Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



«La muerte es la inventora de Dios» José Saramago

Por Francesc Relea

“Hay quien me niega el derecho de hablar de Dios, porque no creo. Y yo digo que tengo todo el derecho del mundo. Quiero hablar de Dios porque es un problema que afecta a toda la humanidad». José Saramago (Azinhaga, 1922) ha vuelto a escribir de un tema que le inquieta. Io ha hecho esta vez a través de una figura bíblica con mala prensa. Caín (Alfaguara), última novela del premio Nobel de Literatura de 1998, tiene grandes posibilidades de levantar las iras de algunos sectores católicos. Nada nuevo para el escritor portugués, que en 1991 genera una polémica mayúscula con El Evangelio según Jesucristo. En aquella ocasión, el Gobierno luso se sumo a In campaña contra Saramago, al vetar su nombre coma candidato al Premio literario Europeo. El primer ministro era el conservador Aníbal Cavaco Silva. Hoy es el presidente de la República. Leer más…



Ya no me doy horror: a los 72 años espero algo de mí

Por Silvina Espinosa de los Monteros

«Si la vida no sirve para armar un gran poema, no sirve para nada».

En la primavera de 1995 Ricardo Garibay abrió las puertas de su casa en Cuernavaca para platicar sobre el que entonces era su más reciente libro publicado: Paraderos literarios, un delicioso mosaico de reflexiones literarias, que dio pie a una extensa conversación en la que el escritor habló sobre la vida y la muerte, temas íntimamente signados por su apasionada relación con los libros.

Sitiado por una enorme biblioteca y con varias decenas de bolígrafos dispuestos verticalmente como una inesperada formación de soldaditos de plomo sobre su mesa de trabajo, Ricardo Garibay articulaba su elocuente discurso al tiempo que hacía frente a molestas interrupciones domésticas como el timbre del teléfono o los ladridos de una jauría de canes fugitivos, sobre los cuales hizo de pronto un llamado enérgico: «¡Echen esos perros para adentro o mátenlos, cualquiera de las dos cosas!» Leer más…



«A los 21 años tuve la necesidad casi fisiológica de la escritura»

Por: Silvina Espinosa de los Monteros

A unos días de haber recibido la Medalla Belisario Domínguez, otorgada por el Senado de la República el 7 octubre de 1994, Jaime Sabines concedió esta entrevista en la que habló sobre el dolor, la enfermedad, la poesía y su incursión en la política. Un par de años más tarde, en 1996, ofrecería un magno recital en la Sala Nezahualcóyotl por su 70 aniversario.

Jaime Sabines está sentado en la sala de su casa del Pedregal dispuesto a charlar. Con intermitentes accesos de tos debido al intenso consumo de tabaco pero con buen humor para aminorar el inventario de los últimos tiempos, el poeta recuerda lo que hace unos cuantos días le dijo un escritor paisano suyo: «Don Jaime, ya sabemos que usted resistió 33 operaciones en cuatro años y medio, ¿qué le parece peor: esas visitas al quirófano o las 178 entrevistas que le han hecho esta semana?» El autor de poemas como «Los amorosos» o «Tarumba» sonríe y ataja de inmediato: «Obviamente, esta semana». Leer más…

 

Herta Müller, Nobel de Literatura 2009.

«Hablo mal el rumano, pero por mi tesitura interna soy rumana»

Juan José Flores Nava

Muchos apostaban a que este año sería para un estadounidense o un hispanohablante. Pero no. Los cálculos han fallado otra vez. La Academia Sueca decidió otorgar el Premio Nobel de Literatura a la rumano-germana Herta Müller.

Con ello, por tercera ocasión en una década las letras alemanas son reconocidas por el comité Nobel: en 2004 lo fueron por la austriaca Elfriede Jelinek y en 1999 por Günter Grass

Herta Müller es una novelista, poeta y ensayista nacida el 17 de agosto de 1953 en Nitzkydorf, una localidad de la región de Banat, en Rumania, en la que desde hace dos siglos habita un importante grupo de personas de origen alemán. El Premio Nobel de Literatura, según la Academia Sueca, es entregado a esta mujer como reconocimiento a una obra que «con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, describe el paisaje de los desposeídos».

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Libro + vídeo = ‘vook’

La versión digital de periódicos y revistas hace tiempo que integró vídeos y sonido a las crónicas. Ahora le ha llegado el turno al libro. El grupo editorial Simon and Schuster lanzó el jueves en EE UU el vook, un producto que, como indica su nombre en inglés, mezcla libro (book) y vídeo.

«Es un género nuevo. No es un libro electrónico y tampoco es una película, es la mezcla de ambas cosas», explica en conversación telefónica Bradley J. Inman, presidente de la compañía Vook, responsable de este invento. La limitación técnica de lectores electrónicos como Kindle o Sony E Reader -que no permiten ver vídeos- parece darle la razón: el ordenador o el teléfono son los canales naturales para los vooks.

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Recuerdo de Cortázar

Por Carlos Fuentes

Como sucede, lo conocí antes de conocerlo. En 1955, editaba yo una Revista Mexicana de Literatura con el escritor tapatío Emmanuel Carballo. Allí se publicó por primera vez en México una ficción de Gabriel García Márquez, Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo.

Gracias, también, a nuestras amigas Emma Susana Separatti y Ana María Barrenechea, pudimos obtener la colaboración de Julio Cortázar. “Los buenos servicios” y “El perseguidor” aparecieron por primera vez en nuestra revista renovadora, alerta, insistente, hasta un poco insolente. Más tarde, casi como parte de una conspiración, Emma Susana me dejó leer el manuscrito de una novela de Cortázar cuyo eje narrativo era la descomposición del cadáver de una mujer enterrada con máximos honores bajo el Obelisco de la avenida 9 de Julio, en Buenos Aires.

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Un encuentro lejano con Thomas Mann

por Carlos Fuentes
1.
A principios de 1950, acababa de cumplir 21 años cuando llegué a Suiza para continuar sus estudios, tanto en la Universidad de Ginebra como en el Instituto de Altos Estudios Internacionales. Trabajaba en la misión de México ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y le servía de secretario al miembro mexicano de la Comisión de Derecho Internacional de la ONU, el embajador Roberto Córdova. Todo esto le daba a mi arribo en Suiza un tono sumamente formal. Ginebra, como siempre, era una ciudad muy internacional.
Me hice amigo de estudiantes extranjeros, diplomáticos y periodistas. Conocí a una bellísima estudiante suiza y me enamoré de ella, pero nuestros encuentros clandestinos fueron interrumpidos por dos casualidades.