Dice Eugenia Rico, en su interesante ensayo «El latido del mundo como pre-texto»:
«De la cultura de la tertulia, la palabra y la sobremesa se ha pasado a la cultura atomizada del consumidor ante el ordenador, o frente al televisor: frente a la pantalla. Es una vuelta de tuerca más del mito de la Caverna. En lugar de mirar las sombras, miramos pantallas que reflejan la verdadera vida que está siempre en otra parte».
Lo anterior casa muy bien con lo que se ha dicho aquí acerca de la necesidad de desarrollar las capacidades de la población, y en particular de la población universitaria, para explotar recursos de información como Internet, pero no a costa del diálogo y la discusión que deben caracterizar a todo ámbito de estudios. La alfabetización informacional es -será- ese esfuerzo institucional, social, pendiente que las universidades y los centros de educación deben emprender de manera cotidiana, para que los individuos que ahí se forman o laboran, en primer lugar, reconozcan sus propias necesidades de información -desde las más simples, hasta las más complejas, desde las apremiantes hasta aquellas en las que encuentren solaz, esparcimiento y recreación-; para que los individuos reconozcan el vasto ecosistema de la información, y su papel activo en él, y puedan desenvolverse y atisbar las relaciones e interacciones que hay entre todas las fuentes, formatos, tipos de información y beneficiarse de todas, valiéndose de ellas para satisfacer aquellas necesidades; y por último para que puedan tener acceso a los contenidos, a los mensajes codificados en forma de texto, audio, video o imágenes, y a las herramientas con que esos mensajes se construyen, para generar nueva información, organizándola, extendiéndola, dándole forma de nuevo conocimiento.
Si desea comenzar a desarrollar sus propias ideas sobre alfabetización informacional, o saber si está alfabetizado informacionalmente o cómo lograrlo, puede comenzar aquí: InfoLit Global: Directorio de recursos para el desarrollo de competencias informativas.
Pero para alcanzar aquel punto, Eugenia Rico ya nos advierte de los riesgos, de los obstáculos:
«Y todo esto ocurre en los tiempos del amor después del SIDA. El SIDA fue una enfermedad metáfora, que trajo más atomización en las relaciones humanas. El plasma de las pantallas está hecho de la misma cualidad ideal que el caucho de los condones: sirve para protegernos del contagio de la realidad, sea contagio ideológico o contagio emocional. Este contagio también es metafórico: nos protegemos del contagio no sólo frente a una ideología, sino de las emociones que ya no nos llegan a través de la piel o de la palabra, sino de una pantalla. Esta te protege de las emociones. Funciona como profiláctico intelectual, frente al mundo que nos hiere.
«Internet ha creado otro texto dentro del mundo y ha patentado otra forma de leer este texto. Ya hay mundos virtuales en los que, igual que en el Mundo de las Ideas de Platón, los hombres podemos ser perfectos (aunque a menudo renunciemos a serlo). Internet ha cuantificado la información en bits, con lo cual todo lo que es accesorio queda relegado. Los textos siempre son informativos. Cada vez prescinden más de cualquier tipo de circunloquio. La información y los datos suplantan la reflexión de la literatura. La literatura está dando pasos atrás, respecto a lo que eran sus dominios: por ejemplo, el mundo de los sueños, el mundo de los viajes… Aquello donde se podía explayar. La literatura está auditada por otras disciplinas. Hay una auditoría del periodisimo sobre la realidad. Los lenguajes informáticos priman sobre los lenguajes poéticos. La imagen proclama que ha vencido a la palabra. Los números parecen haber triunfado sobre las letras. La información es el valor en alza. Es poder. Y la literatura es la gran víctima en el mundo del valor mercantil de la información. Sentadas a una mesa de póquer el periodismo y la literatura, la literatura tiene menos cartas y las que tiene están marcadas. No hay tiempo para recrear la realidad, porque nos llegan tantos estímulos que el mundo se expresa en un lenguaje caótico como el de un bebé. La sorpresa se sirve con disparos, no con pasteles de cumpleaños. Lo que la vida tiene de sorpresa, la paradoja, lo imprevisto, el abracadabra que se celebra en la literatura, todo eso está al servicio de intereses económicos. La realidad está superando con muchas creces a la ficción.»
Este blog seguramente está siendo leído en soledad, como fue escrito. Pero las ideas conductoras de Eugenia Rico, de quienes dialogamos antes de plasmar contenidos en este blog y de los lectores, seguramente se unen en muchos puntos, y a partir de ahí puede esperarse que nazca un diálogo.
Esperamos ese diálogo necesario, vital, urgente, entre docentes, bibliotecarios, estudiantes e investigadores, y ¡qué mejor ámbito para ese diálogo en el mundo físico, que al amparo de las colecciones de las obras universales, o en el mundo virtual, favoreciéndonos de esta inmediatez que nos brinda la red!
Sirva este comentario, además, para invitar a todos nuestros lectores a visitar, en las instalaciones de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de Xalapa, entre otras, la colección de publicaciones periódicas (ala derecha, nivel -1), adonde encontrarán muchos otros ejemplares de la revista que publicó el texto de Eugenia Rico: Revista de Occidente, revista emblemática del pensamiento occidental y universal, si las hay; y la colección de Literatura (ala izquierda, nivel 1), que es una de las colecciones más ricas del acervo bibliotecario universitario.
En ambos espacios se podrá constatar que no todo texto es nada más información, y que no toda escritura está al servicio de un interés comercial.
Rico, Eugenia. El latido del mundo como pre-texto. Realidad y ficción del mundo o el texto sin lector. Revista de Occidente. No. 325, Junio 2008, p. 66-74.
Platón. La república.