Alejandro Martínez Canales
Responsable de la Orientación en Comunicación
Docente, UVI Grandes Montañas
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Serie: Todos juntos para el Diagnóstico Comunitario
Contrario a hace 8 días cuando la niebla y la lluvia amenizaron el fallido intento por reunirnos con la gente de Magdalena, hoy tras dos días y dos noches de viento en el valle y en la sierra, el cielo apareció despejado, acaso con nubes de esas que parecen plumas. El azote sufrido por las ciudades del centro y costa de Veracruz parecen lejanos, si bien por acá el aullar de ehécatl también matizó la quietud nocturna.
El paisaje fue alentador a lo largo del trayecto entre Tecuanca, Tequila –donde se ubica la Sede– y la cabecera de Magdalena. Caminando por la vía corta, el periplo no va más allá de 50 minutos o una hora. El regreso requiere de mayor tiempo y esfuerzo pues es prácticamente de subida. Hoy algunos caminamos, otros tomaron el camión y unos más lograron un “rai” a mitad de ruta. Así poco a poco nos fuimos juntando alrededor de las nueve de la mañana en el mismo lugar: el Ayuntamiento, con la señora del puesto de tacos.
Tras el desayuno, al filo de las nueve y media nos encaminamos hacia el Barrio Ilicotla, ahí comenzaríamos todos juntos. Ayer, una comisión de ocho alumnos partió temprano hacia Magdalena, tal y como lo habíamos acordado. Finalmente sólo cuatro o cinco cumplieron la tarea, a los otros se les fue el camión. La comisión logró consensos con gente de Ilicotla y ratificó la intención de reunirnos con habitantes de Capultitla en una de las casas colindantes con el campo de fútbol.
Nos preguntábamos si se haría efectivo el compromiso asumido por Ilicotla para aceptar la reunión con tan poca anticipación. A las 10:00 hrs quedaron los alumnos que llegaríamos. Ahí estuvimos varios minutos antes de que empezaran a surgir las versiones:
“Una señora que ayer dijo que sí, dice que tiene que terminar su quehacer porque mañana tiene plática en la clínica, y es todo el día.”
“Otra señora igual que dice que tienen juntas todo el día y que van a estar ocupadas.”
“La abuelita de aquí junto dice que ahorita viene, que se va a bañar y ya.”
En casa de una promotora educativa, pudimos reunirnos a conversar. El problema es que sólo ella y la abuelita llegaron; nadie más. Primer aprendizaje de la jornada: “no todos los que dicen que sí, llegan”. Quizás faltó tiempo o quizás la invitación careció de suficientes argumentos. A muchas personas les cuesta trabajo decir que “no”, además de que nuestra propuesta no sería de sus prioridades.
Ante el escenario en este barrio, decidimos dividirnos desde ya los dos equipos, 9 y 9 y organizar la avanzada hacia Capultitla para prevenir una situación similar. Como ya se había establecido, Norma Loeza (Responsable de la Orientación en Salud) y yo nos quedamos en Ilicotla. Sólo Félix Antonio (Responsable de la Orientación en Lenguas), que en principio estaba con nosotros, se adelantó con Edelmira García (Responsable de la Orientación en Derechos) y con Víctor Abasolo (Responsable de la Orientación en Sustentabilidad) y el otro grupo de estudiantes.
Una vez en la casa, pedimos a los alumnos que hicieran la presentación acordada. Nadie se animó a hablar tras varios segundos. Tuve que entrar al quite. ¿Qué ocurrió?, ¿nervios?, “pero si sólo eran dos personas”; ¿nervios porque nosotros los profes estábamos ahí observando?
Norma apoyó la presentación que hacía y poco a poco nos fuimos metiendo en los temas previstos. La charla comenzó con asuntos sobre la lengua, continuamos con las formas de participación de la gente de Magdalena, así como la educación formal ofrecida en el municipio. Cuando llegamos al tema de los problemas, surgieron principalmente comentarios sobre los programas de gobierno y la falta de ánimo de la gente para pensar en otras actividades y posibilidades.
Todo lo anterior ayudó a que los chavos y chavas se fueran relajando, se olvidaran un rato de estar viendo su libreta y por fin empezaran a hablar. No fue de la mejor manera, pues los primeros intentos parecían más bien una encuesta (justo lo que queríamos evitar). Norma apoyó un poco más con anécdotas que facilitaron a la memoria de nuestras interlocutoras, encontrar historias y ofrecer su juicio respecto a lo que se platicaba.
La corta conversación terminó bien, después de todo, con los alumnos más animados y dispuestos, platicando mejor. Dejamos abierta la posibilidad de participar en el espacio de la promoción educativa ofreciendo nuestra perspectiva como insumo y para fortalecer el ejercicio de hoy.
Mientras tanto, en el Barrio Capultitla la cosa iba mejor. Varias de las personas visitadas ocho días antes y ayer mismo, estaban ya pendientes de la llegada. Ahí la presentación ante las señoras que comenzaron a llegar, la apoyó Edelmira. Se organizó el ejercicio de tal manera que sólo algunos de los alumnos de ese equipo comenzaron la conversación a fin de no avasallar, pues éramos muchos. Esperábamos que en cuestión de minutos llegaran más participantes. El ejercicio se desarrolló en casa de una señora que ya la había ofrecido la semana anterior.
El inicio de la conversación fue en español, pero minutos después los propios alumnos cambiaron a náhuatl junto con las señoras, y entonces el ejercicio fluyó evidentemente mejor. Algunos otros compañeros del Grupo 301, angustiados, preguntaban que qué iban a hacer ahora si ellos no entendían el idioma. No era un caso perdido, pues como se les recordó, la observación también constituye una fuente de información y conocimiento, por lo que el registro de las actitudes, la atmósfera creada, el lenguaje gestual, etc., les proporcionarían materia para ocuparse. Algunos de plano no se rajaron y ahí estaban intentando platicar un poco en español o asomándose a las libretas de sus compañeros bilingües para tratar de apuntar algo de lo que se decía.
Ellos no fueron los únicos angustiados: un señor llegó al lugar y fue invitado a incorporarse al grupo, cosa que no le pareció muy atractiva siendo que sólo eran señoras las que estaban ahí sentadas con nosotros. Se resolvió fácilmente cuando fue abordado por tres uvinautas para platicar “por separado”, con tan buenos resultados que fueron invitados a casa del recién llegado para conversar con la familia completa. Para allá se fueron junto con una compañera más.
Se unieron casi en seguida al grueso del grupo otras dos mujeres, inclusive poco después llegó una señora de Ilicotla a buscar a un familiar y se quedó a conversar: “a ver si mejor van mañana a Ilicotla, porque se van a reunir todos a las tres”. La señora hizo referencia a la reunión de [las personas que participan en el programa gubernamental] Oportunidades que se nos había comentado ese mismo día. Desafortunadamente parece que las reuniones de mayor convocatoria, junto con faenas y pláticas, son las emplazadas por este programa asistencial. “Si no es por Oportunidades, no se junta la gente.”
En ambos barrios los chavos y chavas pasaron por lo mismo: una etapa inicial con problemas para iniciar la conversación, nervios, búsqueda frenética en sus libretas de los temas que se debían de abordar y la expectativa de que fuera el de junto quien empezara. Algunos ni siquiera sacaron o llevaron lo preparado en clase. Notoria intervención de los profes para animar.
Una segunda etapa en donde las preguntas comenzaron y con ello la necesidad de no llevar un orden conforme a lo escrito en la guía de entrevista, sino más bien ajustarse a la dinámica de la conversación y regresar al instrumento sólo cuando el tema parecía agotado. Aquí ya varios platicaban e inclusive surgían comentarios chuscos tanto de ellos como de las señoras.
La tercera etapa: todo fluyendo, preguntas espontáneas que enriquecieron el instrumento diseñado en el aula, pequeñas conversaciones dentro de la conversación principal, la mayoría en náhuatl, otras pocas en español. Alumnos y señoras yendo y viniendo por el pasillo en el cual se realizó el encuentro. Los profes casi como meros espectadores.
El ejercicio llegó a su fin, y como diagnóstico seguramente se quedó corto, aunque desde el principio sabíamos que una sesión no bastaría. En cambio, esta apreciación sí fue muy valiosa para los alumnos, pues tras este encuentro cercano del tercer tipo, muchas de sus dudas se disiparon respecto a la complejidad de iniciar una vinculación comunitaria. Algunos de ellos en estos mismos días tendrán otros ejercicios a propósito de su Orientación, que demandarán de sus habilidades para interrelacionarse. Ya calentaron.
El entusiasmo alcanzado en Capultitla dio para acordar con las señoras otras visitas, nuevas conversaciones y más participantes a los que ellas comentarán lo ocurrido hoy que nos reunimos y compartimos lo que cada quien sabe y también aquello que cada uno deseaba conocer. En general podremos apreciar con el paso de los días la totalidad de lo que nos ofreció Magdalena en esta ocasión, desde la casi cancelación en Ilicotla, hasta el performance de Capultitla. Sobre todo nos regaló un paisaje sin semáforos volteados y sin espectaculares al borde del asfalto.
La misión todavía no está cumplida.
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Saludos
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Fotografías: Alejandro Martínez Canales
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Me parece interesante sobre lo que nos comenta ya que nos ayuda a los alumnos de nuevo ingreso a visualizar sobre lo que realizaremos en el trabajo de campo. Un saludo desde la siempre fria Tequila, Ver.
José Antonio Tepepa A.