Rafael Pérez Gay
¿Qué se premia cuando se premia a un escritor? Cuando el Estado cultural reconoce a un autor le rinde homenaje a una trayectoria y una obra, a una presencia pública y una influencia en el medio cultural, a una tendencia y una postura intelectual; el Estado lo hace suyo y lo propone a la sociedad como una consagración canónica. De eso está hecho el homenaje que el INBA le hace a Sergio Pitol al otorgarle la medalla de oro en sus 75 años. No es para menos. El prestigio literario de Pitol se cocinó a fuego lento durante al menos 30 años.
Intento mi propio recuento y recuerdo de esa obra. Su famoso relato “Victorio Ferri cuenta un cuento” se publicó en 1957, El mago de Viena en 2005. No estamos para nada ante un escritor a quien el éxito haya tocado desde sus primeros libros; al contrario, la obra de Pitol padeció la soledad y la intemperie. Tiempo cercado (1959), Infierno de todos (1965), Los climas (1966), No hay tal lugar (1967) y El tañido de una flauta (1972) forman el primer ciclo de un escritor que vivía fuera de México cumpliendo diversas misiones diplomáticas. Ese autor solitario y viajero era dueño ya de una fuerza expresiva no muy frecuente en nuestras letras: culto, pesimista, con una fe ciega en el monólogo sombrío de las atmósferas en penumbra.