Verónica Calderón
Una conversación con la escritora Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) abre un amplísimo abanico de temas. Igual se habla de antisemitismo que de política mexicana o de su admiración por Armani. La ganadora del premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2010, que entrega la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), es narradora, ensayista, académica, viajera, fashionista, bloguera y hasta tuitera (cuida de actualizar todos los días su cuenta, @moscas43).
Con estilo impecable, Glantz posa para el fotógrafo por los pasillos del Palacio de Linares y no pierde un detalle. Es una y muchas a la vez. Y cada una igual de interesante que la anterior.
En diciembre pasado, Glantz se convirtió en la tercera mujer, en 19 años, en ganar el premio FIL, tras la argentina Olga Orozco y la brasileña Nélida Piñón, y así en la primera mexicana. «Me gratifica, me enaltece», afirma. El premio FIL, «que para mí sigue siendo Rulfo», apostilla, (la familia del escritor mexicano interpuso una demanda para que la organización del evento literario no utilizara el nombre del autor), representa para Glantz un reconocimiento «muy importante. Todos los que escribimos nos sentimos alentados en el trabajo intelectual».
Mordaz e irónica, la bibliografía de la académica y narradora refleja su insaciable curiosidad. Los temas van desde la travesía que llevó a sus padres, inmigrantes ucranianos, hacia México (Las genealogías, 1981); al mal de amores y la muerte (El rastro, finalista Premio Herralde de novela en 2002) o hasta lo que ella define como una «autobiografía ficticia»: Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador (2005).
Pregunta. En Las genealogías explora su herencia judía; usted alude al sentimiento antisemita, en este caso en México. ¿Considera que el problema es grave?
Respuesta. Yo creo que cada vez más. El sentimiento antisemita ha aumentado debido a las relaciones entre Palestina e Israel. Repetiré algo que he dicho siempre: cuando yo era niña, en la escuela me acusaban de haber matado a Cristo. Ahora me acusan de maltratar a los palestinos, como si el solo hecho de ser judío significara que uno es culpable de todas esas cosas.
P. Y ya que hablamos de México, ¿qué ha cambiado en el país desde que usted comenzó a escribir?
R. Cuando yo nací, México era un país muy distinto de lo que es ahora. México era un país de cambios importantes que ahora se han detenido. Ese movimiento hacia el futuro parece estancado en un momento de horror.
P. En su cuenta de Twitter se refería a la marcha nacional contra la violencia convocada en México por el poeta Javier Sicilia, padre de un joven asesinado. ¿Qué responsabilidad tienen los intelectuales ante estas realidades sociales?
R. Los intelectuales tienen la responsabilidad de hacer una crítica efectiva a lo que está pasando. Lamento que Carlos Monsiváis [ensayista mexicano fallecido en junio del año pasado], que era una de las figuras más extraordinarias para hacerlo, ya no esté. Lo extraño mucho. Aunque eso no quiere decir que no haya gente con una idea cada vez más clara de lo que está pasando en el país. Javier Sicilia ha demostrado una madurez intelectual muy importante, y su actitud frente a un acto tan terrible como el asesinato de un hijo es ejemplar.
P. En su obra ha recorrido temas que son desdeñados por algunos escritores, como la moda, ¿de dónde parte su interés?
R. La moda es uno de los elementos más importantes de la vida cotidiana. A mí me impresionó mucho que el museo Guggenheim dedicara una exhibición a Giorgio Armani, en el mismo espacio que ocupan los más grandes artistas del mundo. Esto implica que el mundo de la moda, que es un mundo que está definido por el mercado, ha alcanzado ya un papel relevante dentro de la cultura. Ahora, no sé si esto es positivo o negativo, pero definitivamente la moda está entre las grandes instituciones actuales. Yo viví en París, en el Barrio Latino cuando era un barrio de intelectuales. Ahora es un barrio lleno de almacenes de moda. Los grandes diseñadores están en sus principales calles, y los que vivían ahí han tenido que mudarse a barrios más populares. Lo que indica que la moda desplaza otras cosas.
P. ¿Es verdad que usted es una gran coleccionista de zapatos?
R. Eso digo en lo que escribo. No necesariamente es verdad. Aunque tengo varios… algunos muy finos, que no sirven para caminar.
P. ¿Y por qué las mujeres nos compramos zapatos que no sirven para caminar?
R. Porque estamos acostumbradas a ser tratadas como objetos, no sujetos, y apenas estamos saliendo de eso.
P. ¿Falta mucho para alcanzar esa libertad?
R. Se ha avanzado, pero no hay que olvidar que la religión construye mucho a las mujeres. En ciertos aspectos fundamentales, la mujer todavía no es libre.
P. Otra de sus grandes pasiones es viajar y ha comentado que prepara un libro sobre sus viajes a la India. ¿Por qué este país?
R. Es un país fascinante, extraordinario. Ahí la belleza y el horror se yuxtaponen de una manera cotidiana, porque la miseria y la riqueza terminan coexistiendo de una forma muy particular. Esto sucede en muchas partes del mundo, en México también, pero pocas veces de manera tan exorbitante.
P. ¿Cómo elige los temas de los que va a escribir?
R. Ellos me van eligiendo a mí.
P. Son muy diversos.
R. Es que ya estoy muy vieja. Tengo 81 años.
Tomado de: http://www.elpais.com/