MVZ. María Fernanda Alvarez Velazquez
Dr. Juan Carlos Serio Silva
Casi todos, quienes alguna vez hemos estado en un jardín, hemos tenido la curiosidad de probar a que sabe el pasto, ¿verdad? Si tu respuesta fue sí, y te has atrevido a ello, seguramente coincidimos en que la sensación al paladar que provoca puede ser poco agradable, y el sabor que identificaste al masticarlo está definido por los adjetivos astringente y/o amargo. Pero, aunque quizás no lo sepas, esta sensación de rechazo por nuestras glándulas gustativas al identificar un sabor tan desagradable es consecuencia de una carrera en el transcurso de la evolución donde las plantas han desarrollado estrategias adaptativas para evitar ser comidas, mientras que los animales buscan como obtener el máximo de beneficio nutricional de ellas al intentar ingerirlas promoviendo en sus cuerpos adaptaciones fisiológicas o anatómicas. Uno de los muchos ejemplos de esta “competencia amistosa” sería la forma en la que muchos vertebrados derivaron en mejorar su sistema masticatorio con molares mas poderosos para triturar con mas precisión a las plantas que deseaban ingerir y con ello a las notables cantidades de celulosa, hemicelulosa y lignina que poseen los vegetales. Mientras que, por el otro lado, a nivel estructural las plantas hicieron crecer también barreras físicas como es el caso de tricomas, pelos y espinas con lo que los vertebrados e invertebrados, aunque estuvieran “muertos de antojo” estarían pensando la mejor forma de aprovecharlos sin ser mayor el costo que el beneficio.
Aunado esto, la confrontación fue mucho más allá que en las partes externas o de primer contacto tanto de los animales como de las plantas. Los organismos tuvieron una gran audacia para desarrollar estrategias anatómicas, conductuales y fisiológicas que minimizaran los riesgos de que las plantas consumidas les causarán daños, y las especies vegetales lograron imponer numerosas barreras para que no tan fácil fueran consumidas o si lo eran, causar algún efecto negativo que condicionara a los individuos a evitarlos en una futura ocasión. Todo esto plantea una historia “divertida” que ha ido condicionando nuestra relación como humanidad hacia las plantas (incluyendo la flora y la fauna) y a las que continuamente, tanto en nuestra vida cotidiana como humanos, pero también a través de nuestra fauna doméstica y los animales silvestres que conviven en nuestra vida diaria, siempre damos por hecho que es una relación muy amistosa.
Sin embargo, al interior del mundo vegetal, las cosas no se han quedado demasiado quietas. Particularmente, resulta muy interesante saber que las plantas producen una gran variedad de compuestos orgánicos, de los cuales, la gran mayoría pareciera no intervenir en procesos primarios dentro de su organismo. A este tipo de compuestos químicos se les llama metabolitos secundarios de las plantas (MSP), y dentro de todos ellos, son los taninos los más ampliamente estudiados debido a su importancia ecológica. Estos taninos, al ser consumidos se unen a las proteínas de la dieta, provocando suprecipitación y evitando su absorción en el tracto gastrointestinal. También los taninos inhiben enzimas gastrointestinales, reducen la fertilidad y masa corporal, disminuyen la descendencia, y principalmente generan una sensación de astringencia al paladar. Esta última característica mencionada y que se hace notar cada vez que una planta trata de ser consumida, y significa en esencia, la primera barrera de protección en contra de la herbivoría.
Y a todo esto ahora te preguntaras ¿Cómo es que esta sensación de astringencia es provocada en el paladar? Pues todo comienza en la saliva, ya que en ésta podemos encontrar unas proteínas llamadas “proteínas con afinidad a taninos”. La unión tanino-proteína provoca la irritación de la mucosa oral, y con ello, es más notable la sensación táctil de astringencia. Pero no crean que es tan solo eso, varias investigaciones han demostrado que estas proteínas salivales incluso evitan la unión de los taninos con las proteínas dietarías, promoviendo un mejor aprovechamiento del alimento que es consumido por el individuo.
Pero independientemente de esta carrera evolutiva entre las plantas que tratan de evitar ser comidas contra los animales que desean comerlas, existen otros factores que influyen en esta relación íntima. Como es bien sabido, desafortunadamente el hábitat natural de varias especies de animales herbívoros se encuentra fragmentado y gravemente alterado, provocando como uno de sus muchos efectos una disminución en la disponibilidad y calidad del alimento que existe en ellos. Es por esta razón que identificar los factores nutricionales y anti-nutricionales que participan en la selección y consumo de la dieta de animales herbívoros silvestres es muy importante para comprender su comportamiento alimentario y poder predecir su respuesta ante cambios drásticos de la calidad de su hábitat y que sin duda, puede relacionarse con la calidad de la dieta.
Es con base en lo anterior que, gracias a preguntas sencillas como ¿Por qué el pasto nos sabe amargo? podemos reflexionar de manera breve y comprender algunos de los aspectos que condicionan a los animales en la seleccionan de su dieta, incluyéndose además el caracterizar cómo estos compuestos químicos provocan efectos dañinos en los animales que los consumen. Así que este mundo nos mantiene aún ocultos muchos secretos, por lo que hay que seguir cuestionándose sobre todo lo que sucede a nuestro alrededor, ya que, sin duda, podemos llegar a descubrir cosas realmente impresionantes. Todos somos científicos en potencia a diferentes escalas, donde la posibilidad de preguntarnos aspectos de los fenómenos naturales hace que vayamos progresando en la obtención de nuevo conocimiento, y que mejor que en este caso tan sensible para la vida cotidiana como es la selección del alimento.
Grupo de Estudios Transdisciplinarios en Primatología- Instituto de Ecología AC (INECOL)- Xalapa, Veracruz, México
E.mail: mariafernanda.alvarezvelaz@gmail.com