Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



Fomentar la lectura…¡y la escritura!

Manuel Pérez Rocha

Las instituciones y autoridades educativas muestran poco interés por fomentar la escritura, al menos en comparación con el que manifiestan por el fomento de la lectura, no obstante que ambas son dos caras de una misma moneda. Casi de manera permanente, apoyadas también por intereses privados, algunos mercantiles, se desarrollan campañas y concursos de promoción de la lectura, pero no de la escritura. Del mismo modo, tanto la prueba Enlace aplicada por la SEP, como la prueba Pisa de la OCDE, abarcan la lectura, pero no la escritura. Como se sabe, en la práctica estas pruebas estandarizadas y punitivas reorientan los esfuerzos educativos de maestros y escuelas, y en consecuencia el aprendizaje de los estudiantes. Este descuido de las autoridades por la escritura se traduce, por supuesto, en los estudiantes, en un pobre desarrollo de las habilidades para escribir, pero también en una gran limitación para el desarrollo de la lectura, puesto que la lectura completa es la decodificación, análisis y juicio de un escrito; es imposible leer bien si no se ha tenido la experiencia de haber escrito y enfrentado los múltiples retos implicados en la producción de un texto.

La escritura es la revolución cultural más importante en la historia de la humanidad. Sin la escritura no existirían ni la ciencia ni la cultura ni la tecnología moderna. Como ningún otro medio, la escritura permite concatenar ideas una tras otra, generándose así textos, argumentaciones y discursos sólidos y coherentes, lo cual hace posible un conocimiento integrado y profundo de los fenómenos y las cosas. La escritura es una maravillosa y fecunda tecnología de la palabra, esto se tiene presente. Pero no se valora el que la escritura es también una tecnología del pensamiento e incluso una tecnología de la conciencia. Se reconoce a la escritura como un medio valiosísimo y eficacísimo para almacenar y transmitir información (en el espacio y en el tiempo), pero se olvida que enriquece de manera considerable la reflexión y la introspección. La escritura nos ayuda incluso a aclarar, entender y valorar nuestras propias experiencias, emociones y sentimientos.

Walter Ong (Oralidad y escritura, FCE) lo explica con claridad: Mediante la separación del conocedor y lo conocido, la escritura posibilita una introspección cada vez más articulada, lo cual abre la psique como nunca antes, no sólo frente al mundo objetivo externo (bastante distinto de ella misma), sino también ante el yo interior, al cual se contrapone el mundo objetivo. El yo interior, el yo consciente, y su evolución a lo largo de la historia los conocemos gracias a la escritura, en especial a través de la literatura y los textos filosóficos humanistas, desde la Grecia clásica hasta nuestros días. Solamente con el conocimiento de esas otras manifestaciones del yo consciente, las generaciones anteriores han podido cumplir la sapientísima consigna conócete a ti mismo, y gracias a esta misma tecnología del pensamiento y la conciencia estamos nosotros en posibilidad de atenderla; la escritura es pues herramienta poderosa para la construcción de una identidad. Sin la escritura sería imposible la civilización actual. Además de ser un valioso soporte para conocernos a nosotros mismos, la escritura, en tanto medio de expresión, tiene otros múltiples beneficios: nos permite ser más útiles, compartir con los demás nuestras preocupaciones, nuestros sentimientos, nuestras emociones, así como nuestros conocimientos e ideas, y ponerlos a prueba. La escritura es un medio privilegiado de realización personal, pues en gran medida nos hacemos humanos al expresar y hacer común con nuestros semejantes nuestra vida interior.

La escritura ha tenido y seguirá teniendo efectos amplios no sólo en la dimensión cultural de la vida social e individual, también son indiscutibles sus enormes implicaciones en los ámbitos económico y político. En este último, la práctica regular de la escritura es apoyo importante de las elites dominantes y su ausencia es decisiva en las condiciones de marginación y sumisión de amplios sectores de la población, pues la escritura determina, enriquece y potencia las formas de pensamiento y expresión, tanto escrita como oral, de quienes leen y escriben sistemáticamente, y también regula, pero de manera subordinada, equívoca e inconsciente, la de quienes no lo hacen.

No sólo las carencias materiales de la mayoría han sido el impedimento para que se beneficien de la escritura, ha habido una política expresa de exclusión por parte de las clases dominantes. Por tanto el asunto trasciende la problemática escolar o educativa, e incluso la cultural, pues incide en la manera como hoy se concibe a los seres humanos, a la sociedad y a su organización política. Si bien hoy nadie rechaza la alfabetización universal (como objetivo social y éticamente obligado, lo cual implica que todo mundo aprenda a leer y escribir), para la mayoría se fijan metas muy pobres en cuanto a la escritura: desarrollar la capacidad de escribir el nombre propio, copiar textos, llenar formularios; otros niveles de escritura se reservan para los talentos o para profesionistas cuyas tareas implican escribir con determinado nivel de desarrollo. También muchos académicos, escritores e intelectuales han contribuido a hacer de la escritura un instrumento de clase. Se suman con entusiasmo a las campañas de promoción de la lectura, quieren que se vendan sus libros, que los lean, quieren tener influencia y prestigio, pero con arrogancia desdeñan la posibilidad de que la escritura sea práctica general.

En una sociedad democrática, la alfabetización universal debe entenderse no simplemente como el logro de la capacidad de leer y escribir de manera elemental, sino como la incorporación de la lectura y la escritura en la vida cotidiana de todos, como instrumento de trabajo, de expresión y medio de enriquecimiento personal.

Reproducido de: La Jornada, 17 de noviembre de 2011



Aprendizaje dialógico y bibliotecas (I)

Siguiendo las ideas de Ramón Flecha, publicadas en su libro «Compartiendo palabras», es posible abordar el tema de las bibliotecas y su función social y cultural desde la perspectiva de los principios del aprendizaje dialógico, una forma de acción comunicativa que está enmarcada en el humanismo y el pensamiento crítico inter y multicultural, la búsqueda permanente de un diálogo con el otro, en el que las posiciones de autoridad o de poder quedan en segundo lugar, y cobra nuevo realce el poder de la razón, la validez y consensualidad de los argumentos que se exponen en los discursos.
En primer lugar, considerando lo anterior, quisiéramos agradecer a todos aquellos que se han tomado el tiempo, la molestia, de leer este blog a lo largo de su trayectoria. A la luz del párrafo precedente, quisiéramos advertir que, desde luego, no es el propósito de estas breves contribuciones el agotar, ni siquiera el esbozar los grandes y graves problemas que enfrenta la situación nacional, particularmente en lo que se refiere al ámbito educativo y bibliotecario. Este blog es, a lo más, una serie de apuntes, de observaciones -algunas más elaboradas que otras- acerca de una diversidad de temas que atrapan nuestra atención y que nos sugieren reflexiones o ideas que siempre son y serán debatibles, cuestionables y mejorables.
Quisiéramos retomar algunas de estas inquietudes a lo largo de los meses que le restan a 2011 y darle un carácter más dialógico -en el sentido real del término- a este espacio de reflexión. Nos gustaría mucho conocer más puntos de vista de más personas, especialmente si son universitarios de nuestra casa de estudios, la Universidad Veracruzana, pero nos importa conocer el punto de vista de cualesquiera otro que pudieran acceder a este encuentro virtual.
Así, en torno a este blog, nos propondríamos tratar de crear el esbozo de una comunidad de aprendizaje y una comunidad de práctica, dos temas que han reclamado nuestra atención poderosamente en los últimos tiempos, puesto que partimos del reconocimiento de que en la sociedad de la información y el conocimiento el punto clave es y será la gente, las personas, los seres humanos que son agentes de la información tanto como productores, como evaluadores y aplicadores de dicha información y dicho conocimiento.
Así que, reiteramos, estamos abiertos a un diálogo que nos permita aprender y crecer junto con nuestros lectores, pues como apunta Ramón Flecha (1997) «Del diálogo igualitario entre todas [las personas] puede resurgir el sentido que oriente los nuevos cambios sociales hacia una vida mejor».
Creemos que las bibliotecas constituyen un marco ideal para las comunidades de aprendizaje y de práctica, pues aportan a nuestras vidas elementos de información y conocimiento para que cualquier diálogo sea enriquecedor de las concepciones e interpretaciones de cada uno, algo que es valioso y siempre aprovechable.

 

Todo comienza con el desarrollo de colecciones

Las bibliotecas son entidades que brindan servicios de interés público y social, son en el más alto sentido, entidades culturales, civilizatorias, educativas, que se apoyan en una infraestructura física -y, ahora, en la era de Internet, también virtual-, así como en sus colecciones y en sus recursos humanos.

En el caso de México, el recurso humano de las bibliotecas siempre ha sido el eslabón más débil del conjunto, tanto por la ausencia de formación profesional bibliotecológica entre los bibliotecarios, como por una mala concepción -sin querer decir, con ello, mala fé- de las autoridades educativas en general, que encuadran a las bibliotecas, en sus organigramas, a lado de las intendencias y conserjerías, con los mismos méritos administrativos y académicos.

No hay duda de que el recurso humano es el motor de los servicios bibliotecarios, por lo que es indispensable procurar su formación y actualización permanentes, especialmente en el campo de la gestión de bibliotecas, de los servicios tradicionales y de nuevo tipo, y adicionalmente, por una necesidad que viene impuesta por las complejidades de nuestro tiempo, en el campo de las ciencias de la información y la gestión del conocimiento, con un enfoque que les permita participar de manera activa en el diseño y ejecución de políticas públicas, que apuntalen el papel de las bibliotecas en la sociedad de la información.

En un país desgarrado por la violencia como México, lo anterior es una cuestión de franca sobrevivencia, como lo entendieron y lo hicieron los colombianos.

Ahora bien, puesto que los recursos documentales, que componen su acervo, constituyen la materia prima de las bibliotecas, es necesario tener en cuenta las siguientes ideas básicas:

El acervo de una biblioteca se integra regularmente por diversas colecciones. Se enuncian a continuación las colecciones más comunes en casi todas las bibliotecas:

Las colecciones están integradas en función del uso y las necesidades que, previsiblemente, puede dárseles o puede haber de los recursos: así, es frecuente la presencia en muchas bibliotecas de una colección de referencia, o colección de consulta.

Esta colección contiene recursos que satisfacen necesidades de información puntuales o específicas. Aquí se ubican: diccionarios, enciclopedias, glosarios, tesauros, bibliografías, biografías, prontuarios, almanaques, etcétera.

Otra colección, regularmente presente en toda biblioteca, es la colección general, o de obras monográficas. Contiene los «libros», de todos los autores, temas y títulos imaginables, que componen, por lo regular, el grueso del acervo de la biblioteca.

Otras colecciones denominadas especiales, o de libros raros y valiosos, de tesis, de periódicos y revistas, hemerotecas o de publicaciones periódicas o seriadas, de recursos audiovisuales, de mapas (o mapotecas), las colecciones digitales, de grabaciones sonoras y de fotografías o de diapositivas, etcétera, complementan -y enriquecen, por supuesto- el acervo total de la biblioteca.

Las bibliotecas suelen nacer con una o dos colecciones iniciales, quizás de algunos cientos o pocos miles de volúmenes, y con el transcurso del tiempo ese acervo se incrementará, ya sea por donaciones o intercambio con otras bibliotecas e instituciones, o por la adquisición sistemática de determinados recursos documentales necesarios.

Es en este punto, precisamente, en el que quisiéramos invitarlos a reflexionar junto con nosotros.

El proceso de selección y adquisición de recursos documentales para una biblioteca se debe regir por una política de desarrollo de colecciones.

Dicha política debe reflejar o, al menos, apegarse tanto como sea posible, a las disposiciones y recomendaciones que, a nivel internacional, regional y nacional existen en la materia, ya se trate de desarrollo de bibliotecas públicas, académicas o escolares.

El desarrollo de colecciones es un proceso de gran importancia, un proceso delicado, tan delicado como la planeación de un curriculo: debe responder a la pregunta ¿qué biblioteca es necesaria ahora y nos será aún más necesaria en el futuro?.}

Se trata de, ni más ni menos, decisiones que afectan por un lado recursos económicos cada vez más escasos, y la impostergable necesidad de una inversión social de recursos públicos, cuyo destino no es únicamente la compra de nuevos materiales que enriquecerán el acervo de nuestras bibliotecas: sino el acceso, bajo esa forma, a información y conocimientos que tienen impactos directos: en el índice lector de los ciudadanos, la calidad y el nivel académico de las instituciones educativas, la posibilidad de apoyar la investigación para generar nuevos conocimientos y el desarrollo económico, el bienestar colectivo, el desarrollo sustentable, la viabilidad de la nación, en último término.

Si se deja en manos del azar, del capricho individual, de la improvisación, a las prisas o a las ocurrencias de cualquiera, este proceso tan delicado: la formación de una biblioteca que dé respuestas, verdaderamente, a las necesidades de información presentes y futuras de la sociedad, que no nos extrañe que, a la larga, nuestras bibliotecas estén integradas por recursos de información intactos, inmóviles, que interesan a pocos, y sirven a muchos menos.

El desarrollo de colecciones bibliotecarias, dicho llanamente, es un proceso tan delicado como la alimentación de un niño. Esta debe obedecer al conocimiento científico y racional sobre el desarrollo de los infantes, para lograr un desarrollo normal, sano y armonioso.

Si a un bebé lo alimentamos de basura, o de cosas inútiles, seguramente crecerá enfermo, obeso o débil y no logrará desarrollar sus capacidades al máximo potencial.

En cambio, si vigilamos y procuramos que el «alimento» que reciben las bibliotecas -a través del desarrollo de colecciones- sea el mejor, mucho avanzaremos para garantizar su enriquecimiento, su valor permanente y su utilidad inmediata y futura.

Descuidemos por negligencia, por desidia, por apatía o por desinterés, el desarrollo de las colecciones en nuestras bibliotecas ahora, y paguemos el precio -mañana- con una sociedad desorientada, desajustada, inculta, que se habrá formado viendo y escuchando únicamente los anuncios de los comerciantes, porque las bibliotecas no tenían nada interesante, útil, pertinente y valioso que ofrecerles.

Por supuesto, el desarrollo de colecciones debería ser una tarea central de todos los comprometidos con la educación (autoridades educativas, maestros, padres de familia y bibliotecarios) . Entonces ¿qué hacer en un país donde resulta que, mucha veces, quienes menos leen son precisamente: las autoridades, los maestros, los padres de familia y los bibliotecarios?



Donan una singular colección de litografías botánicas, a la USBI Xalapa

Mañana, a las 11 horas, se hará un acto de entrega y presentación del acervo digital de la colección «Ilustraciones Botánicas del Siglo XIX», en la estancia central de la Biblioteca.

Invitan a este evento la Secretaría Académica de la Universidad Veracruzana y la Unidad de Servicios Bibliotecarios de Información (USBI), ubicada en el Campus para la Cultura, las Artes y el Deportes, en la Zona Universitaria, Xalapa, Veracruz.

 

Gestión de la información y el conocimiento: talón de Aquiles nacional

Una revisión general de portales de información gubernamental, desde el mismo portal del Instituto Federal de Acceso a la Información hasta los de gobiernos estatales y municipales, revelan una lista interminable de problemas y de detalles que tienen que ver, en última instancia, con la gestión de la información y el conocimiento.

Cuando no se ignoran criterios básicos de usabilidad y accesibilidad, la información no es accesible de manera expedita, simplemente las soluciones implementadas resultan engorrosas, poco claras y eficientes y ello frusta las intenciones del usuario para explotar a fondo los recursos a su disposición. El problema se extiende a portales del gobierno, instituciones educativas públicas y privadas, empresas, organismos civiles, etcétera.

Hay que decir que algunas empresas se esfuerzan más por gestionar adecuadamente la información que ofrecen, y es posible encontrar algunos paradigmas de sencillez y claridad que deberían servir de inspiración para asegurar un acceso fluido, expedito y eficaz a la información requerida. Y no hablo de la interfaz de Google, con todo y que ésta es sobradamente minimalista.

Así como no hay, hoy en día, un registro detallado de los 40 mil muertos que han resultado de la guerra del gobierno de Felipe Calderón, entre los que se cuentan muchos inocentes, tampoco se cuenta con registros detallados de las desapariciones y secuestros que todos los días tienen lugar en el país.

Recientemente, una especialista de archivos alertaba acerca de los riesgos de centralizar el control de archivos de todo tipo, en la instancia del Archivo General de la Nación, una medida que de inicio parece violatoria del pacto federal, que está consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Más allá de ser un dolor de cabeza nacional que nos tiene postrados, amnésicos y con las manos atadas, el desorden en nuestra información pública, la incapacidad de rastraer con certeza el origen de decisiones y medidas, de seguir el curso de recursos públicos de todo tipo, que se hacen perdedizos en una selva selvaggia de papeles y documentos, nos impide constituirnos en una nación moderna.

Sin información y conocimientos no puede haber democracia, pues el pueblo no puede tomar decisiones sabias sin información, ni conocimientos.

Las nuevas tecnologías de información agregan una capa de incertidumbre, complejidad y desorden al caos documental existente en el país. Este lastre acumulado de desorganización documental ocasiona retrasos, incontables molestias, desorden administrativo, retrasos en pagos a trabajadores y proveedores, y abusos por parte de autoridades de diverso tipo.

La falta de una cultura de la información en general, y de una cultura documental, archivística y digital en particular, es una de las condiciones de nuestro atraso como sociedad, por mucho que se diga que la macroeconomía es boyante.

No lograremos salir de la condición de país subdesarrollado si nuestros sistemas de soporte de decisiones se basan en información alterada, incompleta, desordenada, cuando no francamente inexistente.

La Sección Amarilla, como un servicio asociado a la prestación de servicios de telefonía, ha hecho su parte para interconectar el vasto tejido social de fabricantes, prestadores de servicios y comerciantes; Google y otros servicios de Internet, especialmente los de comercio electrónico como Mercado Libre, también han encontrado un nicho de imperiosas necesidades sociales sin atender.

Pero la barrera económica (el costo del anuncio en la Sección Amarilla) y de habilidades (aunque es relativamente fácil de emplear el buscador de Google, no da mayor provecho hasta que se conoce un poco más a fondo) que estas iniciativas privadas imponen al acceso a la información, deberían ser atendidas por el Estado para allanar dicho acceso, procurando la inclusión de todos los ciudadanos y no sólo de los que tienen la capacidad de anunciarse en las páginas amarillas de su ciudad, o de utilizar con éxito el buscador mencionado.

Lo que hay que hacer aún en el campo de la gestión de información y conocimiento, en todos los ámbitos de la vida social de nuestro país, parece interminable. Mientras prevalezca la desinformación o el desinterés por enfrentar este problema, vamos a padecer de la baja productividad, la deficiente calidad, la mala prestación de servicios y la inmemorial insatisfacción de los ciudadanos, de siempre.

Tan sólo en el campo de las bibliotecas públicas, escolares y universitarias, estamos lejos aún de contar con un único y verdadero Catálogo Nacional que de cuenta de qué libros, revistas y tesis existen y adónde se localizan, dentro del acervo bibliográfico que debería beneficiar a todos los mexicanos.

 



De bibliotecas, crisis nacional y ética de la investigación

En un tiempo en que se agravan las diversas crisis nacionales: económica, financiera, social, ambiental, educativa, moral y de seguridad, las bibliotecas de todo tipo adquieren una importancia estratégica cada vez mayor.
Las soluciones a esas crisis, están ahí, aguardando, en las estanterías que, lamentablemente, se van llenando de polvo mientras el acervo obsolesce.
A las nuevas generaciones podrá parecerles prescindible el soporte impreso: libros, revistas, diccionarios y enciclopedias, tan acostumbrados están a tener «toda la información» en una sola pantalla, que creen que pueden omitir el uso de aquellos. Esto sería un error de irreparables consecuencias. Aunque hay excelentes fuentes de información en línea más allá de la Wikipedia, existe información fundamental, ideas desarrolladas plenamente -o casi plenamente- en libros, monografías y ensayos, en infinidad de artículos de revistas impresas.
A título de ejemplo, baste mencionar una publicación de la talla de la Revista de Occidente, de la cual es posible consultar la versión impresa en la colección de Publicaciones Periódicas de la USBI Xalapa.
¿Qué tiene que ver esto con la ética de la investigación? Pues casi todo. Dice el Código de Integridad Académica y Ética de la Universidad de North Carolina – Chapel:

«Como investigador en formación, las preguntas que formulas y las respuestas que encuentras te conducirán a tí y a tus colegas hacia un mar desconocido de conocimientos. El descubrimiento y la colaboración intelectual traen de la mano nuevas responsabilidades. Al conducir y diseminar los resultados de tu investigación, te harás responsable ante tus colegas y ante el público».

La confianza es el fundamento de la academia, como se declara en dicho documento. Y la confianza se ve erosionada por un sinfín de factores, más allá del carácter y las personalidades particulares de los individuos. Al respecto, el documento cita, entre otras, como causas de la pérdida de confianza en la vida académica, las siguientes:

«Cumplir con fechas límite. Las fechas límite determinadas en los calendarios académicos y otros programas pueden complicar el proceso de investigación y generar tentaciones para «tomar atajos».
«Productividad y competencia. Los académicos pueden experimentar presión para aumentar su productividad para asegurarse recompensas monetarias o profesionales [más que por el deseo de generar conocimientos]».
«Crítica y confianza. Los académicos vigilan y analizan el trabajo de otros académicos, para asegurarse de que los métodos de investigación son aplicados adecuadamente y los resultados revisados con rigor. La crítica busca construir confianza e incrementar el conocimiento, sin embargo, el criticismo deshonesto lo que hace es erosionar dicha confianza.
«Multiplicidad de roles. Estudiantes del posgrado con frecuencia son profesores y/o investigadores, lo que implica revisar la relación instructor-estudiante, así como las relaciones entre pares profesionales.
«Procesos y productos. Los procesos de investigación elaborados pueden no conducir a los resultados buscados. La decepción ocasionada por ello puede ser una tentación para falsear los resultados.
«Falta de información. El investigador que aprende nuevas habilidades para investigar, también debe hacerse conciente de los nuevos dilemas éticos que enfrenta.»

A lo anterior, cabría agregar un potencial conflicto de intereses entre aquellos académicos o investigadores que a la vez mantienen relaciones con la empresa o el gobierno, o peor aún, con empresas o funcionarios con intereses de grupo, que pudieran estarse viendo beneficiados con la investigación financiada con recursos públicos.

La ausencia de comunidades de aprendizaje, de comunidades de práctica y de redes de colaboración científica, o la conversión de estas comunidades en verdaderas cofradías en las que instalaciones, equipos y presupuestos son una prerrogativa de un grupo dentro del grupo, son otras de las circunstancias que impiden que las universidades construyan y distribuyan socialmente el conocimiento que permita resolver los grandes problemas de la nación.

Las bibliotecas representan una oportunidad que se brindan las sociedades, para transparentar los procesos de investigación y difusión de los nuevos conocimientos que, hasta ahora, ha sido injustificadamente desaprovechada. Las bibliotecas, además, constituyen un entorno ideal para el aprendizaje y la enseñanza de la alfabetización informacional, que es básica para abonar la ética de la investigación, tanto como las academias y los seminarios del tema.

 

2011 es el Año Internacional de la Química

México es un país con generosos recursos naturales y minerales, por ello cuenta con una importante tradición, que data de la época prehispánica, en el manejo de diversas sustancias y compuestos químicos de origen mineral y biológico.
En la actualidad, nuestra dependencia en ciencia y tecnología, nuestra escasa investigación científica, en ciencias como la química particularmente, nos colocan en una situación ominosa de cara al futuro.
Pese a recursos como el petróleo y la plata, y a la gigantesca farmacopea natural con que nos dotaron los procesos geológicos, climatológicos y ecológicos en el subsuelo y superficie del territorio nacional, somos un país exportador de petróleo crudo, que paradójicamente importa casi la mitad de las gasolinas que demanda el consumo nacional; una enorme tajada de la industria de la plata está en manos de un holding, concentrador de la segunda fortuna más grande de México, sólo después de la de Carlos Slim Helú; y con respecto a la herbolaria, la biopiratería que realizan universidades (como de la Georgia, en Estados Unidos) y farmaceúticas extranjeras, no sólo de las especies de plantas que los indígenas mexicanos utilizan para curarse, sino incluso de las técnicas de preparación terapéutica de las mismas, han sido denunciadas en diversas ocasiones.
Por otro lado, los recursos financieros de nuestro sistema nacional de salud son parasitados, mediantes prácticas de colusión para la fijación de precios exagerados, por parte de diversas farmacéuticas.
Este 2011, la American Chemical Society ofrece a los usuarios de Internet un portal llamado Química para la Vida, en el cual se aborda cada día un aspecto o tema específico dentro del vasto campo de interés de esta ciencia. En nuestro país, la UNAM dio a conocer una serie de eventos que realizarán para divulgar los aportes de la química al mundo moderno.

Con respecto al acervo de las bibliotecas universitarias, relacionado con el campo de la química, existen casi 300 libros sobre una de sus ramas especializadas que es de sumo interés, por sus implicaciones para el medio ambiente y la salud, la toxicología.

Cabe advertir que de 2009 a la fecha únicamente se han incorporado a las bibliotecas universitarias, seis obras sobre dicho tema, a saber:

  1. RA1226 W54 2010, Wildlife toxicology : emerging contaminant and biodiversity issues, de Kendall, Ronald J., ed.
  2. RA1211 R46 2009 Toxicología fundamental de Repetto, Manuel.
  3. RA1211 C375 2008 Casarett and Doull’s toxicology : the basic science of poisons de Casarett, Louis J.
  4. RA1211 B37 2008 Medical toxicology of natural substances : foods, fungi, medicinal herbs, plants, and venomous animals de Barceloux, Donald G.
  5. RA1215 M36 2008 Manual de toxicología para médicos de Harris, Carson R. edit.
  6. GE140 E57 Ensayos toxicológicos para la evaluación de sustancias químicas en agua y suelo : la experiencia en México de Ramírez Romero, Patricia.

No obstante, la Biblioteca Virtual de la Universidad Veracruzana permite consultar casi 40 títulos de publicaciones periódicas especializadas, la mayoría a texto completo, en el ámbito de la toxicología.

Por su parte, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) ofrece una bibliografía sobre sustancias tóxicas.