Por Iván Ballesteros
Cuando vio el cuerpo ensabanado sobre la plancha fingió que un escalofrío la recorría. El grosor y tamaño de aquella masa casaban con la de su hijo. Ella sabía, de ante mano, que no se trataba de él. En el momento que el dependiente levantó la sábana para mostrarle aquel rostro hinchado le sorprendió el increíble parecido. Sí, es Xavier, dijo.
Después de firmar el papeleo correspondiente se pudo llevar, esa misma noche, el cadáver. Por fin podría cumplir su deseo.
Tomado de www.estepais.com
Wooww!.
Un libro de ese autor. recomienden.