Cap. 1. La representación del lenguaje
y el proceso de alfabetización
Emilia Ferreiro
Ferreiro, E. (1997) La representación del lenguaje y el proceso de alfabetización, en Ferreiro, E. Alfabetización. Teoría y práctica. Siglo XXI, México.
Algo que me pareció muy importante señalar y rescatar de esta lectura, es que la autora da una idea clara de la manera en que se puede considerar a la escritura, ya sea como una representación del lenguaje o como un código de transcripción. Conceptos claves que deberían quedar esclarecidos a todos los que en un momento interactuamos con niños que inician sus producciones escritas.
De esta manera, considero que representar y codificar son como dos polos opuestos entre sí, ya que por una parte el niño logra, a través de todos los procesos cognitivos, representar su lenguaje oral en la escritura, pero que queda derrumbado cuando no es tal y como lo conciben los adultos. Sin embargo, la codificación, podría decirse que es lo que encaja con la idea generalizada en el adulto, al descifrar y leer en voz lo que las letras “dicen”, aún sin tener claro lo que representa para el niño.
A mi parecer, los “garabatos” y las palabras “mal escritas” que los niños producen dando explicación del mismo y la forma en que lo dan a conocer, es parte de todo el proceso de representación de la lengua escrita. Proceso que le ha llevado a grandes conflictos cognitivos, que le dan un valor inigualable por la forma en que van construyendo todo el entramado del sistema de escritura.
En la enseñanza de preescolar y los primeros años en primaria, debería considerarse esta concepción, que no se trata de reproducir el código alfabético que el ser humano ha construido a través de los siglos para comunicarse, sino que es la manera en que el niño le va asignando significado a todo ello que logra producir gráficamente que le permita comunicarse.
Otro punto que me llamó mucho la atención, en cuanto a las conceptualizaciones sobre la lengua escrita que subyacen a la práctica docente, es en relación a las consideraciones de lo “fácil” y lo “difícil”. Que surgiría la pregunta, esto ¿para quién?, ¿desde el punto de vista del niño o del adulto? Que casi siempre se recae en el segundo, sin tomar en cuenta lo que verdaderamente es fácil o difícil para el niño.
Con todo ello, es preciso dar un leve giro en las prácticas pedagógicas que se llevan a cabo día a día en las aulas. Que el método no puede crear conocimiento. Que es necesario entender al niño para que pueda entendernos cuando nos dirigimos él. Y con todo ello, me llevó a reflexionar los aspectos positivos que llevaba a cabo en mi aula con mis alumnos.