Por Raúl Arias Lovillo
Estimada Sra. Adriana Landeros, estimada Juana Inés Dehesa, estimados familiares y amigos de Germán Dehesa, Queridos amigos todos,
Cómo expresar el agradecimiento profundo de la comunidad de la Universidad Veracruzana, y el mío propio, ante el generoso y significativo gesto de la familia de Germán Dehesa de donar a la máxima casa de estudios de Veracruz su biblioteca: los libros más apreciados, los títulos, los autores, los textos que por entrañables, por cercanos, por queridos, Germán reunió a lo largo de su vida, y en los que por años abrevó. Libros que lo formaron como hombre de letras y que fueron objeto de estudio, reflexión, trabajo y gozo.
Cómo decir, cómo nombrar este gratitud que sentimos los universitarios de Veracruz ante esta distinción que nos fue conferida. Cómo hacerlo si carecemos de su verbo prodigioso, de su cálida voz, de su amable palabra, de su habla jovial, de la plasticidad de su expresión, de su extraordinaria cultura, de su chispa y de su gracia.
Germán Dehesa, de raigambre jarocha, está entrañablemente ligado a Veracruz, a Xalapa y a la Universidad Veracruzana.
“Hijo ?como el mismo escribió? de veracruzano desmadroso, alegrísimo, vital, con una capacidad para resolverlo todo en una broma, en un chiste, en una ocurrencia”, Germán permanece entre nosotros justamente por esos atributos paternos que heredó y que encarnaron en su palabra, y por su inteligencia, por su compromiso con la sociedad y por la fuerza y claridad de su pensamiento que perviven en sus escritos.
Veracruzano de espíritu, “chilango mayor” y voz esencial de su amada ciudad, mexicanísimo siempre, maestro, humanista, universitario, “puma” de corazón, apasionado del fútbol, periodista, conductor de radio y televisión, cronista y conversador extraordinario, dramaturgo indispensable e inolvidable en aquellos dos sitios legendarios El Unicornio y La Planta de Luz.
Pacifista, defensor y admirador tenaz de las mujeres, que son ?escribió?: “las depositarias de todo lo bueno que puede existir sobre este mundo”. Luchador desde la trinchera de la palabra, impulsor cotidiano ?a través de su columna “Gaceta del Ángel”? de una ciudadanía pensante, participativa y democrática. Crítico implacable de la vida política, de la burocracia inútil y corrupta, de la ineptitud, de la impunidad y de la violencia.
El legado de Germán es invaluable e imborrable: lo que en sus artículos, en sus libros y en sus conversaciones nos regaló, está vivo y es sabiduría, sabiduría pura, sabiduría desacralizada, sabiduría del pueblo, “sabiduría de la calle”, como gustaba decir. Sus escritos nos revelan un mundo poblado de humanismo, de amor, de humor, de cultura, de gracia, de gratitud, de alegría, de vida.
Sus palabras siguen hoy dejándonos siempre una enseñanza, revelándonos una idea, regalándonos una frase o un verso, y dejándonos en el alma una caricia y en el rostro una sonrisa, además del asombro por su sencillez.
Así fue hasta el fin de su existencia, hasta su última colaboración, hasta su adiós en su columna, valerosa despedida de un hombre íntegro, de un ser humano extraordinario que transitó sus últimos días, pleno de gratitud hacia la vida.
Jubilosamente atrapado entre la literatura y la vida, optó por las dos y, gran admirador de Borges, también agradeció los dones recibidos:
“Gracias quiero dar al infinito laberinto de las causas y los efectos por los incontables dones que la vida me ha prodigado… por el intenso tiempo mexicano que me ha tocado vivir y que quizá nos permita provocar el amanecer de la democracia; por la loca, terrible, electrizante y apasionante Ciudad de México; por Venecia que no conozco… por Borges que me dicta estas palabras; por tantos seres dignos y decentes que he conocido; por la felicidad que sí existe…”
Pero además de agradecer sus dones, Germán los prodigó entre sus amigos y entre sus lectores, y hoy los sigue prodigando desde donde se encuentra.
Para la Universidad Veracruzana es un gran honor y un privilegio ser la depositaria de ese espléndido acervo bibliográfico atesorado por Germán, que nos sentimos muy honrados de recibir y que estará disponible para que el mayor número de estudiantes y lectores disfruten y se beneficien de su riqueza, y para que su semilla germine entre la juventud.
Gratitud y alegría. Con esos dones suyos nos quedamos sus amigos y quienes lo conocimos, leímos y quisimos. Y con esos dos sentimientos esenciales de todo ser humano deseo saludar la memoria y el legado humanista de quien pidió que sus cenizas se esparcieran en el río Papaloapan, porque a sus orillas, en Tlacotalpan, pasó algunas de las horas más felices de su vida y es ?dijo? “lo más cercano al Paraíso de todos los lugares que conozco”.
Con la gratitud y la alegría que siempre lo caracterizaron, recibo a nombre de la Universidad Veracruzana este invaluable tesoro bibliográfico que desde hoy forma parte importantísima de nuestro acervo.
Muchas gracias