Antonio Saborit
El martes falleció el creador de La Familia Burrón y de una serie de personajes inspirados en las clases populares de la Ciudad de México
En el oficio de Gabriel Vargas están el auge y caída de las publicaciones periódicas ilustradas en México, un registro gozoso y a la vez despiadado de la vida en los márgenes durante el siglo 20, un capítulo excepcional en la historia de la caricatura narrativa entre nosotros. Es un oficio que se alimenta en el teatro de revista, en el cine, en la propia industria de las primeras publicaciones periódicas con grandes tirajes y cuestionables ambiciones en el orden de lo artístico.
Vargas debutó en las páginas de Jueves de Excélsior con Frank Piernas Muertas (1936), como informan Juan Manuel Aurre-coechea y Armando Bartra en la primera historia moderna de la historieta en México, Puros cuentos. Gracias a este trabajo podemos seguir los pasos de Vargas en las publicaciones periódicas del siglo pasado. Tras Frank Piernas Muertas vinieron El Caballero Rojo, una adaptación de Sherlock Holmes (para el suplemento de Novedades), y una vida de Cristo, curiosos antecedentes del paso al humor en Virola y Piolita (1937).