Contexto nacional:
A finales del siglo XX, con el fenómeno de la globalización, se hizo más patente que nunca la necesidad de formar profesionistas capaces de comunicarse en lenguas extranjeras.
A principios de los años 90 la Secretaría de Educación Pública (SEP) llevó a cabo un estudio para indagar el nivel de conocimientos de lengua extranjera de los egresados de instituciones públicas de educación superior, lo que permitió comprobar que la educación en este rubro era deficiente . Tratando de cambiar esta situación la SEP, a través de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica (SESIC) estableció contacto con el Consejo Británico en México y el resultado fue el convenio para poner en marcha el ambicioso Proyecto Nacional de Centros de Auto-Acceso bajo el lema “El Inglés al alcance de todos los estudiantes universitarios”. Cabe señalar que éste resultaba muy novedoso en el contexto educativo mexicano por su enfoque centrado en la autonomía del aprendiente que exigía una participación activa de los estudiantes en sus procesos de aprendizaje, por la amplia variedad de recursos y materiales para aprender concentrados fuera del aula, por el nuevo papel que desempeñarían los maestros, ahora convertidos en asesores o facilitadores.
Dividiendo a la República Mexicana en zonas geográficas se decidió iniciar dicho proyecto con un pequeño grupo de universidades piloto, entre las que por cierto, no se incluía a la Universidad Veracruzana (UV). Así, en la Zona Sur-Sureste, en la Universidad Autónoma de Yucatán, concretamente en la Facultad de Educación en Mérida, se abrió el primer centro de auto-acceso y muchos maestros del país asistieron ahí para conocerlo y recibir capacitación.
El Consejo Británico nombró a la Dra. Pat Grounds como responsable del proyecto a nivel nacional. Ella realizó una brillante labor de enlace entre este organismo, la SEP y las autoridades de las universidades participantes, gracias a lo cual, los centros de auto-acceso comenzaron a multiplicarse en todo el país. La base del éxito fue el establecimiento de un convenio tripartita en el que cada uno de los agentes implicados asumió un compromiso: la SEP aportó el equipo y mobiliario (o parte de ellos); el Consejo Británico la capacitación del personal académico y bibliografía; la UV (y cada una de las universidades públicas participantes) proporcionó el espacio físico para ubicar el centro y contrató al personal que laboraría en él.
Contexto local.
La Facultad de Idiomas se encontraba a inicios de 1990 en una etapa de actualización y cambio, bajo la dirección de la Dra. María Magdalena Hernández Alarcón, quien ocupó ese cargo de 1988 a 1995. Fue ella quien solicitó insistentemente ante la SEP y el Consejo Británico que se incluyera a nuestra institución en la primera fase del proyecto, para lo cual era indispensable contar con el apoyo económico de la propia universidad. Para ello hizo las gestiones necesarias, primero ante el Lic. Rafael Hernández Villalpando, Rector de la UV y posteriormente ante su sucesor, el Lic. Emilio Gidi Villareal, obteniendo una respuesta positiva. Gracias a esto, la UV entró en la primera fase del proyecto posicionándose como una de las primeras cinco universidades en contar con un centro de auto-acceso en el país.
Por otra parte, la Mtra. María Teresa Barrera Castillo y la Mtra. María Teresa Madrid Carretero, de la Licenciatura en Lengua Inglesa, al concluir sus estudios de Especialización en enseñanza del Inglés en la Universidad de Yucatán en 1991 presentaron como proyecto final una propuesta para instalar un centro de auto-acceso en la Facultad de Idiomas. Desde ese año hasta 1994, año en que abrió sus puertas el actual CAAFI, ellas se dieron a la tarea de difundir el proyecto y sus bondades en la misma Facultad de Idiomas, además de encargarse de capacitar al personal académico que sería asignado al centro.
No fue una tarea fácil. Hubo que sortear varios obstáculos entre los que podemos citar: en primer lugar, la obtención de los recursos económicos, para lo cual la Dra. Hernández Alarcón con apoyo de varios maestros tramitó un apoyo de FOMES. Después, la falta de un espacio adecuado en las instalaciones de la Unidad de Humanidades, pues se disponía únicamente de dos aulas, las cuales resultaban insuficientes e inapropiadas. Con una visión a futuro de los alcances que podría tener el Centro de Auto-Acceso, la Mtra. Barrera Castillo propuso utilizar el local de la antigua cafetería de la Unidad, cerrada desde hacía varios años; para ello, la Dra. Hernández Alarcón debió negociar con los directores de las otras facultades, pues éste era un espacio común. Uno de los argumentos de mayor peso fue el que este centro sería para beneficio de todas las carreras de Humanidades, no solamente para Idiomas y así ha sido en efecto. Finalmente y quizá uno de los obstáculos más difíciles, el desconocimiento de las implicaciones del auto-aprendizaje y del funcionamiento y objetivos de un centro de auto-acceso, que generaba desconfianza hacia un proyecto tan novedoso, no sólo por parte de algunas autoridades, sino por parte de algunos académicos de la misma Facultad de Idiomas.
Venciendo estos y otros retos y después de un periodo de transición en el que el Laboratorio de la Facultad de Idiomas empezó de alguna manera a realizar las funciones y actividades de un centro de auto-acceso, éste fue ubicado en el espacio remodelado de la antigua cafetería, siendo inaugurado el 2 de mayo de 1994.
María Eugenia Cano Oliver
Maestra de la Licenciatura en Lengua Francesa de la Facultad de Idiomas.
Asesora del CAAFI. Centros de Auto-Acceso de Lenguas Extranjeras en México: Directorio Descriptivo, Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras UNAM, Proyecto PAPIME, México, D.F. Entrevista a la Mtra. María Teresa Barrera Castillo y a la Mtra. María Teresa Madrid Carretero el 23 de marzo de 2006
