de la improvisación, a las prisas o a las ocurrencias de cualquiera, este proceso tan delicado: la formación de una biblioteca que dé respuestas, verdaderamente, a las necesidades de información presentes y futuras de la sociedad, que no nos extrañe que, a la larga, nuestras bibliotecas estén integradas por recursos de información intactos, inmóviles, que interesan a pocos, y sirven a muchos menos.
El desarrollo de colecciones bibliotecarias, dicho llanamente, es un proceso tan delicado como la alimentación de un niño. Esta debe obedecer al conocimiento científico y racional sobre el desarrollo de los infantes, para lograr un desarrollo normal, sano y armonioso.
Si a un bebé lo alimentamos de basura, o de cosas inútiles, seguramente crecerá enfermo, obeso o débil y no logrará desarrollar sus capacidades al máximo potencial.
En cambio, si vigilamos y procuramos que el «alimento» que reciben las bibliotecas -a través del desarrollo de colecciones- sea el mejor, mucho avanzaremos para garantizar su enriquecimiento, su valor permanente y su utilidad inmediata y futura.
Descuidemos por negligencia, por desidia, por apatía o por desinterés, el desarrollo de las colecciones en nuestras bibliotecas ahora, y paguemos el precio -mañana- con una sociedad desorientada, desajustada, inculta, que se habrá formado viendo y escuchando únicamente los anuncios de los comerciantes, porque las bibliotecas no tenían nada interesante, útil, pertinente y valioso que ofrecerles.
Por supuesto, el desarrollo de colecciones debería ser una tarea central de todos los comprometidos con la educación (autoridades educativas, maestros, padres de familia y bibliotecarios) . Entonces ¿qué hacer en un país donde resulta que, mucha veces, quienes menos leen son precisamente: las autoridades, los maestros, los padres de familia y los bibliotecarios?
Para qué y a quién sirve la televisión en México
En cuanto alguien enciende la televisión,
voy a la biblioteca y me leo un buen libro».
G. Marx.
Cabe citar que el presupuesto del CONACyT sufrió reducciones en casi todos los órdenes, contraviniendo lo declarado en el Programa Especial de Ciencia y Tecnología 2008-2012 del Plan Nacional de Desarrollo (PND), según el cual el Estado establecerá políticas que permitan fortalecer la cadena educación, ciencia básica aplicada, tecnología e innovación, buscando generar condiciones para un desarrollo constante y una mejora en las condiciones de vida de los mexicanos
.
Un asunto aparte, que también merece análisis es ¿qué porcentaje real del presupuesto del CONACyT se traduce en investigaciones, patentes y tecnologías aplicadas a la mejora de las condiciones de vida de los mexicanos, realmente?
Es sorprendente el nivel de ganancias del consorcio Televisa, que está al nivel de las ganancias que obtienen en México otras empresas de comunicaciones, como TELMEX y Telcel.
«En el primer semestre del año, el sector de las telecomunicaciones sumó ingresos por 191 mil 178 millones de pesos, de los cuales 66.9% correspondieron a Teléfonos de México (Telmex) y Telcel en conjunto. De acuerdo con un estudio de la firma de consultoría The Competitive Intelligence Unit (CIU), -del que informó El Universal en octubre del año pasado- dos de cada tres pesos que genera la industria pertenecen a alguno de estos dos operadores, propiedad de Carlos Slim Helú.
Por su parte, «Telmex Internacional reportó que al mes de junio de 2010, sus ingresos consolidados ascendieron a 48 mil 914 millones de pesos, un aumento de 15.3 por ciento respecto al nivel registrado en el mismo periodo del año anterior», según una nota publicada en el Informador.com.mx.
Debe tomarse en cuenta que tanto Televisa como el Grupo Carso tienen un conocimiento profundo de la realidad del país.
Ya en 2002, un informe de mercadeo de Televisa destacaba que:
«En México, un hogar está constituido por cinco personas: dos adultos y tres menores, y más del 50% de la población son de nivel socioeconómico medio bajo y bajo. En todas las categorías de productos se observa un importante incremento absoluto en el dinero gastado al aumentar las percepciones. Sin embargo, las familias de ingresos bajos destinan un porcentaje mayor de su ingreso al gasto destinado a las categorías de alimentos. El porcentaje del gasto total destinado a vivienda, servicios públicos y mantenimiento de la casa permanece bastante constante en los grupos de ingresos medianos y altos ante una variación de los ingresos. El porcentaje de los gastos totales destinados al transporte, entre ellos la compra de automóviles, tiende a crecer al aumentar las percepciones de los grupos de ingresos bajos y medianos. En los grupos de mayor ingreso se gasta en seguros y pensiones, a diferencia de los niveles de menor ingreso, ya que éstos destinan un porcentaje similar a la atención médica. Los niveles NSE medio bajo y bajo representan una parte muy importante del gasto en categorías como cereales y cuidado personal. Asimismo los niveles socieconómicos bajos gastan todo su ingreso y por el contrario las clases alta y media guardan aproximadamente entre el 20% y el 5% del total de sus ingresos.
Los datos que utiliza la empresa en su informe se originan en la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH).
Además, destaca que -de nuevo, en el 2002-:
«Entre las 6:00 y las 9:00 pm son las horas de mayor exposición a los medios. 87% de los personas ven televisión entre las 7 y las 9 de la noche. En promedio las personas invierten 2:03 horas diarias en ver televisión, mientras que únicamente 30 minutos en la lectura de revistas y periódicos».
«Los consumidores de productos como shampoo, jabón de tocador y pan de caja se exponen mayormente a Televisa. Televisa cuenta con mayor participación de audiencia en todos los grupos demográficos con más del 70% de televidentes. Los cuatro canales de Televisa permiten alcanzar a todos los grupos y de todos los niveles socieconómicos.»
En el reporte número 20 de Televisa Marketing, disponible en línea, fechado en 2007, se declara de manera expresa: «Con las nuevas series, Televisa le ofrece una vez más a sus anunciantes una solución publicitaria que promueve resultados.»
Así, en México, el consorcio Televisa puede movilizar recursos que cuadruplican a los recursos que se destina el Estado para investigación científica y tecnológica, y quintuplican los destinados a cultura, para promover la venta ¿de qué? De shampoo, jabón de tocador y pan de caja, que es en lo que puede gastar sus ingresos el 50% de la población nacional empobrecida.
¿Solamente de eso?
A propósito de la programación, el informe de Marketing declara: «La fiesta de los Premios TVyNovelas es ya un referente en el espectáculo y representa la mejor oportunidad para que los famosos muestren desde los modelos de vestir más exclusivos, hasta el estado de ánimo y condición civil, pues hay quienes aparecen en la fiesta con una novia y al año siguiente con otra, o la misma, pero convertida en su esposa.»
También Televisa se encarga, con sus ingentes recursos, de promover las frivolidades arriba mencionadas entre una audiencia de caracter nacional, influyendo -cuando no, de lleno, educando- emocionalmente a hombres y mujeres de todas las edades, corrompiéndolos e incapacitándolos para el disfrute de las manifestaciones del arte verdadero, del acceso a las fuentes de valores éticos y estéticos de la cultura universal, disponibles en la lectura, la música, la pintura, el cine y otras manifestaciones culturales nacionales y mundiales.
Peor aún, lo cual es un tema que reclama de tiempo atrás un amplio debate público, informado y responsable, es el papel de este mismo consorcio televisivo, y de su competidor más cercano -aunque de lejos-: el Grupo TV Azteca, en las campañas políticas, que desembocan en la elección virtual o real de representantes populares cuyas administraciones, en retribución, parecen consentir y dejar hacer libérrimamente a las televisoras, lo que quieran con el espectro electromagnético en concesión -propiedad de la nación- y con sus audiencias.
De bibliotecas, crisis nacional y ética de la investigación
En un tiempo en que se agravan las diversas crisis nacionales: económica, financiera, social, ambiental, educativa, moral y de seguridad, las bibliotecas de todo tipo adquieren una importancia estratégica cada vez mayor.
Las soluciones a esas crisis, están ahí, aguardando, en las estanterías que, lamentablemente, se van llenando de polvo mientras el acervo obsolesce.
A las nuevas generaciones podrá parecerles prescindible el soporte impreso: libros, revistas, diccionarios y enciclopedias, tan acostumbrados están a tener «toda la información» en una sola pantalla, que creen que pueden omitir el uso de aquellos. Esto sería un error de irreparables consecuencias. Aunque hay excelentes fuentes de información en línea más allá de la Wikipedia, existe información fundamental, ideas desarrolladas plenamente -o casi plenamente- en libros, monografías y ensayos, en infinidad de artículos de revistas impresas.
A título de ejemplo, baste mencionar una publicación de la talla de la Revista de Occidente, de la cual es posible consultar la versión impresa en la colección de Publicaciones Periódicas de la USBI Xalapa.
¿Qué tiene que ver esto con la ética de la investigación? Pues casi todo. Dice el Código de Integridad Académica y Ética de la Universidad de North Carolina – Chapel:
«Como investigador en formación, las preguntas que formulas y las respuestas que encuentras te conducirán a tí y a tus colegas hacia un mar desconocido de conocimientos. El descubrimiento y la colaboración intelectual traen de la mano nuevas responsabilidades. Al conducir y diseminar los resultados de tu investigación, te harás responsable ante tus colegas y ante el público».
La confianza es el fundamento de la academia, como se declara en dicho documento. Y la confianza se ve erosionada por un sinfín de factores, más allá del carácter y las personalidades particulares de los individuos. Al respecto, el documento cita, entre otras, como causas de la pérdida de confianza en la vida académica, las siguientes:
«Cumplir con fechas límite. Las fechas límite determinadas en los calendarios académicos y otros programas pueden complicar el proceso de investigación y generar tentaciones para «tomar atajos».
«Productividad y competencia. Los académicos pueden experimentar presión para aumentar su productividad para asegurarse recompensas monetarias o profesionales [más que por el deseo de generar conocimientos]».
«Crítica y confianza. Los académicos vigilan y analizan el trabajo de otros académicos, para asegurarse de que los métodos de investigación son aplicados adecuadamente y los resultados revisados con rigor. La crítica busca construir confianza e incrementar el conocimiento, sin embargo, el criticismo deshonesto lo que hace es erosionar dicha confianza.
«Multiplicidad de roles. Estudiantes del posgrado con frecuencia son profesores y/o investigadores, lo que implica revisar la relación instructor-estudiante, así como las relaciones entre pares profesionales.
«Procesos y productos. Los procesos de investigación elaborados pueden no conducir a los resultados buscados. La decepción ocasionada por ello puede ser una tentación para falsear los resultados.
«Falta de información. El investigador que aprende nuevas habilidades para investigar, también debe hacerse conciente de los nuevos dilemas éticos que enfrenta.»
A lo anterior, cabría agregar un potencial conflicto de intereses entre aquellos académicos o investigadores que a la vez mantienen relaciones con la empresa o el gobierno, o peor aún, con empresas o funcionarios con intereses de grupo, que pudieran estarse viendo beneficiados con la investigación financiada con recursos públicos.
La ausencia de comunidades de aprendizaje, de comunidades de práctica y de redes de colaboración científica, o la conversión de estas comunidades en verdaderas cofradías en las que instalaciones, equipos y presupuestos son una prerrogativa de un grupo dentro del grupo, son otras de las circunstancias que impiden que las universidades construyan y distribuyan socialmente el conocimiento que permita resolver los grandes problemas de la nación.
Las bibliotecas representan una oportunidad que se brindan las sociedades, para transparentar los procesos de investigación y difusión de los nuevos conocimientos que, hasta ahora, ha sido injustificadamente desaprovechada. Las bibliotecas, además, constituyen un entorno ideal para el aprendizaje y la enseñanza de la alfabetización informacional, que es básica para abonar la ética de la investigación, tanto como las academias y los seminarios del tema.
México está fuera de la sociedad del conocimiento: José Narro Robles
¿Qué se necesita para ser una sociedad del conocimiento? Las respuestas son varias, se responde el rector de la UNAM, José Narro Robles. Pero existen tres puntos indispensables, define, a los que México aún aspira a llegar con plenitud.
Ciudadanos educados, acceso al conocimiento y producción de éste, todas resultado de un tema nuclear: educación. “Cuando revisamos estos tres temas nos ubicamos para ver que no estamos dentro, que México no se ha insertado en la sociedad del conocimiento”, enfatiza el rector de la máxima casa de estudios.
Si bien reconoció que ha habido avances, no deja de ser preocupante que el país tenga una población con el nivel educativo de nueve años como promedio, que el rezago educativo alcance a 33 millones de mexicanos y que existan seis millones de analfabetas.
“Eso nos hace vulnerables para incorporarnos a esta nueva sociedad del conocimiento, como tampoco a la economía del conocimiento, y que nos acompañará en las próximas décadas”.
Durante la presentación de la Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales, editada por la UNAM y Siglo XXI, Narro Robles puntualizó que lo anterior es parte de la realidad nacional, traducida en un problema y “si uno quiere resolver un problema tiene que tener un buen diagnóstico”.
DESGLOSE. Primer punto: “ciudadanos con la preparación y el manejo esencial del conocimiento que ha generado el ser humano”. Para lo que el universitario recuerda que la educación en todo su conjunto sigue siendo una tarea pendiente, un rezago histórico ligado a la pobreza y desigualdad, con la exclusión de indígenas y mujeres.
“Algún día habrá que plantearse el gran reto de decir ¡basta!, al analfabetismo, al nivel tan bajo de educación”, en un país en el que los tomadores de decisiones ya serán más políticamente incorrectos, pero que seguirán en el país del discurso y no de los hechos.
Dos: “la posibilidad de contar con acceso a la información del conocimiento, requerimos de su disponibilidad”.
La preocupación reside en que “no hemos podido resolver el acceso democrático al conocimiento, no usamos la tecnología para ponerlo a la disposición a la sociedad de la mejor forma, en sus múltiples variantes”.
Tres: “mecanismos para generar conocimiento”. Que no se cumple a plenitud en buena medida por la escasa inversión que se hace en ciencia y tecnología.
“Invertimos una tercera parte de lo que Brasil, diez menos que Suecia o Israel ¿por qué nosotros no podemos mejorarla?”.
El rector de la Universidad refiere que México tiene la economía para destinar mayores montos al ramo y a la educación y su cobertura; cuenta con la infraestructura e investigadores para absorber productivamente a la inversión que se haga en ciencia.
“En tanto nuestra producción científica, reflejada en aportaciones y artículos, es ‘limitada’ por utilizar una palabra diplomática”.
Al finalizar su participación, José Narro citó un discurso del presidente uruguayo José Mujica el año pasado, quien refería que “la educación no era si no el puente entre el pasado y el futuro, por lo que había que hacer una inversión fuerte”, en buena medida por el compromiso con las próximas generaciones. No hay más, “al país le conviene invertir más en educación”.
Una enciclopedia fundamental
Autoridades de la UNAM, así como de educación presentaron la Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales, editada por esta casa de estudios junto con Siglo XXI.
Concebida originalmente como una obra para el bachillerato de la Universidad Nacional, se convirtió en una publicación para toda la sociedad. Si bien se contarán con ejemplares en el nivel medio superior y superior de la UNAM, el rector José Narro refirió que con apoyo de la SEP y la ANUIES, pueda hacerse asequible a más instituciones del nivel básico y otras universidades.
“Esperemos se sumen a la tarea para difundirla en las bibliotecas de nuestro país y al conjunto de nuestra sociedad”, dijo. “Todas las bibliotecas del país deberían tener una enciclopedia como ésta. Invitamos al subsecretario de Educación Básica, Fernando González Sánchez, para que considerara la posibilidad de acceso a escuelas del nivel básico y bachillerato”. Al respecto, el funcionario acotó que buscarán que cada secundaria del país cuente con una colección.
En tanto, la UNAM tendrá el objetivo de hacerla llegar a casa de todos los universitarios, entre docentes y administrativos además de su comunidad estudiantil, agregó Narro Robles.
La Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales, conformada por cinco volúmenes que reúnen 13 disciplinas, participaron casi un centenar de expertos. Cuenta con casi tres mil 800 páginas y “constituye un material invaluable para fomentar el saber interdisciplinario”.
El proyecto surgió en el rectorado de Juan Ramón de la Fuente, bajo la coordinación de la entonces secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM, Rosaura Ruiz.
“Es una enciclopedia actualizada, que cuenta con el conocimiento fundamental que debe saber cualquier persona culta, puesto que fue pensada para el bachillerato, el último nivel de formación en información general”, acotó la ahora directora de la Facultad de Ciencias.
Fuente: La crónica de hoy.