Gabriel Zaid
En el principio fue la biblioteca de Alejandría. En el presente es la inmensa, y muy polémica, biblioteca Google. En este ensayo Gabriel Zaid traza el arco que va de los rollos de papiro a los libros digitales y descubre las dificultades materiales y legales que enfrenta hoy el perdurable sueño de construir una biblioteca total.
Alejandro fundó Alejandría soñando en una nueva Atenas, y su general Tolomeo (que en el reparto del imperio se quedó con Egipto) fundó una dinastía que continuó ese sueño. Los Tolomeos (que reinaron del 305 al 30 a. C., cuando murió Cleopatra sometida a Roma) crearon el Museo (lugar de las musas): una especie de think tank donde alojaban espléndidamente a poetas, artistas y sabios, con una gran biblioteca adjunta, la famosa Biblioteca de Alejandría. Se valieron para esto de Demetrio de Falera, discípulo de Aristóteles (como Alejandro); que se inspiró en la biblioteca del Liceo (al parecer, la primera biblioteca concebida y organizada como tal, no un montón de libros). Se dice que Cleopatra participaba con inteligencia en las tertulias del Museo.
Para reunir todos los libros del mundo griego, los Tolomeos tenían agentes viajeros que salían a buscarlos y comprarlos. Además, los barcos que pasaban por Alejandría eran abordados por inspectores para confiscar los que tuvieran. Si la biblioteca los tenía, eran devueltos. Si no, copiados tan cuidadosamente que, al entregar la copia en vez del original, muchos pasajeros ni cuenta se daban (Mostafa El-Abbadi, La antigua Biblioteca de Alejandría. Vida y destino).