En México, prevalece la idea de que el libro es un objeto oneroso y que ésa es una razón por la que no se lee en este país de cerca de 112 millones de habitantes.
Esa casi certeza, que podría refrendarse con los datos de la única Encuesta Nacional de Lectura, realizada en 2005, que habla de que los mexicanos leen 2.9 libros al año, tiene algo de verdad y mucho de pretexto.
Aunque la realidad demuestra que buena parte de la población sobrevive con un salario mínimo y que para ese sector es imposible comprar un libro como también es imposible que adquiera muchas otras cosas, lo cierto es que el problema no es que los libros sean caros sino que no hay un verdadero valor de la nobleza e importancia cultural que tienen.
Si bien es verdad que los libros en México son más caros que en Estados Unidos, Inglaterra e incluso España, pues al hacer tirajes más cortos, de apenas 2 mil o 3 mil ejemplares, el costo de producción se encarece y es más alto su precio de salida al público, hay mucho de mito en la sentencia de que la gente no lee porque los libros son muy caros.
Para el escritor y especialista en la lectura Juan Domingo Argüelles hablar bien del libro por su nobleza e importancia cultural y, al mismo tiempo, conspirar contra la lectura con el pretexto de que leer es muy caro, son dos acciones que, desde un punto de vista racional, dejan perplejos.