Universidad Veracruzana

Lengua Escrita y Matemática Básica

Línea de investigación



Cartas a quien pretende enseñar

Freire, P. (1994) Enseñar . aprender. lectura del mundo – lectura de la palabra. Cartas a quien pretende enseñar. Primera carta. pp. 28-42. México DF: Siglo XXI.

Síntesis o paráfrasis

P. Freire moviliza en este texto los conceptos clave en su pedagogía: la práctica (el educador aprende mientras enseña), la lectura del mundo como previa o simultánea a la lectura de textos, el compromiso entre maestro y alumno, la posición crítica frente a la sociedad y la realidad de la pobreza, la discriminación, el abandono. La “educación bancaria”, burocrática, que hace perder el sentido de los aprendizajes.
“Lectura de la lectura del mundo” (p. 31) puede ser una expresión que a final de cuentas signifique lo mismo que la expresión “no se puede leer un texto sin la mediación del propio esquematismo -la propia lectura del mundo previa al acto de lectura-, que asimila los elementos lingüísticos del texto”. Sólo que la toma de conciencia de “la propia lectura del mundo” o del propio esquematismo, no es cosa fácil que se dé por voluntad o actitud, sino por la interacción constante con el mundo y los otros, por la variedad de experiencias, etc: hacer jarros, enseñar es hacer cultura”. Bien, se narra un proceso laborioso de toma de conciencia, de comprensión de un concepto / esquema”.
De las interacciones entre leer y escribir, habla muy bien. Seguir un tema y dar rodeos hacia otros textos temáticamente afines para luego continuar la escritura. Un ejemplo personal sería el de Tlapebear (base del video) que visitó textos literarios, filosóficos, científicos y legales: los hizo interactuar (“dialogar”) alrededor de un eje ajeno a ellos y fijado por el escritor.
Sobre la interacción entre escritor y lector (p. 37), también he hecho mis reflexiones (en leer): lo que cada quien pone.
“Leer no es tarea para gente demasiado apresurada…” ; “nivel de contenido del libro y nivel de capacitación actual del lector… cuando la distancia entre estos niveles es demasiado grande”… todo esfuerzo de comprensión es inútil: ¿no le pasa esto a muchos de los estudiantes del campo frente a los textos escolares? No es que no sepan leer, es que desconocen el mundo del que habla el texto. ¡Soy freireriano, pero hablo con otro lenguaje”.
“Al aprender a leer nos preparamos para, a continuación, escribir el habla que socialmente construimos.” (p. 39). O sea, textos, que encarnan prácticas sociales o “maneras de decir…” que se transmiten y a su vez cambian de una generación a otra. No es muy diferente de lo que plantea Dolz, aunque éste lo desarrolla con mayor detalle y atendiendo a aspectos lingüísticos y psicológicos específicos.
Con estos comentarios quiero señalarles que en realidad Freire y otros autores, discuten los mismos problemas, los mismos procesos aunque con un lenguaje muy diferente. También hay diferencias de énfasis entre los autores, por supuesto.

Apreciación

A mi modo de ver, Freire pone siempre el énfasis en un aspecto muy importante de la enseñanza: la actitud de compromiso y solidaridad, acompañada de la actitud humilde frente a la realidad y frente a quien aprende. Por supuesto que compartimos todos esto con el autor. Sin embargo, si como principios pedagógicos generales se comparten por ser necesarios para el desarrollo de una didáctica, no son suficientes.
Cuando queremos (o debemos) entrar al “cómo” de la enseñanza-aprendizaje, no hay manera de profundizar al interior de su obra.
El método de la palabra generadora dio resultados y está ampliamente extendido en el terreno de la alfabetización de adultos (quizá modificado, adaptado, etc.). Funcionó como funcionaron otros muchos métodos: el silábico, el global, etc.
Sin embargo, el conocimiento específico adquirido sobre el proceso de adquisición de la escritura (el proceso de comprensión del sistema y su funcionamiento) nos brinda elementos más específicos (no todos) para comprender aquello que sucede durante la alfabetización, y permite “profundizar el compromiso de quien enseña” y re-orientar su práctica.
Hoy sabemos que además de “enseñar a leer y escribir”, “alfabetizar”, hay que realizar prácticas que permitan a los aprendices comprender “las prácticas sociales de lenguaje”, es decir, los usos de la escritura, y todo ello supone, además de una actitud pedagógica, un conocimiento profundo del objeto para poder enseñarlo.

Críticas / dudas

En particular, a mí me parece riesgosa la metáfora de “la lectura del mundo”. ¿Se basa en esa vieja idea de “la lectura de la naturaleza”, del “libro de la naturaleza”? Como metáfora es bonita, pero es difícil hacerla operativa de tal modo que sirva en el proceso específico de la enseñanza. Es un poco lo que pasa con la metáfora de la traducción: todo resulta ser una “traducción”: la percepción (se interpreta el mundo), el habla (que “traduce” el pensamiento), la escucha (que “traduce” en nuestro propio “idiolecto” -o “ego-lecto”- lo que otros nos dicen).
Prefiero restringir el concepto de “lectura” a todo proceso de interpretación de un sistema lingüístico articulado, y no a cualquier sistema semiótico: leer pinturas, leer películas… me parece que se sustituyen los términos, pero que no nos hace avanzar en la comprensión de los procesos. Peor aún: se evaden los problemas fundamentales y se atribuyen a los objetos propiedades que quizá no tengan, o no convenga atribuirles: ¿la sintaxis a la cultura o a la sociedad? De nuevo es una metáfora bonita… pero entonces hay que describir esa reglas de la sintaxis cultural… sus relaciones y transformaciones… y no olvidemos que quien dice sintaxis dice estructura… continuemos con el estructuralismo.
Otro ejemplo: un acto de lectura (en sentido restringido) supone la reconstitución de los elementos eliminados en la representación escrita (la entonación o la fuerza ilocutoria de una expresión) y dicha reconstitución es parte del saber-leer y del saber necesario para leer; Esta concepción ayuda a enfrentar mejor ciertos pequeños temas durante la enseñanza.
Otro ejemplo sería la re-construcción de la sintaxis, que pondera la importancia de la información representada y además la articula en un “todo simultáneo” al construir una “micro-estructura de significado” (recuérdese que el lenguaje es lineal y que, pragmáticamente, no significa exactamente lo mismo “el perro persigue al gato” que “el gato es perseguido por el perro”).
En cambio, una pintura no tiene una sintaxis (creo), no es lineal, y en su apreciación/interpretación están en juego otros procesos muy diferentes (sólo algunos compartidos con el proceso de interpretación de un texto).
¡Lo mismo sucede con el mundo! En él se actúa, y dicha actuación no depende sólo de un proceso de “lectura” (de signos). Las personas son personas y sólo por un acto voluntario específico las podemos ver como “signos” de otra cosa, pero ese es un “juego intelectual” muy rebuscado y en el fondo, idealista: el mundo no es más que la significación que nosotros le atribuyamos. ¿La vida no es más que semiosis…? ¿Y por qué a veces nos da hambre?
Finalmente, la gran palabra “dialéctica” lo salva del idealismo (hoy quizá se diría “complejo”, estribillo habitual en las personas que temen simplemente admitir que no entienden lo que tienen entre manos). A mí, la palabra “construcción”. Esta discusión nos llevaría seguramente al externalismo, a la mente distribuida y a dejar de ser individuos (como lo sostienen Coll y Martí) y convertirnos en… “composiciones”. En fin, hay que seguir trabajando, leyendo, escribiendo y trabajando…

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