Karla Zanabria / agencias
El domingo 3 de agosto, a consecuencia de una falla cardiaca, murió a los 89 años el escritor ruso Alexander Solyenitsyn, Nobel de Literatura 1970. “Trabajó como cualquier otro día. La muerte vino rápidamente, al anochecer”, comentó Stepan Solyenitsyn, hijo del autor, que naciera el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk.
Alexander Solyenitsyn fungió como capitán de artillería en el frente en la Segunda Guerra Mundial; durante las últimas semanas de la guerra fue arrestado por haber escrito, en una carta dirigida a un amigo, «ciertas afirmaciones irrespetuosas» sobre Stalin. Siete años vivió preso en mi campo de trabajos forzados.
Durante su cautiverio comenzó a escribir, memorizando su trabajo de forma que no se perdiera, si era incautado. El tema central de su obra era el sufrimiento y las injusticias que padecían los prisioneros en el gulag, una abreviatura soviética para referirse al conjunto de campos de trabajos forzados.
Solyenitsyn fue liberado en febrero de 1953, semanas antes de la muerte de Stalin, pero pasó tres años más en exilio interno en la entonces República Soviética de Kazajistán, antes de volver a Rusia, donde trabajo como maestro.
A partir de 1962 escribió su novela Un día en la vida de Iván Denisovich: las pericias de un carpintero que sobrevive en un campo soviético de prisioneros, a donde ha sido enviado tras haber participado en la guerra.
El libro fue publicado por órdenes del líder soviético Nikita Khrushchev con el fin de desacreditar a Stalin, su predecesor. En un país donde las verdades desagradables no existían, la aparición del libro causó furor. Fuera de Rusia, Solyenitsyn fue elogiado por su lenguaje sencillo y sin pretensiones.
Una vez que Khrushchev fue derrocado del poder en 1964, Solyenitsyn fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos y objeto de hostigamiento por parte de la KGB. No obstante la prohibición de publicar sus libros, El pabellón del cáncer y El primer círculo vieron la luz en 1968.
Cuando Alexander Solyenitsyn ganó el premio Nobel de Literatura en 1970, la Academia Sueca se vio forzada a enfatizar acerca de “la fuerza ética con la que él ha buscado las tradiciones indispensables de la literatura rusa”, debido a que el codiciado galardón literario únicamente era otorgado a autores con largas trayectorias. Solyenitsyn no acudió a la premiación por miedo a no ser autorizado para regresar a Rusia.
Durante toda la década de 1970, la trilogía Archipiélago Gulag impactó a los lectores de todo el mundo por el salvajismo del Estado ruso bajo el gobierno dictador. A decir de algunos críticos, Solyenitsyn desalentó la inclinación que muchos intelectuales de izquierda aún tenían por la Unión Soviética, especialmente en Europa.
En 1974 Solyenitsyn fue expulsado de la Unión Soviética por sus opiniones antisoviéticas. Si bien sus descripciones de las torturas en los campos de trabajos forzados le habían traído reconocimiento internacional, también le valieron un doloroso exilio que se prolongó durante 20 años.
Vivió en Suiza y Estados Unidos donde se dedicó a escribir la tetralogía la rueda roja, una historia ficticia del periodo anterior a la revolución. Se dice que le ofrecieron refugio y honores; pero él no cedió: se mantuvo libre para criticar a la propia cultura occidental, a la que no tardó en calificar como decadente.
Volvió a Rusia en 1994 y apenas concluyó su recorrido expresó su molestia al descubrir que la mayoría de los rusos no había leído sus libros, ni compartían sus puntos de vista. Ajeno a la vida pública el hombre que había sobrevivido a un cáncer y a un intento de asesinato de la KGB continuó escribiendo hasta su último aliento.
Hoy sus restos estarán en la Academia de Ciencias.de Moscú para un homenaje que organiza la Fundación Solyenitsyn. Mañana será inhumado en el cementerio del monasterio Donskoi de Moscú, atendiendo a su última voluntad.
Tomado de El Financiero