Abel Rogelio Terrazas
Docente, Unidad de Enlace Académico
Región Coatzacoalcos-Minatitlán
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El lunes 07 de septiembre se realizó en Coatzacoalcos el «Foro por la Salud, la Vida y los Derechos de las Mujeres«, por parte del Instituto de Liderazgo Simone de Beavoir, en coordinación con el Instituto Municipal de la Mujer-Coatzacoalcos y la Universidad Veracruzana Región Coatzacoalcos-Minatitlán.
Este Foro tuvo el objetivo de reflexionar sobre los derechos de las mujeres respecto a la decisión sobre su propio cuerpo, las dimensiones sociales, políticas y culturales de la concepción, así como propiciar la participación y toma de conciencia por parte de los asistentes sobre los avances en México sobre el tema y cómo se encuentra en ese sentido el estado de Veracruz. Las participaciones estuvieron a cargo de Lic. Mónica Robles de Hillman, Lic. Rocío Nahle García, Lic. Jessica Martínez Tenorio, Dra. Patricia Ponce Jiménez, Lic. Abel Rogelio Terrazas y Lic. Javier Pulido Biosca. La mesa estuvo coordinada por la Dra. Diana Banda Bahena y la Lic. Patricia Mercado Castro.
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Mi participación se centró en la relación identitaria de las mujeres y las comunidades indígenas, retomando los resultados del diagnóstico sobre violencia de género realizado por el Instituto Veracruzano de la Mujer-Veracruz, los aportes teóricos del enfoque intercultural y el enfoque de género que desde la DUVI se han construido y recopilado, con la finalidad de proponer una mirada complementaria entrambos enfoques, de la siguiente manera:
“En este momento deseo relacionar el enfoque de género y el enfoque intercultural, ya que considero constituyen miradas complementarias sobre la situación de la mujer veracruzana; permiten poner de relieve algunas alternativas para la construcción de sociedades más democráticas, y en el caso veracruzano, nos permiten complejizar -ver de manera más amplia e integral- algunas problemáticas de las mujeres en contextos muy diversos dentro de las regiones y las ciudades. El enfoque de género nos permite retomar la tarea del feminismo clásico en sus vertientes afirmativas y de empoderamiento, y cómo se ha articulado en las instituciones políticas y educativas, aunque aún falta mucho por recorrer; mientras que el enfoque intercultural intenta construir espacios y tiempos de diálogo entre culturas diversas para introyectar la atención sobre la diferencia cultural en la vida cotidiana para todas y todos.
Cabe señalar antes [*], a manera de presupuesto, que hablar acerca de las mujeres es referir diversidad cultural en sentido cabal, pues tratamos con relaciones humanas complejas, compuestas de varios elementos tales como las desigualdades, diferencias asimétricas, y por supuesto, diversos modos de comprender y estar en el mundo . Las mujeres constituyen un referente para la diversidad cultural no tanto por el folklore: indumentaria, lenguas, costumbres que puedan y deseen tener, sino porque al hablar de ellas estamos refiriendo una construcción cultural específica y de manera categórica: ser mujer implica funciones determinadas, un sentido para la vida, un rol social, etc., es decir, la mujer es tan diversa como la cultura donde se le construya lo permita, y la cultura implica organización social, económica y política; así como organización de los géneros y la sexualidad.
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El enfoque intercultural no establece una prescripción bienintencionada sobre los modos de relación entre culturas, los principios, leyes, preceptos, sino que empieza por deconstruir lo hecho: cómo la cultura occidental (se define occidente como una comprensión y sentido del tiempo de manera lineal, unilateral, progresista) establece cuál forma/estilo de vida es mejor a otra, de entrada. Asimismo lanza una crítica diferenciada, tal como en el caso latinoamericano cuya atención se centra en torno a las comunidades de origen indígena (se define lo indígena por el indicador de la lengua, la cosmovisión e identidad) en sus oportunidades y reducciones sufridas a lo largo del periodo colonial novohispano. Este enfoque planea programas compensatorios, educación intercultural e indígena y acciones afirmativas para la inclusión de estudiantes indígenas en las Universidades sin diferenciar de manera formal hombres y mujeres en cada uno de estos procesos.
No es casualidad que quienes trabajan el enfoque intercultural en educación tengan una sensibilidad al género. Esto es, si mal, la falta de diferenciación formal de género en el enfoque intercultural, se sostiene en un presupuesto universal aunque acotado a la dimensión étnica; a nivel práctico y real hay mujeres indígenas trabajando con enfoque de género en el caso de la Universidad Veracruzana Intercultural, en organizaciones no gubernamentales y asociaciones civiles. Esta tarea es resultado de proceso de investigación/acción participativa, vinculación comunitaria donde las actrices sociales son amas de casa, curanderas, jefas de barrio, trabajadoras domésticas, abogadas, antropólogas, gestoras, y la lista se hace más larga. Van y vienen, provienen de otras regiones del país y a veces del extranjero, pero representan el interés y la preocupación social a nivel comunitario, reciben apoyo desde la base. La sensibilidad de estas actrices a la diferencia de género radica en que han vivido y perciben los márgenes de la cultura occidental, más aún como mujeres que como hombres; si la marginación para las comunidades indígenas es desgarradora, es tétrica cuando hablamos en cuanto a los géneros.
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La primera decisión que debemos tomar desde el punto de vista de la interculturalidad y el género, es sobre el concepto de mujer indígena. Se trata de una decisión sobre sí misma, a sabiendas de la carga de prejuicios y estereotipos de la sociedad mexicana; pues la banalización ha permeado con actitudes cotidianas el tema: chistes, albures, jerarquías e incluso modas en cuanto a peinados, el uso de manta como material de vestir en los occidentales, uso de vocablos en náhuatl como lengua franca anterior a la conquista y repetida ahora como burla; todo esto en un ambiente de folklorización nacionalista que genera intereses para la obtención de becas, despensas y beneficios en general durante tiempos de elección.
El derecho a ser indígena conlleva aludir cómo en algunas comunidades la mujer toma conciencia de su cuerpo, disfruta sus hij@s, construye historias, participa de manera activa en el equilibrio del mundo glocal (lo local y lo global conjugados) o migra a la ciudad y lleva consigo un bagaje cultural muy rico. En la decisión sobre su propio cuerpo, como ejemplo básico donde se evidencia el proceso de reconocimiento de los derechos en los diferentes niveles de la vida, es donde es posible encontrar significados nuevos sobre la concepción, el amor, el coito, la vida, etc; justamente ahí, donde interactúan lenguas nacionales y significados médicos, la propaganda comercial, el uso del condón, discursos sobre la mexicanidad, cómics pasados por el refrito y tatemado “cine” de Hollywood, etc.
Se trata de una diversidad cultural bombardeada, además de estar en la red de intersecciones identitarias cuyo énfasis consiste primordialmente en ser otra incluida o excluida de la sociedad mexicana. El principio de exclusión constituye la condición crítica referente a actitudes de categorización étnica, por el color de piel, el acento del español, el uso de vocablos de lenguas nacionales, la apariencia. Este principio, difícil de desarraigar del imaginario colectivo, es raíz de profundas asimetrías que se mezclan y confunden con la ley patriarcal que impera en la filosofía cotidiana de nuestras sociedades latinoamericanas. Entre la espada y la pared, la mujer indígena opta por organizarse en grupos de trabajo promoviéndose a sí misma como productora, artesana, granjera, niñera, trabajadora doméstica, taxista, por mencionar una parte de la serie de oficios de quienes mantienen a su vez, a sus hij@s en la Universidad.
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Asimismo, es importante señalar que la libertad de elegir supone un universalismo político, una garantía individual y colectiva de derecho a tomar decisiones sobre sí mism@s y l@s demás; se trata de un asunto de doble filo, pues la articulación entre lo uno (la mujer en tanto individuo) y lo múltiple (la sociedad donde se encuentra) converge con las relaciones de diversidad mencionadas arriba, topa con esa red de relaciones e intersección de las diversidades. La pregunta que surge es cómo establecer las relaciones entre la mujer como individuo y la sociedad donde se encuentra, siguiendo el supuesto de que la sociedad está obligada a respetar y garantizar su integridad; no obstante se trata de una pregunta retórica, de una buena intención si antes no se reflexiona sobre las condiciones actuales que nos trascienden a manera de impacto negativo sobre la toma de decisiones como mujeres y hombres.
Es un salto que sortea la relación de las mujeres con la idea de generar relaciones de igualdad y reconocimiento de la diversidad cultural en términos más amplios. Esta apuesta sin embargo, es necesaria en el contexto de las necesidades de espacios de reflexión y comunicación para mujeres y sus demandas específicas, precisamente porque el llamado de atención es a pensar de manera propositiva sustentados en la crítica. El derecho a decidir se convierte en un fundamento y un método para construir contextos de diversidad cultural, pues los contextos se construyen, se legitiman y también se anulan.”
Cabe destacar que fue un evento donde tuvimos la oportunidad de conocer diferentes perspectivas sobre el tema, entre las cuales destacan la recapitulación de la entrada en vigor de la Ley de Acceso para las mujeres a una vida libre de violencia en el Estado, su Reglamentación promovida desde el Instituto Municipal de la Mujer-Coatzacoalcos en colaboración con la UV y otras instituciones y organizaciones, así como asociaciones civiles; la mirada del feminismo contemporáneo donde la gestión del género involucra tanto a hombres como mujeres, las críticas al sistema político estatal donde ha habido poca voluntad para promover el enfoque de género de manear explícita en cuanto a la interrupción del embarazo y las identidades de la mujer en contextos de diversidad.
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Notas:
* La comprensión de la interculturalidad relaciona “mundo” con un proceso de comprensión o cruce de horizontes (fusión de horizontes), Ver “Hacia la comprensión de la interculturalidad”, artículo colectivo. DUVI, 2006.
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Fotografías: Ana Cecilia Escribano
Comunicación Universitaria, Región Coatzacoalcos-Minatitlán
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