Por Antonio López**
La sexualidad es el epicentro de todos los tabús que tiene nuestra sociedad (según muy) moderna. Se le censura, se le condena y al mismo tiempo se le añora con devoción. Ante tanta tensión y vergüenza perniciosa, quizá no quede otro camino que destaparla con júbilo y harta falta de seriedad. Jis, nacido con el nombre de José Ignacio Solórzano, tapatío prodigio del monero, es un artista que por años ha llevado a cabo esta tarea con cinismo y hedonismo, dejando que el sexo sea la guía de su pluma. Colaborador frecuente del diario Milenio, sus tiras cómicas hipersexuales son el resultado de la perversión puesta al servicio de la imaginación: el inconsciente volcado casi en bruto.
Su nuevo libro publicado por la editorial Sexto Piso se llama Sexo (A eso sabe la reina), un efluvio de cartones libidinosos, hipertrofia genital surreal y una cruza humorística entre lo porno y lo erótico. En sus páginas se vislumbran cuerpos trastornados que copulan flotando en el espacio, vaginas chorreantes de las cuales beben criaturas desconocidas, penes con la cabeza roja de descomunales tallas, seres antropomorfos que son todo testículos, senos retorcidos y nalgas prominentes. Jis tampoco escatima en expresiones orgásmicas y pies femeninos desnudos, que como ha confesado, son una debilidad que está fuera de su control. Los hombres, representados por cromañones de trusa y portafolios, o entes grotescos, encausan toda su energía en la búsqueda de una hembra, y a su vez las mujeres son retratadas como seres de insaciabilidad carnal.
Habría que fijarse también en esos trazos suyos, que a veces son débiles e imprecisos, casi un delirio psicótico y en otras ocasiones delimitan formas que provocan la sensualidad del observador. De cualquier manera son innegablemente honestos, y en esta sociedad de ataduras recias pueden tomarse como una válvula de escape directa y a la vez enigmática, no sólo de sus pulsiones, sino también de las nuestras. Adicionalmente, el dibujante ha reconocido abiertamente que ante la politización del país y las situaciones apremiantes, se siente un poco consternado porque sus imágenes de sexo y coito estrafalario no aportan ningún tipo de crítica constructiva, sin embargo, más de uno coinciden en que precisamente son esas proyecciones desenfrenadas su forma de satirizar a la sociedad mexicana, con toda su hipocresía y sus defectos incorregibles.
Sea la interpretación que se quiera hacer de su trabajo, lo mejor sería afrontar su inconsciente con el inconsciente del lector, sucumbir ante las fibras que sus dibujos lleguen a tocar y entregarse al juego de sus trazos sin tomarlos tan en serio, al fin y al cabo es sólo sexo.
Solórzano, J. (2014) Sexo (A eso sabe la reina) México. Sexto Piso.
** Alumno de la Especialidad en Promoción de la Lectura.