Luis Alberto Cruz Hernández
Orientación en Derechos
Estudiante, Grupo 501
UVI Huasteca
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Mucha gente cree que el Xantolo o Todos Santos sólo es la costumbre y los rituales que realizamos los indígenas, también por la influencia de los medios de comunicación que solo se hace el arco y se arreglan los cementerios, por que no habrá quienes crean que solo es comer lo tamales y tomar chocolate, y por el hecho que no se trabaja en esta festividades alguno dirán que solo es porque no queremos trabajar. El punto es que Xantolo no solo es la costumbre en si, ni el arco, ni la comida, ni la celebración a los difuntos. El Xantolo también entra en las relaciones sociales que todos los integrantes de la comunidad tienen, y no solo con su misma comunidad si no con las comunidades vecinas.
En estos días donde se refuerzan los lazos que se tienen entre ahijados y padrinos, tocayitos y tocayos, y personas que para la persona son importantes, y parecería que no tiene lógica es que estos están vivos. Estos lazos solo en estas fechas se refuerzan más mediante la entrega de una ofrenda y la convivencia. Relataré mi experiencia.
Cuando se acerca Todos Santos en la plaza grande mi mamá me compraba mi morral y después conseguía el pollo que mataría para el tamal grande que le iba a dejar a mi padrino. Una vez que llegaba la fecha, en el morral se ponía el tamal grande hecho con el pollo entero, además de los refrescos y pan, como a las 8 de la mañana del día 2 de noviembre que es cuando por costumbre se celebra a los difuntos grandes, salía yo de mi casa caminando a casa de mi padrino cargando mi ofrenda, como mi padrino vive como a 8 km de mi casa me los aventaba caminando. Una vez que llegaba a casa de mi padrino lo saludaba y el me enseñaba donde tenia su arco y depositaba ahí la ofrenda, después él también había hecho tamales, me llevaba a su mesa y mi madrina me servia tamales y chocolate, se sentaban los dos a la mesa y comíamos, conversábamos un rato, de ahí me llevaba a donde estaba el altar y conversábamos, después de un rato me despedía y él iba al altar donde ya tenia lo que me iba a dar, como agradecimiento por la ofrenda. Después me regresaba a mi casa.
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