Declaración de 1933
Mientras me sea posible viviré en un país donde haya libertades políticas, tolerancia e igualdad ante la ley. A la libertad política pertenece la libertad de expresar las convicciones, así como el respeto por las creencias del individuo. Estas condiciones no son cumplidas por la Alemania actual. Los hombres que se han dedicado a la causa internacional y algunos destacados artistas son, en ella, perseguidos. Lo mismo que los individuos, los organismos de una sociedad pueden enfermar físicamente, sobre todo en épocas difíciles. Las naciones suelen esforzarse por sobrevivir a sus enfermedades. Espero que Alemania supere pronto las suyas, y que en un futuro cercano se pueda no sólo elogiar a eminencias como Kant y Goethe de cuando en cuando, sino que la vida oficial y particular se fundamente en sus obras.
Una moral
Curiosa es nuestra situación de hijos de la Tierra. Estamos por una breve visita y no sabemos con qué fin, aunque a veces creemos presentirlo. Ante la vida cotidiana no es necesario reflexionar demasiado: estamos para los demás. Ante todo para aquellos cuya sonrisa y bienestar depende de nuestra felicidad; pero también para tantos desconocidos a cuyo destino nos vincula una simpatía. Pienso mil veces al día que mi vida externa e interna se basa en el trabajo de otros hombres, vivos o muertos. Siento que debo esforzarme por dar en la misma medida en que he recibido y sigo recibiendo. Me siento inclinado a la sobriedad, oprimido muchas veces por la impresión de necesitar del trabajo de los otros. Pues no me parece que las diferencias de clase puedan justificarse: en última instancia reposan en la fuerza. Y creo que una vida exterior modesta y sin pretensiones es buena para todos en cuerpo y alma.
De la riqueza
No hay riqueza capaz de hacer progresar a la humanidad, ni aun manejada por alguien que se lo proponga. A concepciones nobles, a nobles acciones, sólo conduce el ejemplo de altas y puras personalidades. El dinero no lleva más que al egoísmo, y conduce irremediablemente al abuso. ¿Podemos imaginar a Moisés, a Jesús, a Gandhi, subvencionados por el bolsillo de Carnegie?
Auténtico solitario
Hay una contradicción entre mi pasión por la justicia social y mi completa carencia de necesidad de compañía, de hombres o de comunidades humanas. Soy un auténtico solitario. Nunca perteneceré del todo al Estado, a la Patria, al círculo de amigos ni aun a la familia más cercana. El que haya un límite en la compenetración con el prójimo se descubre con la experiencia. Aceptarlo es perder parte de la inocencia, de la despreocupación. Pero en cambio otorga independencia frente a opiniones, costumbres y juicios ajenos, y la capacidad de rechazar un equilibrio que se funde sobre bases tan inestables.
La Jornada Semanal, núm. 568, domingo 22 de enero de 2006. Tomados de El País Cultural, Uruguay.