Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



Canetti contra la muerte

José A. Rojo

Dejó inconcluso un proyecto que fue la obsesión de su vida y que se publica ahora sólo en español: Libro de los muertos. Apuntes 1942-1988. Babelia analiza en exclusiva esta obra de Canetti. «Se muere con demasiada facilidad», escribió el autor de Masa y poder

Desde hace muchos años nada me ha inquietado ni colmado tanto como el pensamiento de la muerte», escribió Elias Canetti (Rustschuk, Bulgaria, 1905- Zúrich, Suiza, 1994) en un cuaderno que recoge apuntes realizados entre 1942 y 1948: «El objetivo serio y concreto, la meta declarada y explícita de mi vida es conseguir la inmortalidad para los hombres». Eran años duros para el mundo, metido en el infierno de la Segunda Guerra Mundial o saliendo del mismo, de ahí que también anotara por entonces: «Se muere con demasiada facilidad. Morir debería ser mucho más difícil». Y se impusiera como la tarea más urgente y necesaria la de acabar, de una vez por todas, con la muerte. No ceder ni un milímetro, no permitirle el más mínimo margen de maniobra.

Articulo Completo en: http://www.elpais.com/articulo/portada/Canetti/muerte/elpepuculbab/20100410elpbabpor_3/Tes



Libros somos y seremos

Carlos Boyero

«El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez se han inventado, no se puede hacer nada mejor», sostienen Eco y Carrière en un libro que se titula osada y numantinamente Nadie acabará con los libros

Imagino que el apocalipsis no se ha encaprichado exclusivamente de mi barrio, que somos infinitos los náufragos de los objetos, rituales, costumbres y fetiches que alimentaban nuestra alma, que hacían muy grato abandonar el refugio de tu casa para dirigirse puntualmente o al azar a descubrir los nuevos tesoros que te ofrecían los templos. Donde yo habito las primeras en clausurar su espacio mágico fueron las tiendas de discos, incluido un paraíso del vinilo en el que podías encontrar antes o después cualquier tesoro que tuviera relación con el jazz. Después le llegó el derrumbe a las librerías pequeñas, especializadas o heterodoxas, atendidas por gente que no se dirigía automáticamente al ordenador ni adoptaba gesto de marciano cuando les preguntabas por un libro o un autor, extrovertidos o secos pero siempre profesionales, con los que inevitablemente se creaba bendita complicidad. Y en poco tiempo cerrarán los destartalados cines que me resultaban imprescindibles. Entramos en la temible geografía de la desolación.

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Nabokov traicionado

 Winston Manrique Sabogal

Con los libros suele pasar lo mismo que con las personas, que cuando quieres a alguien tu corazón y tu cabeza se dividen entre conservar siempre el mejor de sus recuerdos o, por el contrario, querer saberlo todo a riesgo de decepcionarte. Al final puede más la tentación y buscamos saber más, y el resultado está entre cenizas y fulgores. Esta introducción es por el inédito que se acaba de publicar en España de Vladimir Nabokov, El original de Laura (Anagrama), un título orientativo que se ha dado a la novela que el maestro rusoestaounidense apenas estaba bosquejando cuando murió en Suiza en 1977.

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Inventar el libro

Juan Villoro

¿Qué tan novedoso debe ser un invento? La importancia de un producto suele depender de su capacidad de sustituir a otro. La tecnología necesita contrastes; sus aportaciones se miden en relación con lo que había antes. El inventor es el hombre que llega después.

Lo nuevo existe en serie: es la última parte de una secuencia, requiere de algo que lo anteceda. Esto lleva a una pregunta: ¿podemos inventar hacia atrás? ¿Qué pasa si le asignamos otro orden a la historia de la técnica?

Imaginemos una sociedad con escritura y alta tecnología, pero sin imprenta. Un mundo donde se lee en pantallas y se dispone de muy diversos soportes electrónicos. Abundan los receptores de textos e incluso se han diseñado pastillas con resúmenes de libros y métodos hipnóticos para absorber documentos. Esa civilización ha transitado de la escritura en arcilla a los procesadores de palabras sin pasar por el papel impreso. ¿Qué sucedería si ahí se inventara el libro? Sería visto como una superación de la computadora, no sólo por el prestigio de lo nuevo, sino por los asombros que provocaría su llegada.
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Qué leen los grandes escritores

                                                                                                          Alberto Manguel

La lectura suele no detenerse en la última página de un libro, sino continuar más allá, contagiando a otros lectores y engendrando nuevos libros. Un libro que nos conmueve, nos irrita o nos hace reír, nos incita a hablar de él, a rodearlo de comentarios y glosas, a reescribirlo según nuestro entendimiento. Para apropiarnos de él, le otorgamos nuestro aval o nuestro rechazo, echándolo por la ventana u ofreciéndoselo a un amigo, a otro lector, para que prosiga nuestras labores. Bibliotecas enteras han nacido de este canibalismo literario, cuyos autores más célebres (Averroes, Samuel Johnson, Alfonso Reyes, Walter Benjamin) son leídos para saber qué han leído ellos, dando lugar a nuevas lecturas y nuevas bibliotecas. Quizás por eso Mallarmé supuso que sólo un buen libro debería bastarnos puesto que, a partir de él, sus lectores se encargarían de componer todos los otros.

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