Universidad Veracruzana

Blog de Lectores y Lecturas

Literatura, lectura, lectores, escritores famosos



¿Leer? ¿Para qué?

Por Allyson Aide Victoria Torres Padrón

La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el escribir, preciso”.

Francis Bacon

« ¿Leer? ¿Para qué? ¡Bah! No, es mucho más interesante el final de Teresa », « ¿Leer? Nah, si en Google encuentro todo », « ¿Leer? ¿Para qué? Mejor me espero a la película, además, los actores están guapos ». Son ese el tipo de expresiones y más las que muchos adolescentes y jóvenes dicen acerca de leer un libro. Y sí, es verdad que muchas películas que han salido últimamente están basadas en libros pero no creo que ese sea el afán de los directores ni de las productoras cinematográficas. Más bien es como dar a conocer el libro de una manera más vivida, más real, y de paso, hacerle promoción al trabajo del autor que con duro esfuerzo terminó una novela. Es decir, por algo un director decide hacer una película de esa manera, por algo se pone el nombre del escritor al final de la película, y por más atractivos que sean los actores, lo que realmente te enamora es el personaje (del que muchas veces ni se toma en cuenta aprenderse el nombre), los diálogos, la esencia en sí de la historia. Es por eso que considero un poco absurdo el ver una película, decir que te ha gustado mucho, y aun sabiendo que es basada en una novela, no interesarse en conseguir el libro o investigar al menos sobre el autor o el por qué escribió esa novela. Saber un poquito más. Solo un poco y no conformarse.

El adolescente rechaza al libro, entra dentro de aquellos desagrados cotidianos. Como si se tratara de lavar los trastes u ordenar la recámara. Si el libro no tiene  dibujitos  es aburrido, y los libros son símbolo de “mataditos”, “nerds”, “ñoños”, “freakys” y sinfín de sobrenombres para llamar a los que sí lo hacen o se preocupan más por su cultura personal. Prefieren hacer otras cosas y ocupar su tiempo libre en ver televisión, estar en internet dentro de las famosas redes sociales como Facebook, Twitter, My Space, entre otras. Ir al cine, ir al antro a convivir con amigos, donde según van a bailar pero más que nada es un pretexto para tomar y fumar uno que otro cigarrillo. Cualquier cosa excepto leer. ¡Ni a comics llegan! Y dentro de las cosas que les gustan para leer, destacan revistas de adolescentes y chismes de farándula.

El hábito de lectura en México es demasiado pobre, ocupando el penúltimo sitio dentro de 108 países, según datos de la UNESCO (2002). Y por el tamaño del país, la economía, que en comparación con la de Argentina, es más alta, por las variadas costumbres, tradiciones y la rica historia que tenemos, no debería ser así. ¡En Argentina leen más! ¿Cómo es eso posible? No creo que se trate de que un libro sea muy costoso, aunque habrá a quienes si se les dificulte comprarlo, ni del número de analfabetas. Tal parece que puede más el conformismo y  la flojera. Lo curioso es cuando otro país hace alguna crítica, nos sentimos terriblemente, ¿no es así?  Quizá, no es la manera correcta de abrirnos los ojos pero tienen sus bases.

Mi intención con este ensayo no es ofender a nadie, ni nada parecido, al contrario es una llamada de atención amigable de una persona preocupada por su país. Mi propia experiencia como joven lectora, las personas que he conocido, los intereses que he adquirido, me inspiran para responder: « ¿Leer? ¿Para qué? ». Resaltando algunas razones por las cuales no se lee y los beneficios de la lectura.

Ahora, quiero comenzar a desarrollar los puntos de este trabajo contando una bonita anécdota personal. Mi tía, mi mamá y mi papá me leían cuentos cuando era niña antes de dormir pero al crecer, llegó un momento en el que como muchos, pensaba que era aburrido. « ¡Es que no tiene dibujos! », me justificaba. Como varios hacen. Luego, a los doce años una incertidumbre, una curiosidad constante me invadió diariamente. En ese entonces, la saga de Harry Potter apenas se estaba dando a conocer en México, y un año atrás, la segunda parte se había estrenado en los cines. Me sentía rara, era como ver a Harry y escuchar sobre él en todas partes, y ya no podía más con tanta intriga. Entonces lo supe, debía leer el tercer libro. Y así comenzó mi relación con los libros y la literatura.

¿A qué voy con esto? Se ha dicho mucho en las campañas de fomento a la lectura, que si lees a tus hijos desde pequeños, obtendrás buenos lectores con el tiempo y que mejor ejemplo para exponer que el mío. Si mis papás no se hubieran preocupado por leerme desde chica, quizá no conocería el maravilloso mundo de las novelas y mucho menos escribiría con tantas ganas este trabajo. Con esto quiero resaltar la importancia de fomentar la lectura a los niños. Pienso que es muchísimo mejor y más constructivo que lean Las Crónicas de Narnia, a que estén jugando videojuegos, viendo ánime (caricaturas japonesas) en la televisión con contenido sumamente violento y cualquier tipo de actividad de ese tipo, y que al final, no les dejara absolutamente nada. Sin embargo, eso no se puede sin la concientización de los padres y como dice el escritor Francisco Javier Alcaraz Medina (2008) «Muchos padres de familia no saben ni tampoco les gusta leer, entonces como van a desarrollar el gusto por la lectura en los hijos.» El entorno en el que te formes y las circunstancias en las que estés van a influir mucho sobre tu personalidad y costumbres, pero los niños y jóvenes no están solamente en la casa, de hecho, hay quienes dicen que los estudiantes viven en dos partes dado a la cantidad de horas que pasan, por supuesto, me estoy refiriendo, a la casa de estudios, la escuela.

Aquí comienza mi segundo punto importante, el fomento de la lectura en las aulas. Es cierto que las escuelas aportan mucho, hay carteles alentando a los alumnos, los maestros hablan acerca de la importancia y cosas así. Hacen su lucha para que los estudiantes comprendan y se preocupen más por tomar un libro y  hojearlo, al menos. No ha sido suficiente. Y a mi criterio, tampoco la forma correcta. No tengo nada contra los clásicos, es más, son clásicos por algo. Realmente son muy buenos pero no me parece el medio para que un niño y adolescente que no ha leído nada por gusto, comience a hacerlo. Es como hacer que un norteamericano que nunca ha comido picante, pruebe un chile habanero. ¿Y cuál va a hacer su reacción? Obviamente no querer volver a comer picante en su vida. Algo parecido sucede si se le obliga a una persona a leer.

Muchas veces se les encarga a los estudiantes una reseña o ensayo sobre un libro, y cuando ellos llevan o les platican a los profesores sobre cual quieren trabajar, les dicen: NO. Pues no se trata de El Principito, Don Quijote, La Ilíada o La Odisea. Y una cosa más que me parece injusta, ellos creen que leer novelas juveniles contemporáneas como Harry Potter o Crepúsculo son…tonterías. Las he leído, y no, en definitiva, no son tonterías. Lo que sucede es que muchos no saben leer bien una novela, no son profundos a la hora de hacerlo y no analizan cada una de las situaciones que el autor va narrando, y entonces cuando el profesor les pregunta de qué habla la historia no saben que decir. Eso también es una habilidad que con los libros se va adquiriendo. Estamos en lucha no solo contra los jóvenes apáticos por la lectura sino también contra los maestros de pensamiento retrograda que quieren hacer que su alumno lea cosas que ellos leyeron. ¡Lo cual es completamente imposible! ¿Cómo va a hacer que una persona que vive y experimenta situaciones del siglo XXI, quiera leer por gusto a Miguel de Cervantes Saavedra? El niño, adolescente y joven debe leer cosas que sea capaz de comprender, en su idioma y forma de ver la vida. Y con los años, ya como un lector formado e interesado, entrar por gusto a los clásicos.

Tocando el tema de la escuela, dentro de las materias que se imparten hay una llamada español, literatura o taller de redacción para grados más avanzados, todas van ligadas a la gramática. ¿Apoco no es frustrante que el maestro o maestra este diciendo constantemente tus errores ortográficos? ¿Quedarte con la duda del significado de algunas palabras, no saber cuáles son las que llevan acento y tener cierto problema al estar leyendo en público, como si leyeras de manera muy lenta y la lengua se te trabara con facilidad? Tal vez esto no es nada nuevo pero el leer con frecuencia te brinda muchas ventajas para la ortografía y comprensión lectora. Al leer obtienes más vocabulario e incluso te convierte en un lector más desenvuelto, más rápido.

Ponemos más atención a problemas de otra índole, que sí, es verdad, son más graves, nos olvidamos de que leer pudiera ser el camino o la solución de muchos de ellos. Leer relaja. Leer es placentero, es de esas cosas que uno como humano no tendría por qué perderse. Con el tiempo se aprende cuando es mejor leer y cuando no. A mi criterio, los mejores días para leer son los días nublados (y con café más). Leer un cuento o novela te transporta por un instante a otro lugar, a otro mundo. Es tener la sensación de poder volar por un breve momento, así como Peter Pan hace volar a Wendy y a sus hermanos aquella noche en Londres, y de pronto, los problemas se ablandan. Te desestresas, te pones en el lugar de los personajes y ves como ellos enfrentan la vida. Y como psicóloga en formación no puedo dejar de ver la relación que la lectura tiene con temas psicológicos. Leer hace reflexionar y podría ser una buena medicina, una mejor alternativa para el bienestar del alma, que las drogas, el alcohol y el tabaco. Un escape más sano, sin duda.

Leer como ya se sabe, alimenta la imaginación, aptitud que solo los seres humanos poseemos. La imaginación es esencial porque más allá de distraer en un momento totalmente aburrido pensando por medio de imágenes, también, ayuda en la solución de problemas y a ser más creativo. Un arquitecto debe imaginar cómo quedará su siguiente obra, solo por citar un ejemplo. También la imaginación ayuda a cumplir nuestras metas futuras ya que no se puede llegar alto sin imaginarse en la cima desde antes. Así que tratando de esto, le doy la razón a Albert Einstein al decir que “La imaginación es más importante que el conocimiento”.

Malva Villalón (2011) afirma que “la gente que lee más, tiene más temas de los que hablar y está más familiarizada con las formas del discurso, por lo que comprende bien las instrucciones, entabla un buen diálogo, plantea puntos de vista y toma la iniciativa”. Leer te hace una persona más completa. Leyendo siempre se tiene un tema de conversación y es cliché para conocer más personas. Mejora las relaciones humanas, enriqueciendo los contactos personales y eso es verdad. Lo he vivido, gracias a que leo, he tenido la oportunidad de conocer más personas y a pesar de que no vivamos en el mismo lugar, tenemos algo en común, el gusto por la lectura, y bueno, también, la pasión a escribir.

Este es otro de los beneficios de leer libros pues te reinventa como persona y no nada más hablo de los valores y de moral. Leer te acerca hacia otra clase de aficiones e intereses. En mi caso despertó a la escritora que llevaba dentro pero en los demás pudiera tratarse el caso de un músico perdido o un pintor. Nunca se sabe, tal vez, también, pudieras descubrir a que te quieres dedicar toda la vida.

En un libro las palabras están hechas arte y un escritor siempre va a estar interesado en cultivar la cultura en sus obras. Al leer comienzas a apreciar las cosas de otra manera. De repente se habla sobre las personas profundas y esa es una de las cosas te lleva la lectura. Vuelve a la persona más analítica, reflexiva y por lo tanto, más profunda. Pero bueno, en realidad son bastantes los beneficios que el leer frecuentemente te trae y esto solo fue mencionar algunos de ellos.

Hay dos clases de personas: los que si les alcanza para comprar un libro y los que con dificultad pueden comprarlo. Y es que otra de las razones por las que no se lee en México, es el elevado precio de un libro. Es obvio que la gente se va a preocupar más por ahorrar o juntar dinero para el sustento alimenticio, la vestimenta y demás necesidades, que ir a una librería a buscar un libro para sus hijos o darles el dinero para que sus hijos vayan. Para esto yo pienso que lo ideal sería que el gobierno diera una especie de subsidio, sobre todo a los niños y jóvenes, que están en formación y necesitan contenidos de libros didácticos pero a la vez también necesitan de libros novelescos y cuentos para enriquecer sus otras aptitudes. Enriquecerse como personas y al llegar a la edad adulta, sean mejores. Más completos. Pero que el gobierno o la SEP no les diga que leer, que ellos sean los que escojan el libro para que, finalmente, los lean y quieran leer más.

En pocas palabras, leer es importante en muchos sentidos. Los beneficios que te causa la lectura son interminables y algunos hasta se interconectan como la imaginación y la creatividad. El gobierno, las escuelas y los padres de familia, y la sociedad en sí, deben trabajar en equipo para que esta problemática disminuya y que eventos como las Ferias del Libro valgan la pena y a su vez se eleve el número de mexicanos que pisan una librería.

La tecnología ha propuesto varias alternativas para que los jóvenes se acerquen a la lectura, y eso es bueno pues son los niños y los jóvenes los que más en contacto están con esta clase de medios, por ejemplo, en un IPod se puede escuchar el audiolibro de El Código Davinci y la voz de la persona que está narrando puede mantenerte intrigado, despierto, interesado pero no es lo mismo a hojear un libro. Tampoco es lo mismo leer Cazadores de Sombras desde la computadora en un archivo PDF, lo intenté y terminé con la vista cansada y dolor de cabeza. Mi papá me dijo algo interesante aquel día que le conté sobre los avances de la tecnología y su manera de fomentar la lectura: “Pues sí, hija, pero no se compara a leer un libro de verdad”. Definitivamente tiene razón, no es lo mismo. No se compara la emoción de tener en tus manos un libro nuevo ni tener de cerca ese peculiar olor de las hojas, que aunque el tiempo pueda llegarlas a poner un poco marrones o amarillas, el olor sigue siendo agradable. De leer en silencio para ti, en medio de la noche o en un día lluvioso, frío y transportarte a otros mundos, reflexionar lo leído y al final obtener algo de ello. Un aprendizaje de una experiencia no real pero a la vez tan real que te mantenga picado leyendo. Que te conmueva y tus ojos sean testigos de semejantes palabras unidas hechas arte.

Para terminar me gustaría dejar esta frase que leí un día en un Blogspot que fomenta la literatura y la lectura: “Se debe obligar a amar un libro no obligar a leer un libro”