Aracely Nava López
Estudiante, Segundo Semestre, Grupo 202
Sede Huazuntlán
La injusticia social que vivimos en nuestros tiempos se ha vuelto aún más latente que en tiempos anteriores, debido a la ignorancia que hemos desarrollado para con otras personas consideradas «inferiores» en diferentes casos, que no son nuevos para nosotros, pero se han venido desarrollado con más fuerza y aunque vivimos en el siglo de la «modernidad» donde las discriminaciones se ven a simple vista, en las mujeres, ancianos, clases sociales, religiones, culturas, etc.
No nos hemos dado la oportunidad de ver más allá de nuestro mundo y ver que todos somos iguales y que no nos debemos distinguir por hablar una lengua, ser blanco, negro o de «sangre azul». La injusticia ha venido afectando más a las clases sociales, de hecho a todos los que no tengan una posición «económica buena». ¿Cómo nos hemos dejado influenciar por esas cosas tan banales, que lo único que nos hace es volvernos seres incapaces de sentir nada por el otro?
¿Cómo es que siendo iguales nos han visto inferiormente?, ¿cómo se sentirán esas personas que creen ser inferiores a otros o por vivir en zonas rurales donde la tecnología es incapaz de llegar y tienden a ser marginadas?
Pero la realidad es que esas regiones o esas personas son tan vitales como nosotros que cumplen una función y que incluso poseen conocimientos que la tecnología o hasta el mejor conocedor es incapaz de saber. La injusticia no debería de existir, sólo pongámonos a pensar cómo seríamos si no hubiera desigualdades, en qué mundo viviríamos y qué tan mejor podría ser.
Reflexionemos y comparemos.
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