Universidad Veracruzana

Kaniwá

Bibliotecas, Información y Conocimiento



Paradojas de las bibliotecas universitarias

Durante muchos años se han impartido cursos y se han hecho incontables presentaciones y demostraciones a estudiantes de nuevo ingreso, a estudiantes tesistas o de los últimos semestres de licenciatura, a estudiantes de posgrado, investigadores y académicos, sobre cómo utilizar y aprovechar las fuentes de información en línea con que cuentan las bibliotecas universitarias y que constituyen la oferta de información para sustentar los procesos de enseñanza, investigación y difusión.
A pesar de su costo, que es elevado, estos recursos informativos se aprovechan aún menos que los libros y revistas impresos, que también escasamente se usan.
Las universidades públicas en nuestro país, cuentan con recursos limitados en muchos órdenes, y aunque periódicamente se generan oleadas de interés por el quehacer de las bibliotecas y su función en el ámbito académico, generalmente se desestiman o relegan a un segundo plano, por considerarse que realizan simplemente una función «de apoyo» académico. Tal vez hasta hay quienes, obnubilados por las posibilidades de la tecnología, creen que las bibliotecas están pasando a ser poco menos que onerosas reliquias sin mayor valor o utilidad.
Es tiempo de que esa visión se transforme.
Las bibliotecas universitarias son el principal sustento de la formación profesional de los estudiantes. Como lo expresó en cierto momento el doctor Jesús Lau, si las universidades son panaderías, las bibliotecas son las que tienen la harina.
Esta es una metáfora cruda, pero elocuente. Y sin embargo, más allá de esa función formativa, las universidades han recibido de la sociedad la encomienda y tienen el compromiso de preparar profesionistas comprometidos con la atención de necesidades sociales.
No exclusivamente necesidades de tal o cual mercado, ni sólo las necesidades de alguna moda del consumo, sino las necesidades elementales y universales de todas y cada una de las personas que viven en el territorio nacional. En algunos casos, las soluciones aplicables aquí, generadas por los universitarios, pueden aplicarse a los problemas similares que experimentan otros grupos humanos en otras partes del mundo.
No obstante, ocurren paradojas como la siguiente: la sociedad financia investigaciones con fondos públicos que luego acaban beneficiando a intereses privados o particulares.
Esto debería de dejar de ocurrir en lo inmediato.
Las universidades públicas deben anteponer las necesidades de la mayoría de la población a los intereses de lucro o económicos que puedan tener unos u otros particulares. Las necesidades de la población han sido siempre, y seguirán siendo por mucho tiempo, las mismas, las relativas a los derechos humanos fundamentales que, en nuestro país, están cada día más lejos de resolverse y atenderse: derecho a la alimentación, derecho a la vivienda, derecho a la salud, derecho al trabajo, derecho a la información, derecho a la educación, derecho a la participación democrática, derecho a la seguridad personal y ambiental, derecho a la intimidad y privacidad, derecho a la libertad de creencias, derecho a un trato equitativo por parte de la justicia.
A ese propósito, las bibliotecas representan un bien público de incalculable valor.
Aquí, en las bibliotecas, aunque pueda tardarse, el que busca encuentra.
Si no encuentra de inmediato lo que busca, puede encontrar un puente que lo acerque o lo conduzca al objetivo deseado.
Hay que decirlo aunque lo sabemos con creces, en las bibliotecas existe más información relevante y de calidad publicada que la que, individualmente, podría procesar de manera razonable y útil cualquier ser humano.
Los bibliotecarios estamos llamados a servir de inmediarios entre nuestros usuarios y el conocimiento y la información, para ayudarle y facilitarle tanto como sea posible el acceso a dichos conocimientos e información.
Esta situación se reafirma cuando al buscar información de su interés, en el buscador más empleado por todos -Google- un estudiante obtiene dos millones de documentos como resultado, de los cuales tal vez apenas el 0.1%, es verdaderamente relevante.
Por lo anterior, el bibliotecario en la sociedad de la información, también es un educador y debe ser tomado en cuenta en las deliberaciones de la academia.
En primer lugar, las autoridades universitarias pueden empezar a prestar más atención a lo que ocurre realmente en las bibliotecas: los estudiantes universitarios no pueden conducirse adecuadamente y avanzar con éxito en su vida académica, si consideran al bibliotecario como un enemigo, un adversario o un oponente, o en el mejor de los casos alguien sobradamente indiferente, que cuida un espacio; no puede haber éxito educativo, ni científico ni técnico, en México, si la biblioteca escolar y universitaria, en lugar de ser un punto de encuentro con la información, el saber y los pares intelectuales, es el coto o dominio de una personalidad, por maravillosa que sea, o un sitio abandonado, mal iluminado, mal ventilado, mal dotado y mal equipado.
Las bibliotecas deben ser lugares tan atractivos como los jardines, los museos, las galerías, los restaurantes y las salas de cine, adonde todo invita a disfrutar la vida.
¿Y qué mejor lugar para conocer y apreciar realmente la vida, que la biblioteca, al lado de los grandes, medianos y pequeños autores y sus textos, o en la navegación inteligente por el ciberespacio?
Los planes y programas de estudio podrán ser espléndidos, pero la verdadera formación se va a dar tanto en la biblioteca, como en el laboratorio o taller, o en el campo de prácticas, si los docentes y los estudiantes cuentan con los recursos de información que son necesarios, suficientes y pertinentes para aprender, y si, además, saben emplearlos.
Por supuesto: es indispensable la experiencia y la visión pedagógica del maestro, del profesor, del tutor, pero sin recursos de información actualizados, de calidad y abundantes ¿qué se va a aprender y para qué?
Con el paso del tiempo, quienes trabajamos en bibliotecas llegamos a pensar que, como muchas otras cosas que ocurren en nuestro país, nuestro servicio es parte de un simulacro: sí, las bibliotecas figuran en los informes y en las estadísticas, se toman en cuenta las cifras que generan en todos los sentidos, pero la calidad y el propósito, la visión de mediano y largo plazo siempre o son postergadas o son desconsideradas; pero las bibliotecas no figuran como deberían -como prioridad- en los presupuestos, ni figuran alto en los organigramas, ni tampoco figuran en las actividades más visibles y emblemáticas de que se ufanan los universitarios, las bibliotecas están ahí y punto, una universidad sería inconcebible sin ellas, pero nada más.
Por ello, estamos obligados a reflexionar: si este servicio es una simulación, eso compete directamente a los académicos e investigadores y a los propios estudiantes universitarios, y entre ellos tendría que hablarse francamente si lo que llaman «docencia» e «investigación» -sin libros, sin bibliotecas, sin bases de datos, ni sistemas de información idóneos- no es también, acaso, una simulación.
Y podemos decir ésto porque vemos que no sólo en nuestra universidad, sino en general en la educación superior, las tecnologías de información han traido de la mano un desinterés de los estudiantes universitarios por la calidad de la información; una inmensa mayoría de ellos, se conforma con el equivalente a la «comida rápida» que sirve en Google, y menosprecian los platillos orgánicos o la comida gourmet que se pueden servir de las bases de datos especializadas, la lectura de un excelente libro impreso y la consulta de otras colecciones (audiovisuales, de obras raras y valiosas, de tesis, etcétera).
Para allegarse información calificada y evaluada por pares cognitivos, es decir, especialistas en los temas que ahí se abordan, debemos acudir a las publicaciones especializadas que actualmente se encuentran representadas en bases de datos de acceso abierto, o en bases y sistemas comerciales de información, tomemos el caso de SpringerLink.
Alguien puede acusar que se trata de bases de datos en inglés, pero eso no debería poder usarse como una objeción para no aprovecharlas. Teniendo como vecinos a inmediatos a los Estados Unidos de América, esa no puede ser una excusa.
Alguien puede objetar que se trata de información que está fuera del alcance del estudiante universitario promedio, por el nivel de comprensión, la especialización del vocabulario, etcétera. Pero si queremos que nuestro país supere su situación ancestral de atraso científico y tecnológico ¿qué clase de objeción es esa?
Los universitarios debemos aspirar a dar mejores resultados, no sólo en las estadísticas y los informes, sino en la vida misma, en el trato con nuestros semejantes, especialmente aquellos que enfrentan las peores desventajas: las de la pobreza, el desempleo y la falta de acceso a los bienes culturales.
El espíritu de los universitarios es -debe ser- ese espíritu generoso del que hablaba José Vasconcelos, quien pedía que los bienes de la universidad se derramaran hacia la sociedad. Hablamos de los verdaderos bienes de la Universidad: de la información, el conocimiento, el saber, la ciencia, el arte, la literatura, la cultura.
Hacer eso, aseguraría el buen destino de los bienes intelectuales y culturales de la Universidad. De lo contrario, todos estos bienes acumulados en unas pocas manos, al servicio de unos pocos bolsillos, son bienes que en realidad se están desperdiciando.



Karl, nuestro Katrina (se necesita agua, alimentos y enseres de higiene personal)

Emerge constantemente información sobre las secuelas del fenómeno meteorológico Karl en tierras del sureste del país. Veracruz, en especial, ha sido afectado de manera severa. Cálculos diversos hablan de medio millón y hasta de un millón de afectados por las intensas lluvias que resultaron equivalentes a la precipitación de cinco años sobre el territorio veracruzano en unas pocas horas.

La población damnificada, que debe ser el interés prioritario de las autoridades, necesita con urgencia, además, el apoyo de toda la población del país. La solidaridad entre los mexicanos es legendaria, como lo han demostrado una y otra vez en el caso de desastres naturales como terremotos e inundaciones.
Sin embargo, nuestros recursos intelectuales, los de la sociedad mexicana toda, también deben moverse para buscar las causas de el grave saldo en pérdidas de vidas humanas y daños materiales, que representan décadas en muchos casos de esfuerzo tesonero, trabajo y cuidado del patrimonio nacional -y veracruzano, en este caso.
Así, tenemos grandes segmentos de infraestructura urbana y rural, afectados. Caminos y puentes. Campos de labranza y tierras ganaderas. Impactos directos a infraestructura educativa -particularmente de interés para los bibliotecarios universitarios, es el caso de la USBI en Boca del Río, Veracruz, en el corazón de las zonas más afectadas. La situación que semanas atrás se había presentado en Tlacotalpan, ahora se replican en uno de los puertos más importantes del país y en una zona densamente poblada.
¿Cómo se llega a estas situaciones de catástrofe, si se toma en cuenta que una formación básica, mínima en geografía, enseña que vivimos en una zona tanto sísmica, como propensa al embate de diversos fenómenos meteorológicos? Sabemos que vivimos en una zona montañosa -volcánica- que sirve de barrera geográfica natural a la humedad del Golfo, en su recorrido hacia el altiplano ¿cómo no prever los efectos de temporales y huracanes sobre los ríos existentes y, de acuerdo a su perfil orográfico, sobre todas las posibles cuencas y vertientes, espacios que por razones absolutamente naturales, físicas, tenderá a ocupar o cruzar durante su escurrimiento, el agua?
Hay que decirlo: Karl, como otros fenómenos meteorólogicos causan un daño que se ve magnificado por la imprevisión, la indolencia y hasta la perversidad humana. O ¿cómo se explica la proliferación de asentamientos humanos en zonas que evidentemente tarde o temprano recibirán los efectos directos del cambio climático? ¿No tenemos meteorólogos, geógrafos, geofísicos, topógrafos, ingenieros que puedan interpretar los signos del terreno, que sepan anticiparse a los fenómenos más comúnes de la madre naturaleza? ¿Quiénes se benefician con el trasiego de materiales de construcción para la improvisación de «viviendas» en terrenos en riesgo, de manera irregular? ¿A qué fines políticos y conveniencias económicas, sirven los enormes aún recursos que dispone el Congreso para la atención de poblaciones en situación de desastre, el famoso FONDEN? ¿Qué porcentaje de la población damnificada podría asegurar que de tales millonarios recursos no reciben nada en ayuda, pero absolutamente nada? Seguramente las respuestas a estas interrogantes moverían a sorpresa e indignación.
No terminaba todavía el gobierno federal de celebrar lo mucho que, efectivamente, se ha avanzado gracias a movimientos sociales como la guerra por la Independencia de la corona española, y la guerra revolucionaria, que buscó dar tierra y libertad a los peones acasillados de la hacienda porfirista, cuando este revés de la naturaleza vuelve a poner a flote la imprevisión, la incapacidad y la ineficiencia que, aunadas a una dosis escandalosa de corrupción, arrodillan al país frente a una tormenta.
Se dice entonces que ha sido el fenómeno más devastador en 70 años. Los mismos 70 años que llevan los descendientes directos de los revolucionarios de 1910, esperando que se establezca un orden justo y verdadero en nuestras convulsionadas tierras.
Mucho se ha avanzado, pero cuando se miran los indicadores de todo tipo, México aparece al final de las listas en todo aquello que es crucial y fundamental para construir nuestro futuro: educación, ciencia y tecnología, salud, oportunidades laborales, culturales, alimentación y vivienda.
Números rojos parpadean en todos los cuadros de mando del país. Que alguien señale el aspecto de la vida nacional en que hay, de verdad, buenas noticias. ¡Estabilidad macroeconómica, dicen algunos, pero no los que sobreviven con un salario mínimo destrozado por las incesantes alzas a los precios de las gasolinas, servicios y productos de primera necesidad!
Descrédito internacional por la masacre de inmigrantes en Tamaulipas. Descrédito interno por una celebración del Bicentenario de la Independencia que exigiría, al menos, que el secretario de Educación riendiera cuentas de la forma en que se utilizó dinero que hacía más falta en la rehabilitación y construcción de escuelas, bibliotecas, equipamiento educativo, recursos que se quemaron en un festejo que no ha dejado ningún buen sabor de boca. ¿Qué celebramos: que descendemos cada año en los resultados de la prueba PISA, de aprovechamiento académico de los jóvenes, los más de 7 millones de ninis que son parte de nuestro «bono demográfico» y una oportunidad dorada -aunque condenada, por lo visto, a servir de paja para mantener encendida la llama de la «guerra contra el narcotráfico»- para sacar adelante al país? ¿celebramos los casi 30 mil muertos de manera totalmente irregular, extralegal, en el contexto de dicha guerra, o que seis de cada diez ayuntamientos estén de hecho, bajo el control de delincuentes? ¿o que ha prevalecido la impunidad en el caso de los 49 bebés que murieron calcinados en una guardería en Hermosillo, Sonora, cuyos dueños están relacionados directamente con la familia del presidente?
Y en nuestro propio Estado -Veracruz- ¿celebramos que estamos en los últimos lugares del Indice de Desarrollo Humano, a pesar de nuestras incontables riquezas y enorme potencial humano? ¿Que la migración de campesinos ha convertido gradualmente al agro veracruzano en un páramo? ¿Que puede correr dinero a raudales a las campañas electorales, mientra la infraestructura educativa se viene abajo, junto con carreteras y puentes, y mientras los pensionados ven esfumarse sus escasos medios de sobrevivencia?
Por eso, los recursos intelectuales de esta sociedad deben moverse en busca de las causas de estos desastres acumulados. Si las causas perduran, seguiremos padeciendo los mismos efectos. Si no se hace así y si no lo hacemos los habitantes de estas tierras ¿quiénes van a ponerse a pensar por nosotros?
Imagen tomada de El Economista.



Scirus: búsqueda de información científica (410 millones de objetos).

Scirus es la herramienta de investigación científica «más comprehensiva de la web» -al menos así lo declara en su portal. Con sus más de 410 millones de objetos científicos indizados, permite buscar y localizar no solamente el contenido de publicaciones periódicas y journals, sino también las páginas web de investigadores, courseware, borradores de investigación (pre-prints) en servidores colaborativos, así como en patentes, repositorios institucionales y sitios web.



Apagón analógico, fugas de información, bibliotecas, internet y sustentabilidad

El gobierno federal anunció que en un lapso de cinco años -de 2011 a 2015- las transmisiones de televisión analógica serán totalmente reemplazadas con transmisiones de televisión digital.
Acostumbrado como está, el pueblo de México, a un escaso repertorio de ofertas televisivas -al menos en la televisión abierta-, es previsible que la posibilidad de recibir en los hogares, posiblemente decenas o centenas de señales televisivas a través del cable telefónico o de Internet, le represente un salto cualitativo enorme, y hasta un reto, a la inmensa mayoría de la población nacional.
Aunque la tasa de adopción del nuevo formato digital de televisión sea lenta al inicio por razones económicas y técnicas, en 2015 la oferta de canales y programaciones se habrá diversificado a una tasa aún desconocida.
Lo anterior plantea interrogantes en cuanto al impacto que tendrá esta transición, sobre la formación de la opinión pública en México.
¿Cuál será el papel de los grandes consorcios de comunicación en la conformación de auditorios y opinión pública, frente a una oferta ampliada, plural -y crítica, en el mejor de los casos-? ¿Podrán éstos consorcios volver a imponer puntos de vista de manera masiva en lo concerniente a lo político y electoral? ¿Qué nuevos actores tomarán la delantera en términos de creatividad e influencia, y cómo?
¿Abandonarán los espectadores los «canales» tradicionales, ante una oferta variada de mensajes y propuestas de comunicación?
¿Estarán dispuestos y preparados para elegir mejores contenidos? ¿Cuál será el impacto de este cambio en la cultura popular, en la educación, en los hábitos de la gente?
¿Sabrán los diferentes actores culturales -y, de manera destacada, las universidades públicas y las asociaciones civiles- aprovechar de la mejor manera estos nuevos espacios y auditorios para generar una revolución cultural como la que se esperaría?
¿Qué lugar ocupará el libro, la lectura y las bibliotecas en este nuevo panorama?
¿Será realmente accesible a todos la nueva oferta de entretenimiento y noticias, o seguirá manifestándose la brecha digital, brecha de oportunidades, entre los segmentos de mayores y menores ingresos de la población?
¿Se dará el mismo fenómeno de acaparamiento con las concesiones, pero ahora con la venta de decodificadores, servicios de instalación, etcétera?
¿Será la vigilancia total y permanente, el control social total -de lo que lee, escribe, ve y oye la gente en las nuevas redes de «servicios» digitales- el futuro de nuestras sociedades?
Todas estas preguntas no son triviales, si se considera el papel que ya tiene la red Internet a nivel mundial en el flujo de información alternativa o que, a pesar de que es considerarada por algunos gobiernos como «secreta», se filtra hasta amplios sectores de la población, como ha ocurrido a través del sitio de activistas informacionales y ciberperiodistas, Wikileaks, cuya filosofía se puede resumir -de acuerdo con una expresión de Julian Assange–  en «vigilar a los perpetradores», para contribuir a la autodefensa de las sociedades que, en la mayoría de los casos, sufren las consecuencias de las malas decisiones económicas, financieras o en el ámbito de las relaciones exteriores, de sus gobiernos. Mucho puede avanzarse hacia una sociedad más igualitaria y adonde se respeten las normas básicas del derecho gracias a sitios como Wikileaks, si ponderamos lo expresado por Assange, durante una reciente entrevista que dio para las conferencias TED.
Así que, si se cumplen las expectativas del anuncio sobre el apagón analógico, más ciudadanos deberían tener la oportunidad de tener acceso a más información y conocimiento que no ha sido controlado o filtrado previamente por las empresas y los gobiernos.
Esto debería conducirnos tarde o temprano a un resurgimiento de aspiraciones democráticas e igualitarias, y a un debilitamiento del poder de grupos de élite, puesto que la participación en la toma de decisiones es imposible sin información, pero cuando ésta aparece, viene de la mano el interés de la gente por opinar, decidir y participar.
Por lo anterior, y tomando en cuenta el ejemplo de Colombia, es previsible que un cambio en la política bibliotecaria nacional, para abrir, consolidar y mantener nuevos y mejores espacios para las bibliotecas públicas en las zonas urbanas y rurales, más conflictivas del país, podría reorientar el desarrollo de regiones enteras, involucrar a la enorme masa de jóvenes, que no trabajan ni estudian, y de adultos desempleados, en actividades culturales y recreativas que ensanchen sus horizontes de realización personal y colectiva, reduzcan las probabilidades de que sean captados por el crimen organizado para trasegar estupefacientes, delinquir, robar, secuestrar y asesinar, y contribuyan a reactivar el desarrollo económico a través de un impulso al emprendimiento y la inversión productiva.
¿Cuál es el nuevo papel del bibliotecario, ante una sociedad que, a la vez, carece de la información fundamental para participar, y por otro lado vive saturada de mensajes que es incapaz de jerarquizar, filtrar y discriminar, a la velocidad que se generan y los recibe?
Esta es una de las razones más importantes para impulsar acciones de alfabetización informacional en todos los niveles de la enseñanza, y bajo modalidades tanto formales como informales, que cubran a todo el espectro social.
Sin ciudadanos alfabetizados en información será muy difícil, o acaso imposible, hacer avanzar cualquier política pública en todos aquellos ámbitos que impactan de raíz la vida nacional, estatal, regional y local: en educación, salud, productividad, sustentabilidad.
Una población más informada, necesariamente debe ser capaz de tomar mejores decisiones, y de actuar con mayor claridad y creatividad.
Así ocurre con los temas que se relacionan con el desarrollo regional y la sustentabilidad. Si en el proceso de convergencia de Internet y televisión podemos encontrar un punto de equilibrio, que transforme los sentidos de la comunicación, y ésta deje de ser unidireccional -de las empresas a los consumidores, de los gobiernos a los gobernados- y se vuelva bidireccional y multidireccional, las comunidades de consumidores y ciudadanos, podrán intercambiar entre sí experiencias exitosas y fallidas sobre el manejo de los recursos, los desechos y su efecto en el medio ambiente. Los ciudadanos podrán efectivamente calificar la actuación de las autoridades, a través de mecanismos de observación de las actividades de sus representantes, lo cual se vería reforzado si se crearan herramientas legislativas para participación pública, como el referéndum y la revocación de mandato.
Además de las repercusiones en lo social y político, la columna vertebral de intercomunicaciones que es Internet, tiene el potencial de servir para articular la acción de comunidades dispersas, de grandes sectores de la población tanto para el compostaje, como para el reciclamiento de residuos, el ahorro energético y el cuidado del agua. El impacto de dicha columna vertebral en la educación y el desarrollo económico debe explorarse, pero los beneficios parecen estar fuera de duda.
Si no se toman medidas a gran escala en torno a estos problemas, empleando las tecnologías de información y comunicación disponibles a nivel nacional, estaremos desaprovechando el potencial de estas para que México viva un gran proceso necesario de reconstrucción y reorientación nacional.



Ahora que el Mundial es «oficialmente» educativo

Viene a la mente un texto un tanto antiguo de Eduardo Galeano, que a la sazón dice:

«¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.

«En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de «las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan». Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó una conferencias sobre el tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en que la selección argentina estaba disputando su primer partido en el Mundial del ’78.

«El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la Cultura, y así la chusma tiene lo que quiere.

«En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase.

«Cuando el fútbol dejó de ser cosas de ingleses y de ricos, en el Río de la Plata nacieron los primeros clubes populares, organizados en los talleres de los ferrocarriles y en los astilleros de los puertos. En aquel entonces, algunos dirigentes anarquistas y socialistas denunciaron esta maquinación de la burguesía destinada a evitar la huelgas y enmascarar las contradicciones sociales. La difusión del fútbol en el mundo era el resultado de una maniobra imperialista para mantener en la edad infantil a los pueblos oprimidos.

«Sin embargo, el club Argentinos Juniors nació llamándose Mártires de Chicago, en homenaje a los obreros anarquistas ahorcados un primero de mayo, y fue un primero de mayo el día elegido para dar nacimiento al club Chacarita, bautizado en una biblioteca anarquista de Buenos Aires. En aquellos primeros años del siglo, no faltaron intelectuales de izquierda que celebraron al fútbol en lugar de repudiarlo como anestesia de la conciencia. Entre ellos, el marxista italiano Antonio Gramsci, que elogió «este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre».

Ahora que la SEP ha solicitado con carácter de urgente, que en el sistema de telesecundarias haya condiciones para que todos los estudiantes puedan ver el partido inaugural del Mundial de Sudáfrica 2010, uno se pregunta ¿y las condiciones necesarias -por ejemplo, la dotación suficiente de libros para las bibliotecas escolares- para que los niños y los jóvenes se formen con calidad, cuándo se asegurarán?



La primera célular artificial ha sido creada por una computadora

¿Será ésta la pesadilla de Darwin*, o ésta otra? En un documento publicado hoy en la revista Science, el Instituto J. Craig Venter y Synthetic Genomics, Inc anunciaron la creación en laboratorio del primer organismo autoreplicante cuyo genoma completo fue construido desde cero por una máquina.
* Advertencia: El contenido del documental La pesadilla de Darwin puede resultar perturbador para algunos espectadores. Se recomienda discreción.



¿Aprender en las nubes?

La proliferación del acceso inalámbrico a Internet y la paulatina separación entre dispositivos de acceso y contenidos, adonde éstos permanecen más tiempo o de manera indefinida en repositorios de información en línea (Google Docs, Youtube, Flickr, Slideshare), nos aproximan a la idea de acceso ubicuo a la información generada de manera individual y colectiva. La «nube».
Gracias a redes como WiFi y WiMax, el acceso a comunicaciones, textos, imágenes, videos y audio es factible en prácticamente cualquier entorno. En algunas ciudades del mundo el acceso es gratuito y las constituciones de algunos países consagran ya esa libertad de acceso como un derecho de los ciudadanos.
¿Cómo es la experiencia de «aprender» en las «nubes» de datos?
Realmente, la autodidaxia se vuelve una condición deseable del estudiante «en las nubes»: la capacidad para establecer sus propios caminos, su derrotero, y de adivinar, suponer y proponerse metas cognitivas. La autodidaxia supone una enorme dosis de autonomía para investigar, consultar y generar productos.
Si tomamos en cuenta que el aprendizaje se sustenta en cuatro funciones cognitivas fundamentales ineludibles, propongamos un repaso general de lo que el aprendiz autónomo está haciendo cuando interactúa con otros y con los contenidos en la nube.
Atención. Todo aprendizaje supone la capacidad de concentrar nuestros sentidos y nuestra atención conciente en algo. A partir de ahí escalamos gradualmente desde una percepción parcial y confusa de ese algo, hasta una percepción más clara y definida de ello.
En el caso de la nube, con su proliferación de contenidos y estímulos de todo tipo -vía correo, chat, video y audioconferencia, multimedia, etc.- el aprendiz debe elegir un punto de enfoque, un sendero que lo llevará hacia algo nuevo desconocido, o familiar pero que no ha comprendido cabalmente.
Comprensión. Sin atención no podemos aspirar a la comprensión. La atención puesta en el sendero reflexivo, la observación o la asimilación de nuevos conceptos, nos aproxima a la comprensión, como ese estado mental en el que los conceptos, las ideas, las teorías adquieren un estatus de coherencia, veracidad, confiabilidad, es decir, en el que se vuelven instrumentos para nuevas interpretaciones, análisis y compresiones, como en un ciclo de retroalimentación. Pero como no somos capaces de una comprensión total, absoluta y definitiva, la comprensión también nos obliga a regresar sobre nuestros pasos, y plantear nuevas preguntas, nuevas interrogantes. Cuando comprendemos, deseamos comprender aún más. Y es la comprensión de una nueva información, de un nuevo conocimiento, cuando vemos que ocupa un lugar en el contexto más amplio de la ciencia, la cultura, la producción artística o humana, cuando percibimos su origen, desarrollo y posible evolución futura, que nos volvemos capaces de transformar o de influir en la transformación de ese conocimiento.
En la nube existe un inmenso conjunto de herramientas que facilitan la comprensión. Podemos encontrar una variedad de explicaciones o comentarios sobre un mismo tema, podemos establecer comparaciones, podemos ver la fuerza de la argumentación o de la explicación como una variable del dominio y la autoridad de quien la emite. Podemos acudir a diccionarios en línea y traductores, con lo que allanamos el camino a las dudas o problemas terminológicos. Podemos hacer consultas en catálogos de cientos de miles de bibliotecas de todo el mundo, para conocer qué se ha escrito o publicado sobre tal o cual tema. Tenemos literalmente al alcance de la mano una biblioteca de millones de volúmenes, de la que podemos valernos para comprender con cierta claridad casi cualquier asunto.
Elaboración. Aquí entramos de lleno en el aprendizaje. Si estoy atento al nuevo conocimiento, a la nueva información, si la comprendo, la descifro, puedo decodificarla e interpretarla, estoy en la frontera misma de reelaborar, reconstruir y recodificar esa nueva información. No hay aprendizaje sin elaboración. Elaboro cuando resumo, cuando esquematizo, cuando simplifico, cuando parafraseo, cuando explico, cuando presento, cuando articulo una diversidad de saberes actuales y previos y genero un nuevo producto. Esta fase de la elaboración puede ser breve o de larga duración. Hay obras intelectuales que conllevaron procesos de elaboración de muchos años. El producto es, casi siempre, la fusión de una actitud atenta y perseverante, de un afán comprensivo que no dejó cabos sueltos, áreas oscuras o en la ambigüedad, de lo que resultan obras que nos presentan la grandeza del genio humano.
En la nube hay todas las herramientas dispuestas y accesibles para elaborar. Hay foros adonde podemos aproximarnos para plantear dudas, hacer sugerencias o francamente exponer nuestra visión sobre un tema, o una cosa. Hay herramientas para colaborar, para crear documentos textuales, visuales, audiovisuales; con el conocimiento correspondiente, podemos volvernos autores, escribir y publicar libros, ensayos, novelas. Podemos hacer mapas conceptuales y esquemas, crear productos multimedia o sencillas presentaciones. Podemos integrar saberes de distintas personas, tiempos y lugares, aprovechando las capacidades de recuperación de información de la red. Con la red y en la red, podemos elaborar una infinidad de productos que ponemos a consideración de otros sujetos aprendices, para conocer sus puntos de vista, recibir retroalimentación, críticas. Es en esta fase social de la elaboración que el aprendizaje y la crítica se enriquecen a partir de las interacciones entre individuos con mayor o menor experiencia.
Memorización. Hay quienes estudian para memorizar. No para comprender, no para elaborar nuevas ideas y nuevos conocimientos. La memorización es un proceso cognitivo de gigantesca influencia en el aprendizaje. Hay quienes se lamentan de tener mala memoria. Pero podríamos decir que si se quejan de tener mala memoria, posiblemente es que no estuvieron atentos, no comprendieron y tampoco hicieron un esfuerzo para elaborar algo con eso que estaban «aprendiendo». Pasar de la atención, a una comprensión superficial de las cosas y de ahí imponernos la tarea de memorizar -cosa a la que obligan a los estudiantes muchos programas educativos- obtendremos como resultado un profundo estrés académico, aparentemente buenos resultados en las evaluaciones, pero pobres resultados prácticos y concretos en la interacción académica, profesional y personal. ¿Cuántos estudiantes de posgrado creen en la mala o buena suerte? ¿Cuántos, incluso, acudirían a una limpia para mejorarla? ¿Cuántos se preocupan más por la evolución de los encuentros deportivos, que por la situación compleja que vive en estos tiempos no sólo nuestro país, sino el mundo? Deberíamos estudiar para comprender. Todo universitario debería poder fungir potencialmente como un facilitador del aprendizaje de los demás, en la misma medida en que su capacidad autodidáctica le permite ser un aprendiz eficaz.
En la nube, la memorización externa de la información no es problema. Pero a la par que podemos almancer grandes cantidades de información en repositorios en línea, adonde pueden ser comentados y criticados, es muy importante que contemos con esquemas de organización de esa información almacenada o preservada en un soporte tecnológico externo. La parte más importante de la memorización ocurre, sin embargo, a nivel interno. Porque no es una memorización a secas, como si nuestra mente fuera una grabadora o contara con espacios, como un almacén, adonde se coloca todo lo que se debe recordar. La memorización interna es activa y generalmente implica una relectura, una reflexión y estar volviendo de manera metacognitiva sobre nuestros propios pasos. ¿Qué quiero hacer, qué he hecho, cómo lo quiero hacer, cómo lo estoy haciendo? ¿De dónde vengo, adónde voy? ¿Cubre este aprendizaje mis expectativas como persona, como ser humano, o simplemente lidio con este contenido, con este asunto, para obtener un puntaje, una calificación y luego, como no me importa, ni me involucra, lo olvidaré? Cuando atravesamos de manera legítima las fases del interés cognitivo, la atención, la comprensión y la elaboración en un «ciclo» que a la vez no es tal, sino todas las fases ocurriendo de manera cuasi simultánea, ocurre el fenómeno asombroso de la retención: entonces ese saber que nos es significativo y vital, queda impregnado en nosotros, posiblemente para toda la vida.
A partir de cierto punto, por el camino de la autodidaxia, nos empezamos a reconocer como herederos legítimos y honrosos de alguna tradición, y empezamos a pensar como humanistas, marxistas, nietzscheanos, hegelianos, aristotélicos o platónicos, por que en el fondo todo conocimiento es inseparable de la filosofía. Los más audaces -por su parte- serán los que creen una nueva tradición.
Por último, no podemos obviar el hecho de que a lo largo de todo el proceso de aprendizaje, lidiamos con información de diversos tipos, con diversos formatos y en diversos soportes. Hasta los canales de acceso a la información implicada en el aprendizaje son diversos. Por ello, y como bibliotecarios, somos partícipes de la idea de que sin alfabetización en información todos los esfuerzos por mejorar los procesos de aprendizaje estarán carentes de un apoyo fundamental: las habilidades para el acceso y uso de la información.



CAPES, un modelo nacional de superación académica y científica

En Brasil crearon la CAPES (Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior) para alentar el mejoramiento y desarrollo de la educación superior en ese país. Uno de los esfuerzos más destacados de CAPES, para democratizar el acceso a la información científica por parte de todos los estudiantes de nivel superior (licenciaturas, maestrías y doctorados), se realiza a través del llamado Portal de Periódicos, el cual brinda acceso a millones de artículos científicos a texto completo y a decenas de miles de títulos de publicaciones periódicas registradas en bases de datos multidisciplinarias y especializadas, mismas que dan sustento a la actividad de investigación científica y a la docencia en el nivel superior. Lo más interesante de todo es que el acceso a tales fuentes de información está garantizado para los estudiantes de ese nivel de todo el país. En el año 2007, tan sólo, se contabilizaron en el Portal de Periódicos más de 155 mil accesos diarios y la descarga de 18 millones de artículos a texto completo realizada por más de 3 millones de usuarios.
No obstante, cualquier ciudadano puede realizar consultas en el portal. Para ello, los habitantes de Brasil deben acudir a alguna de las bibliotecas de las instituciones participantes en CAPES, en su lugar de residencia. Para ver la lista de instituciones participantes, se puede consultar la lista que aparece en www.periodicos.capes.gov.br. El Portal de Periodicos da CAPES tiene como usuario fundamental a la comunidad científica y tecnológica brasileña. Es un instrumento valioso para alcanzar la excelencia académica de las instituciones de enseñanza e investigación en ese país. Las instituciones que participan en dicho portal fueron seleccionadas considerando la misión de CAPES, de promover la elevación de la calidad de la enseñanza superior, a través del fomento al posgrado.
Cabe destacar que en el Portal de Periódicos de CAPES, se ofrece un enlace al portal Dominio Público, que es una biblioteca digital de recursos predominantemente en portugués, basada en software libre a la que se tiene acceso desde todo el mundo, desarrollada por el gobierno federal brasileño.



El Referencista No. 7, descarga el boletín electrónico de la DGBUV

La Dirección General de Bibliotecas de la Universidad Veracruzana publica trimestralmente un boletín electrónico llamado El Referencista. Su objetivo es contar con una publicación electrónica para la difusión y diseminación de información sobre recursos y servicios del sistema bibliotecario universitario, así como textos de interés general sobre bibliotecas, los libros, la lectura, la alfabetización informacional y la sociedad de la información y el conocimiento. Se espera que la información publicada en el boletín, sea de utilidad para los estudiantes, docentes e investigadores universitarios y para el público interesado en general.
En fecha reciente se ha agregado el número 7, de este boletín, a la oferta pública de información que hace esta dependencia. Esperamos que encuentren de interés los contenidos de ésta edición.

Enlaces a números anteriores:
1, 2, 3, 4, 5, 6



Lectura 2.0

Leer en la pantalla de la computadora es algo que hacemos cada vez con más frecuencia. Lamentablemente, todavía hay una enorme parte de la población, la mayoría, que no conoce y puede beneficiarse del uso de redes como Internet, o la World Wide Web, para ser más precisos. El acceso a noticias e información que se actualiza prácticamente minuto a minuto es una experiencia fascinante, conmovedora y que necesita gestionarse de alguna forma. En el lapso de unos pocos minutos uno puede tener disponibles 10 0 12 ventanas con información de interés, y acabar leyendo solamente algunos fragmentos de cada una. Es tal el caudal de información que apenas da tiempo de agregar a los favoritos aquello que resulta más interesante y, en el mejor de los casos, hacer alguna nota. Si los intereses del lector son diversos, variados, la red se vuelve un verdadero manantial de novedades y de información de fondo, de artículos o ensayos que ameritan una lectura cuidadosa, que pocos hacen. Pensé en el título Lectura 2.0, para esta nota, porque indudablemente el auge de las comunicaciones electrónicas, el acceso a contenidos multimedia, nos permite realizar una clase de lectura que yo llamaría enriquecida. Por ejemplo, leyendo acerca de un tema como la fotografía, puedo ir a Flickr, o leer la excelente página de Ken Rockwell, o tener la última información disponible del mercado de tecnología fotográfica digital en Dpreview. Pero también puedo encontrar la entrada correspondiente a Henri Cartier-Bresson en la Wikipedia y enterarme de que muy recientemente el MOMA ha presentado una parte de sus maravillosas fotografías. También puedo ver videos en Youtube que habla sobre la técnica fotográfica, el arte de la iluminación y ver revisiones en vivo de los últimos equipos.
Todo ésto puedo hacerlo mientras hago una búsqueda entre libros electrónicos sobre aquellos que versan sobre la fotografía y encontrar una variedad de títulos, desde los que exponen la fotografía en blanco y negro, la de paisaje, la de retratos. Puedo ver una línea del tiempo sobre la evolución del arte y la ciencia fotográfica y conocer más sobre los tipos de cámaras y sensores, así como las características ópticas que distinguen a una lente gran angular de un telefoto, de una lente macro. Por si lo anterior no fuera suficiente, puedo descargar a mi computadora programas que me permiten trabajar de una manera increíble con fotografías digitales, o usar directamente algunas herramientas fotográficas en línea. De pronto, en algunas pocas horas o un par de días, puedo conocer las generalidades que tal vez tomaron, varios meses o incluso años, aprender a otras personas, antes del advenimiento de la red. La lectura en pantalla tiene otras ventajas sobre la búsqueda de fuentes impresas: puedo manejar un número mucho mayor de fuentes de lectura en la red que en papel, puedo dejar un rastro de lo que he venido leyendo casi de forma automática, y puedo descargar y preservar gran parte de la información consultada, en forma de archivos. En cambio, ubicar e integrar un repertorio de lecturas impresas es un proceso que toma más tiempo y que puede involucrar algunos costos, la transcripción de fragmentos de la información es un proceso que toma más tiempo, a menos que se cuente con la tecnología de digitalización adecuada. (Por cierto, un uso que le he dado recientemente a mi teléfono equipado con una modesta cámara de 1.2 megapixel, es que fotografío la pasta de algunos libros, e incluso de páginas en interiores, lo que es mucho más económico que fotocopiar y aunque la imagen almacenada no es la mejor, permite que la información pueda leerse, tiempo después). En cambio, con una conexión adecuada a la red y un equipo de prestaciones modestas, tengo al alcance de mis manos literalmente una biblioteca mundial.
De alguna manera, a la Lectura 2.0 parece aplicarse a ese principio proverbial que reza «al que tiene se le dará más y al que no tiene, lo poco que tiene se le quitará». Menciono lo anterior, porque para poder hacer ese reconocimiento de un tema en la red, es preciso y fundamental contar con alguna información previa, ya sea como resultado de lecturas, noticias, videos o charlas. Sin ese bagaje previo, la consulta de la red seguramente no brinda resultados tan interesantes y nos quedamos únicamente con alguna información general en la superficie del tema.
El meollo de la Lectura 2.0, me parece, es que hay que aprender a usar esta vasta biblioteca digital y para ello debemos atravesar un proceso que los bibliotecarios denominamos «alfabetización informacional«. Una persona alfabetizada en información encontrará que hay muchas más cosas que aprender, descubrir y probar empleando un medio como la red, y que ello puede hacer la diferencia entre una vida limitada a algunos pocos estímulos intelectuales de la vida cotidiana, y una vida en la que los asuntos que pueden resultar de interés y de impacto en la vida personal son tantos que el tiempo literalmente se desborda. Pero esta lectura enriquecida, a la que llamaremos provisionalmente Lectura 2.0 necesita anclarse en algo más que los propios recursos en la red. Necesita de la vida real. Hay un ciclo que retroalimenta lectura y experiencia. A mayor lectura, podríamos decir, se incrementa la capacidad para ver en profundidad y detalle la experiencia y viceversa, en la medida en que vamos viviendo y experimentando y resolviendo nuestras situaciones vitales, la lectura cobra un alcance y una perspectiva inusitada, que definitivamente nos enriquece. La Lectura 2.0 nos abre nuevos retos y desafíos que tienen que ver con nuestra capacidad para asimilar, comprender y respetar otras culturas, y revisar con una mayor riqueza de elementos nuestra propia cultura, ver sus inconsistencias y fallas, aquello de lo que carece y a la vez sus grandes fortalezas. Los invito a aprovechar la plétora de recursos que están disponibles en la red para acrecentar su experiencia y a aprovechar su experiencia para sacar el mejor partido de todo lo que está disponible en la red.

Foto: Henri Cartier-Bresson, publicada en guardian.com.uk.