Cuauhtémoc Jiménez Moyo
Laboratorio para el Enfoque Intercultural
Docente, UVI Xalapa
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A mis alumnos de Tequila
Uno de los sentidos más representativos del concepto ‘interculturalidad’ es el que se refiere a procesos ideales de interacción entre culturas. Con esto se dice que un proceso es intercultural si promueve y se basa en la equidad, la justicia, la colaboración, el respeto y la comunicación. Haciendo una somera revisión de la historia podemos deducir que la interculturalidad, así entendida, sólo es posible parcial y temporalmente; pues pensar en una sociedad intercultural sin el lado oscuro del alma humana simplemente es imposible.
El Gestor Intercultural para el Desarrollo, figura que queremos formar en la Universidad Veracruzana Intercultural, a mi juicio es, en última instancia, un emisario del equilibrio de nuestro mundo. Su tarea es hacer posible procesos interculturales en las regiones que habitan o habitarán. Procesos parciales y temporales, como casi todos los procesos humanos. Ahora, ¿cómo cumplir a cabalidad su tarea?
En esta ocasión propongo que el Gestor Intercultural revalore la ambigüedad y retome conceptos ambigüos para afrontar conflictos, impulsar negociaciones y propiciar el equilibrio. Intento explicarlo: la permanencia de un conflicto entre personas o grupos con diferente visión sobre la vida se sustenta, entre otras cosas, en la exageración de las diferencias; para contrarrestar este impulso egoísta, se pueden encontrar semejanzas a partir de conceptos ambigüos como Dios, amor, libertad, bien o justicia, es decir de conceptos o expresiones que promuevan una variedad de interpretaciones, en donde quepa la verdad de uno y la verdad de otro, expresiones con un sentido suficientemente amplio que acoja como posibles las interpretaciones en conflicto.