Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



Los gatos y la libertad

Pablo Ordaz

Su casa olía a gato y su escritura, a libertad. Nunca se casó con nadie, salvo con esas dos pasiones suyas. Hace ya muchos años llegó a confesar: «Sin mis libros me sería imposible vivir y sin mis gatos, también. Los libros no aúllan ni los gatos proporcionan sabiduría, por eso no podría elegir. Preferiría entonces vivir sin mí». Y así fue: el día que los médicos le quisieron apartar de sus muchos gatos para preservar sus pulmones, sus amigos supieron que también lo estaban condenando a muerte.

Lo mismo hubiese pasado si a algún incauto se le hubiese ocurrido alejar a Carlos Monsiváis de la libertad. Nunca la traicionó. Y cuando tuvo que elegir entre la libertad y los suyos, siempre la eligió a ella.

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México rinde los máximos honores al fallecido escritor Carlos Monsiváis

Salvador Camarena

Con su muerte, el escritor mexicano Carlos Monsiváis ha obrado una más de sus singulares hazañas. Gobernantes de distinto signo lograron ponerse de acuerdo para que el cronista fallecido ayer sábado a la edad de 72 años reciba el más amplio homenaje posible. Así, en esta suerte de ecumenismo político, autoridades del Gobierno de la Ciudad de México  y del gobierno federal dejaron a un lado sus diferencias y dieron inicio la noche misma del sábado a los actos en honor de quien perdiera la vida a causa de un fibrosis pulmonar.

Envuelto en una bandera mexicana y otra del orgullo homosexual, el féretro de Monsiváis fue instalado la noche del sábado en el Museo de la Ciudad de México, en el centro histórico de la capital mexicana, hasta donde se desplazaron miles de personas para comenzar a despedir al autor de Días de guardar. Las exequias continuarán este domingo, cuando el ataúd sea llevado al Palacio de Bellas Artes, máximo recinto cultural del país, para otra jornada de honores.

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Fin de semana de luto nacional en Portugal

Francesc Relea

La noticia ha conmocionado a Portugal. El escritor portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, autor de más de 30 obras, (Memorial del convento, El evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la ceguera, La caverna, El viaje del elefante, entre otras), ha fallecido esta mañana en la isla de Lanzarote, donde residía desde 1991, tras autoexiliarse como acción de protesta contra la decisión del Gobierno de Aníbal Cavaco Silva, hoy presidente de la República, de vetar su nombre como candidato al Premio Literario Europeo. Saramago tenía 87 años y su salud estaba muy deteriorada en los últimos tiempos.

«La vida es como una vela que va ardiendo, cuando llega al final lanza una llama más fuerte antes de extinguirse. Creo que estoy en el período de la llamarada antes de extinguirme», decía Saramago en una entrevista concedida a este diario el pasado octubre. «Tengo la idea muy clara de que no voy a vivir mucho más. Ahora estoy en una fase en la que sí creo que puedo hacer un trabajo y que lo puedo hacer bien, quiero hacerlo. Después acabará todo y quedarán mis libros, que pienso seguirán siendo leídos», comentó en vísperas de la publicación de Caín, su última novela.

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Leer por placer: leer para siempre

Bettina Caron

Con la lectura pasa algo parecido a lo que nos ocurre con el amor, con los amigos entrañables y a lo que también sentimos con algunos objetos, lugares y recuerdos que nos acompañan a lo largo de toda la vida.

Esos que van cambiando con nosotros, que se van transformando y adquiriendo nuevos significados, pero que permanecen.

Porque la lectura estuvo siempre. Cuando eramos muy pequeños a través de las canciones de cuna, una de las primeras formas de comunicación, con la palabra.

Un poco después llegaron las rimas, los cuentos para ir a dormir, las adivinanzas, los trabalenguas, las rondas. Pero siempre las palabras, las palabras mediadoras entre las emociones y la necesidad de acompañamiento, de comunicación, de transmitir «esas cosas» que van mas allá de las palabras.

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Retratista del barrio

Antonio Saborit

El martes falleció el creador de La Familia Burrón y de una serie de personajes inspirados en las clases populares de la Ciudad de México

En el oficio de Gabriel Var­gas están el auge y caída de las publicaciones periódi­cas ilustradas en México, un re­gistro gozoso y a la vez despia­dado de la vida en los márgenes durante el siglo 20, un capítulo excepcional en la historia de la caricatura narrativa entre nosotros. Es un oficio que se alimen­ta en el teatro de revista, en el ci­ne, en la propia industria de las primeras publicaciones periódi­cas con grandes tirajes y cuestio­nables ambiciones en el orden de lo artístico.

Vargas debutó en las páginas de Jueves de Excélsior con Frank Piernas Muertas (1936), como informan Juan Manuel Aurre-coechea y Armando Bartra en la primera historia moderna de la historieta en México, Puros cuen­tos. Gracias a este trabajo pode­mos seguir los pasos de Vargas en las publicaciones periódicas del siglo pasado. Tras Frank Pier­nas Muertas vinieron El Caballero Rojo, una adaptación de Sherlock Holmes (para el suplemento de Novedades), y una vida de Cristo, curiosos antecedentes del paso al humor en Virola y Piolita (1937).

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El rastreador de ‘harrypotters’

Carmen Mañana

Javier Ruescas es un estudiante de periodismo de 23 años que ha conseguido que Alfaguara publique el 26 de mayo su tercera novela, Tempus fugit. Impresionante, pero no extraordinario. Y casi lo menos sorprendente en la corta carrera de este madrileño. Desde los 19 años, editoriales como Santillana, Espasa, Molino o Ediciones B le pasan los manuscritos de las novelas juveniles cuyos derechos estudian comprar para que los evalúe. «Hago los informes casi con miedo, porque soy consciente de que puede que un libro se publique o no, según lo que yo diga», explica. Su criterio influye no solo en los editores, sino también entre los lectores. ¿La prueba? La gran apuesta de Espasa para esta temporada, Hermosas criaturas, de Kami García y Margaret Stohl, se publicita acompañada por una frase que no pertenece ni a un autor reconocido ni a un crítico. En carteles y escaparates, en letras gigantescas, se utiliza como reclamo la recomendación de este universitario. No es la primera vez. En la segunda entrega de la serie Los juegos del hambre (Molino) se recoge el comentario de Ruescas junto a los de Stephenie Meyer, creadora de la tetralogía Crepúsculo, y de The New York Times.