Carlos Castro Rivera
Docente, Unidad de Enlace Académico
Región Coatzacoalcos-Minatitlán
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Académicamente, una Experiencia Educativa (EE) como «Diversidad Cultural: Nociones Básicas«, tiene un valor formativo (claro), no sólo por los contenidos, por el carácter integral de los saberes que se busca manejar (Heurísticos, Teóricos, Axiológicos), donde el estudiante pueda aportar en ella y por lo que ésta le puede aportar; son aspectos intangibles que tarde o temprano se materializan y le dan nuevos sentidos a lo que hacemos.
Recuerdo cuando llegamos a la región Coatzacoalcos-Minatitlán, las EEs «Diversidad Cultural: Nociones Básicas» (DC:NB) y «México, País Pluricultural«, cubrieron sus cupos a fuerza de la campaña de difusión que hicimos, corrreos electrónicos, el Micrositio UVI, el Blog de la UVI, el Portal de la UV, el contacto face-to face, en fin, picar piedra mientras se daban a conocer, un trabajo que requirió también ir descubriendo canales de comunicación específicos; recién llegados de Xalapa y ningún conocimiento de lo local, se aprendieron cosas interesantes y pertinentes.
La pregunta que luego me andaba dando vueltas es si tengo algo que para un estudiante pueda significar la diferencia, nunca le encontré respuesta hasta el momento en que me lo planteé así: ¿tengo algo que para un estudiante pueda significar alguna diferencia? Y si, en ese sentido el peso de lo posible aminoraba, sí, sin suponer que lo que yo pudiera aportar era mejor que lo recorrido por los demás, porque los estudiantes podrían siquiera haber leído algo sobre «diversidad cultural» o «interculturalidad» o «multiculturalidad»; pero sin una actitud humilde, no podría ir más allá de mí mismo: mis saberes no eran mejores que los de los demás, simplemente proponía desde ellos una forma de mirar, otra entre un abanico, sabiendo que la diversidad de miradas es lo que nos enriquece.
Los estudiantes vienen, cierto, la (gran) mayor parte por el atractivo de los 10 créditos (lo sabemos, no es invento mío, es una realidad que todos ellos mencionan desde la primera clase), el quid está en cómo traducir esa cantidad en algo más, en algo que atraviese el curso y no sea una suma mecánica de lecturas, pases de lista, películas, power points, representaciones, exámenes, cortometrajes, exposiciones, actividades extraaula, charlas de externos, en fin. Cualquier profesor con tres dedos de frente, en cualquier universidad, pudiera amontonar sin ton ni son una suma de cosas inconexas por el puro prurito del reconocimiento o del llenado de un reporte o planeación, pero poco hay sin un contexto de descubrimiento, sin la construcción y apropiación de significados conectados con los ámbitos en los que se forman o en los que viven, y sin el reconocimiento de que mi conocimiento es sólo una parte más del todo.
Llegué el pasado miércoles 8 a las 06:50 hrs al Campus Coatzacoalcos, alrededor de 50 estudiantes fuera de la USBI; pasé entre ellos concentrado en lo que debía hacer antes de salir a Minatitlán, rápidamente, pero supuse porqué estaban allí, sus miradas me siguieron hasta que crucé la puerta corrediza de la Biblioteca. El interior en silencio, el personal en sus áreas. A las 06:30 habían ingresado al Campus, a las 07:30 al interior de la USBI, muy en orden y ocuparon los espacios frente al cubículo de la Unidad de Enlace Académico. Varios jóvenes me miraban, las preguntas les fluían en silencio. Sentí que no debía dejarles expectantes.