Universidad Veracruzana

Anuario Digital del SEA

Publicación de noticias, textos académicos, reseñas e informaciones diversas del Sistema de Enseñanza Abierta de la Universidad VeracruzanaEditor General: Rodolfo Calderón Vivar



Cinco cambios estructurales para reformar la educación superior en México

Por Luis Porter

Por el Dr. Luis Porter Galater, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco

 

Cuando leemos las reformas educativas que dicen que ya son ley, o las explicaciones sobre las reformas, las manifestaciones contra las reformas, la confusión sobre las reformas, las decepciones de las reformas, nos damos cuenta de lo lejos que estamos de una educación con simplicidad orgánica. El concepto de educación de los Tzeltales Mayas supera al de Paulo Freire y pone en ridículo al actual secretario de educación y sus convulsiones. Hoy, no hace falta ser arrogante para afirmar que los que se erigen reformeros educativos tienen las mentes más planas de la historia de la educación mexicana. Mentes ofensivamente planas.

 

“Pensar bien” es manejarse en lo simple y ello requiere de una mirada capaz de ver el todo. El secreto de la simplicidad es reconocer que nada es simple en si mismo, que es necesario saber qué dejar fuera y qué conservar, dónde y cómo… Ello nos lleva al círculo virtuoso de haber sido educados en el conocimiento de la simplicidad que nos permite libertad de expresión. “Mirad los lirios del campo”. Frente a esta realidad hay un arma poderosa e invulnerable que todos debemos usar: la imaginación. Re-imaginar, volver a ver, mirar de otra manera, inventar y re-inventarse, desprendernos de lastres, abrirse paso por el lenguaje de la poesía, reconocer los talentos que no se alquilan, recuperar la dignidad perdida, son todas obligaciones insoslayables en pos de la sobrevivencia de una educación que busca recuperar su lugar y su salud.

 

La manera en que hoy seguimos educando, no difiere de cómo se educaba hace 400 años atrás. Mientras las ciencias y las artes, han evolucionado hasta impedirnos reconocer el mundo en que nacimos, los alumnos llegan al salón, se sientan y miran al frente esperando que el profesor dicte su clase. ¡Qué incongruencia y qué desatino!… Tenemos a la vista los cambios inexorables y nuestro “team” de expertos medita sobre una mejor forma de “evaluar” a los maestros. Los que aspiran a un puesto, se desviven en demostrar que no son amenazantes ni peligrosos. Los que han sido descartados y perdieron esas esperanzas, se vuelven críticos. Los condenados a muerte, no aprovechan sus pocos días de vida para gritar su palabra fulminante y desaparecer. El sistema nos ha hundido a todos. ¿A todos? quizás no, creo que hay algunos, aquí y fuera de aquí, que aun mantienen su libertad. Mirad los lirios del campo.

 

Vemos venir en el horizonte y en el entorno, 5 cambios estructurales que a continuación enunciamos:

 

UNO – LA ESTRUCTURA DEL TIEMPO – La forma en que seguimos haciendo las cosas enviando a nuestros hijos de 6 años a la escuela, con la esperanza de que a los 18 o 19, le dediquen cuatro años a la universidad, requiere reflexión. Buscamos que obtengan un diploma y que se comprometan con un oficio o una profesión en un tiempo de interdisciplina obligada y de cambios constantes en el conocimiento. ¿Porqué a la edad de 6, por qué 4 años son un buen número? ¿Por qué a los 18? ¿Por qué determinada carrera? Toda esa estructura de edades y niveles se desmorana ante la realidad, pierde sentido, es una camisa de fuerza que las estadísticas condenan en cada reporte. La forma en que está estructurada nuestra sociedad (edades, regiones, expectativas, necesidades) no se acomoda a los ciclos creados en el Siglo XIX, ni a una concepción del tiempo lineal y definitiva. Niño, adolescente y adulto pierden contornos y construyen su identidad entrelazados, en proceso de transición constante que requiere un aprendizaje contínuo. La escuela de la vida y la escuela formal son cada vez más una sola cosa. Lo que ahora entendemos como la secundaria, es un pantano en donde las púberes se “casan” sin dejar de mirar TV, entregando a sus hijos al cuidado de los abuelos. Un estilo de vida penetrado por el Internet, que ofrece condiciones para incorporar la educación en línea. Hay que idear formas colectivas para que el estudio sea más atractivo que la TV. Hay que convertir cada habitación en un punto de encuentro, que contemple la posibilidad de que ese joven o esa joven dediquen tiempo al estudio y también al trabajo productivo. El nuevo concepto de universidad abandona la oferta por escuelas o carreras, técnicas o prácticas, teóricas o artísticas, y se re-estructura bajo proyectos sociales en donde cuerpo docente y estudiantes trabajan codo a codo, combinando lo virtual con lo presencial. Esto ocurre dando crédito y lugar al conocimiento local y regional, en donde los que saben más, juegan un papel de guías y de estímulo. El estudiante no sale del mundo, sino que desde la vida entra al espacio de estudio, como un espacio incorporado al del trabajo. El mundo es de donde obtiene la experiencia de aprendizaje para el resto de su vida. La solución es una educación continua, donde la escuela de la vida y la escuela formal interactúan en programas coordinados. Esta modalidad surge en aquellas universidades públicas pioneras, con cursos piloto, que se asoma a una zona de riesgo, para constatar lo que es posible. Se anulan los costos, los pagos, y se multiplica el número de estudiantes a atender. La idea de trastocar el tiempo con estructuras mixtas, vida-aula-trabajo, también la promueve Amant Agarwal, el hindú que preside edX, una universidad virtual gratuita inventada por Harvard-MIT. También lo piensa, entre otros, Antonio Paoli Bolio, allá en la UAM. No son tan sólo mis ideas.

 

DOS – LA ESTRUCTURA FISICA. – No es posible, ni necesario, para duplicar la oferta educativa construir nuevas universidades. La idea de más campus con centros, oficinas, aulas, pasillos, edifcio tras edificio, no es conveniente, no es financiable, ni es necesaria. Hoy la nueva universidad se organiza en puntos de encuentro, que no tienen la forma de un anfiteatro, o de un aula magna, sitios que hoy ya no son capaces de albergar a las multitudes que es necesario atender. La universidad se atomiza y distribuye por todo el centro urbano, se extiende a puntos de cruce en las áreas rurales, va formando una maraña sin cables, de ondas invisibles que unen y complementan los diferentes proyectos en los que trabaja la comunidad estudiosa. El conocimiento en el uso de video-cámaras, de software, hace que la escritura recurra al lenguaje visual, y recupere el lenguaje oral. Regresamos a las épocas en que la memoria jugaba un papel importante y el ritmo ayudaba a recordar. Los que antes circulaban para llegar a un edificio, hoy navegan para encontrarse con sus compañeros en el ámbito metálico propio del cineasta o del compositor. Los lenguajes se multiplican, el campus se amplía, las ciudades son universitarias, y las universidades son ciudades. Esto lo dice Zachary Maxwell, un niño de 11 años, que ganó premios haciendo cine en una escuela pública de Nueva York. También lo piensa Federico Zayas, allá en la Universidad de Sonora. No sólo son mis ideas.

 

 

TRES – LA INFRAESTRUCTURA HUMANA – Desaparece la planta académica establecida por concursos de oposición y otros mecanismos dudosos. También desaparece todo tipo de estandarización o uniformación de gente que es toda diferente. Cada docente, profesor, intelectual, operador, hacedor, práctico, artesano, o artista, teórico o reflexivo, muestra sus diferentes talentos e intereses. Lo mismo ocurre con los estudiantes, que son todos diferentes y caminan por senderos tan propios como únicos, caminos irrepetibles. La educación se individualiza, se personaliza. Esto es fantástico en una educación básicamente masiva. Reconocer el montón, la aglomeración, la concurrencia, la cantidad, y poder poner foco en el individuo y sus características únicas. De la misma forma que en el tiempo, el todo se descompone en partes y cada parte en su simplicidad conforma el todo. De la misma manera que ocurre con la infraestructura física, donde el espacio es un todo, en donde distinguimos un intrincado mapa de encuentros, en el mundo humano, el estudiante que que ama la música porque es su esencia, encontrará el eco que le permita aprenderla con la facilidad del que tiene una vocación respetada. El otro que es un técnico o se inclina por la ciencia, aquél que es un actor o un contador-escritor de historias, como cada individuo, es reconocida como única, y desde ese reconocimiento se le da forma a la docencia que se adapta a las necesidades distintivas y todos sus talentos. Esto lo dice npersonas como Kurt Fisher, director del programa mente-cerebro-piel, de la HGSE. También lo piensa Miriam Dionisio allá en el CIPAC de Villahermosa Tabasco. No son tan sólo mis ideas.

 

CUATRO – LA INFRAESTRUTCURA CURRICULAR – Deja de existir la oferta de carreras aisladas, de jaulas apartadas, como en un circo, el leopardo en una, el elefante en otra, todos amaestrados para salir a dar su número en la arena central. Vivimos en un mundo cada vez más interconectado, no podemos continuar educando desde nuestras parcelas en la que nos sentimos, o quisiéramos ser reyes. Hay que abordar la educación en forma cooperativa. Un esfuerzo donde cabe la aldea global y la interconexión que nos une a todos en lugar de ponernos a competir. Las economías están cada vez más inteconectadas, lo están en forma desigual que es necesario combatir. La seguridad y la prosperidad deben formar parte de todas y cada una de las sociedades. Todos tenemos una parte que ofrecer de la que hacernos responsables en el concierto mundial, todos estamos comprometidos con los niños marginados, con los grupos abandonados, en el camino de una educación de alta calidad, producto de un esfuerzo común. La fuerza de trabajo mundial está ubicada en países que hoy no pueden proveer de los fundamentos educativos más elementales. Pero el momento del cambio sobreviene, se acerca, está aquí entre nosotros. El momentum para el cambio crece y sobreviene. Podemos avivarlo, enervarlo, hacerlo estallar, construyendo una comunidad global en la que aboguemos por expandir las oportunidades en cada sitio, en cada región. Hay que asumir los liderazgos que nuestros expertos no asumen. Hay herramientas y recursos para hacerlo, es requisito fortalecernos y estudiar, renovar nuestros sistemas, entenderlos y transformarlos. Subir los niveles de educación y disminuir las disparidades. Esto lo dice Wendy Topp, fundadora de Enseña América, y lo dice también Sharl Tishman, actual director del Proyecto Zero, en la HGSE. También lo piensa Arturo Guillaumin, allá en la Universidad Veracruzana. No son tan sólo mis ideas.

 

CINCO – LA ESTRUCTURA PEDAGOGICA Y DIDACTICA – Nos olvidaremos de una vez por todas de las cátedras, aunque tengamos acceso a cursos dictados por una sola persona carismática y apreciable, que prevalece cuando es conveniente y necesario. Antes que el lenguaje de la cátedra está el del código. Codificaremos, aprenderemos a ser alfabetizados en sistemas computacionales, de manera de romper barreras geográficas, establecer colaboraciones, idear guiones y narrativas que nos hagan contadores de historias, independiente de las barreras linguisticas o culturales. Todos seremos requeridos a leer y escribir códigos. Lo que es necesario es enseñar conocimiento complejo, y eso requiere de nuevos ritmos, de otras formas de caminar. Tiempos abiertos, espacios libres, profesores y estudiantes a cargo del trabajo. Será posible atender a esa población creciente de escolares de todas las edades con profesores jóvenes y estudiantes alertas con vocación de docencia. Los nuevos dueños del salón serán los estudiantes avanzados en sus capacidades, gracias a su química familiar y una formación temprana que los haya liberado de inhibiciones e inseguridades. Estos jóvenes activos, ágiles, comprmetidos, energéticos, serán las manos derechas de los profesores que se hayan mantenido jóvenes a pesar de su edad o que su edad no les haya quitado su espíritu. Esta pedagogía permitirá que el estudiante dedique horas a reflexionar sobre una idea, en lo que antes eran tiempos restringidos a entregas y lecturas compulsivas. La nueva pedagogía es la que expande también este otro nivel del tiempo, que abre espacio para que mediten, reflexionen, elaboren largas listas de preguntas a ser respondidas en los ritmos lentos que la buena educación reclama. En la lentitud es posible discernir los mútiples caminos de la indagación, y la investigación. No hay límites, será posible dedicar un año entero a explorar determinado problema de la comunidad, involucrandose en proyectos sociales, empresas puntuales, objetivos concretos, en lugar de carreras, o de programas difusos u obtusos. Los nuevos estudiantes saben del tiempo largo que le dedican a navegar por las supercarreteras del conocimiento virtual. Saben los ritmos de la comunicación en tiempo-real. Las escuelas son los sitios de descanso, de inmovilidad, de silencio, de meditación, necearios en el ruido del tráfico de esas supercarreteras que todo lo invaden. El camino hacia el conocimiento complejo no es una línea recta y no debe de ser recorrida rápido. Esto rquiere de otro tipo de administradores, de nuevas formas de organización.

 

Esto lo piensa Idit Harel Caperton, una futuróloga educativa, fundadora de MaMaMedia y actual presidenta de Globaloria. Lo piensa Jow Blatt, el director de Technology, Innovation y Education. Lo piensa Logan Smiley, Director de Ted-Ed. Se lo he escuchado comentar también a Abril Acosta, en el doctorado en Sociales de la UAM-Xochimilco. Todos ellos y muchos otros, se han detenido más de un momento a mirar los lirios del campo, y vieron que ni trabajaban ni hilaban, ni recogían para guardar en graneros… vivían sin tanto afán ni ansiedad. No son tan solo mis ideas.