Volumen de noticias y volumen de búsquedas, según Google Trends, por el concepto -en azul- «Julia Orayen», la edecán ex-playmate, contratada por el Instituto Federal Electoral (IFE) para aparecer unos segundos, en el primer debate entre candidatos a la presidencia de la República.
En la gráfica aparecen los volúmenes de búsqueda de Enrique Peña Nieto en rojo, de Andrés Manuel López Obrador en verde, y de Josefina Vázquez Mota en naranja.
La respuesta generada en términos de búsquedas, tanto por la figura de la señorita como por el escote de su vestido, se aprecia a lo largo de los días posteriores al debate, superando por casi seis veces las búsquedas generadas por los respectivos candidatos y sus intervenciones.
No extraña que haya analistas que consideren que en la producción del debate, a cargo del Instituto Federal Electoral (IFE), haya predominado una visión cabaretera del proceso electoral y un mínimo, o nulo, respeto por la inteligencia del electorado mexicano.
¿Es confiable una institución que organiza un debate con un elemento distractor de semejante magnitud?
México descendió 15 lugares en 2011, a la posición 72, de la 57, de entre 187 países adonde UNESCO realiza la estimación del Indice de Desarrollo Humano.