Cuauhtémoc Jiménez Moyo
Docente, UVI Xalapa
El semestre pasado, la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) puso en marcha una modalidad educativa denominada ‘Semipresencial’; el nombre no es muy afortunado pues quiere decir que se trata de una modalidad casi o medio presencial. Como si lo presencial, es decir como si las sesiones face to face o cara a cara, fueran el modelo ideal al cual las otras modalidades casi llegaran a igualar.
No se hicieron esperar las críticas -sobre todo de cuatro de las cinco Sedes, menos Xalapa de donde éramos la mayoría de los profesores ‘semipresenciales’. Algunas críticas fueron muy valiosas, sobre todo las que mencionaban que, con esta modalidad, no había un seguimiento de los procesos de investigación de las y los estudiantes; otras no tanto, como la mención de que las y los profesores ‘semi’ no conocíamos las regiones como para enseñar a los estudiantes provenientes de esas regiones.
En esta ocasión, me gustaría mencionar algunas de las cualidades de esta modalidad, fruto de mi experiencia como profesor ‘semi’ de la Experiencia Educativa Identidades y Globalización en la Sede del Totonacapan, a chavas y chavos del quinto semestre de la Orientación de Comunicación.
Aquí, algunos beneficios que considero relevante mencionar:
a) La otra mirada. Es un proceso inherente al ser humano normalizar las relaciones entre las integrantes de un grupo, es decir se vuelven normales para todos, las actitudes, los procesos, las reacciones, los impulsos de quienes integran un grupo. Este proceso de normalización conlleva procesos de camaradería, de amorosidad, pues uno termina, inevitablemente, queriendo a quien se conoce muy bien; pero también se desprenden procesos de omisión o encubrimiento, pues nadie desea que se perjudique a tu amigo o mucho menos a tu familiar. Esto es lo que pasa, por ejemplo, con los integrantes de familias, que de conocerse tanto se terminan omitiendo los errores o las locuras de cada integrante. En esencia esto es lo que observamos en las cinco Sedes de la UVI. Ahora, las ‘semi’ permitieron darnos cuenta de lo que es muy difícil que se percaten quienes están todo el tiempo en las Sedes; los ‘semi’ fuimos como invitados a una familia ya conformada, lo que nos permitió identificar procesos ya normalizados. Esto es, a mi juicio, un beneficio de las ‘semi’.
b) El desafío de la autocrítica. El proceso anterior nos hereda a todos el desafío de la autocrítica, pues la mirada externa hace explícita la normalización de procesos en el trabajo de las Sedes. No me refiero únicamente a la crítica de los maestros ‘semi’ a procesos de las Sedes sino también a la crítica de los profesores de éstas a los procesos de la Sede xalapeña. Pondré un ejemplo: a los maestros ‘semi’ se nos presentó como cuestionable el proceso de evaluación de las Sedes; no podíamos concebir que un alumno podía aprobar alguna Experiencia Educativa sin presentarse a clase. Entendíamos que la investigación es el eje del trabajo formativo de la UVI, pero nos parecía inaceptable el hecho de que un estudiante, por haber participado favorablemente en su proyecto, aprobara Experiencias Educativas sin tomarse la mínima molestia de considerarla importante. O, por ejemplo, la crítica de quienes trabajan cotidianamente con los jóvenes en las Sedes, sobre el inexistente vínculo entre los profesores ‘semi’ y los estudiantes y sus procesos de investigación. Me pregunto: ¿no son, acaso, estas observaciones una oportunidad para la UVI (entendida como una familia compuesta de muchas pequeñas familias o como grupo hecho de muchos grupos)?; ¿no nos permiten mirarnos a nosotros mismos con mayor equilibrio y serenidad?
Me gustaría cerrar mi artículo con un par de reflexiones: es cierto que la modalidad ‘semi’ tiene muchas carencias todavía, que se deben sobretodo a la falta de herramientas tecnológicas y a la insípida cultura de trabajo en este tipo de modalidades, sin embargo son una oportunidad para develar algunas normalidades que vician nuestro trabajo, esto es, de manera automática, una oportunidad para trascendernos a nosotros mismos. Y finalmente: ¿no acaso le favorece al proceso formativo de las y los estudiantes conocer la visión no únicamente de expertos en las dinámicas regionales? ¿no les favorece el contraste? Los estudiantes nos dan lecciones muy importantes, por ejemplo, más del 90% tiene opiniones favorables para las ‘semi’, hacen explícitas las desventajas, pero no dejan de mencionar que esta Experiencias han sido muy significativas para ellas y ellos. Por todo esto y a un mes de finalizada la Experiencia, ¿no podemos aprender a escucharlos?