Raúl Álvarez*
Los espacios naturales deben considerarse en las cuentas del crecimiento económico, no como obstáculos a éste, sino como elementos que van a permitir el desarrollo sustentable de la región.
El triángulo que se forma entre Veracruz puerto, la capital Xalapa y el cinturón industrial Córdoba–Orizaba en la región central del estado de Veracruz, reviste especial importancia en tres aspectos sensibles para el desarrollo regional: i) concentra la mayor infraestructura económica, ii) la mayor densidad de población y iii) contiene todavía importantes remanentes de vegetación medianamente conservada en su territorio terrestre y en una porción considerable del territorio marino, en los arrecifes que se desarrollan frente a las costas del Puerto de Veracruz.
En términos ambientales se sabe que existe una conexión muy estrecha entre la alta y media montaña con el mar. En aras del desarrollo muchas veces esto se desestima o se omite, sin reconocer que los efectos negativos aguas arriba van a tener impactos directos sobre la parte baja de la cuenca y que, aunque esto es más difícil de visualizar, los efectos negativos sobre los ecosistemas de costa y marinos repercuten en la capacidad del sistema para regular los fenómenos meteorológicos, cada vez más violentos e impredecibles, que a su vez acaban impactando en la parte alta de la cuenca, estableciéndose así una situación de deterioro acumulativo que debilita la capacidad del territorio para sostener las actividades económicas y el bienestar de la gente, derivando en una progresiva vulnerabilidad de las ciudades y peor calidad de vida para sus habitantes.
Si, como se dijo más arriba, existe una conexión entre la montaña y el mar, es ahora de la mayor relevancia reconocer entre todos esta condición y tomar acciones que permitan rescatar y conservar los espacios naturales que aún se tienen y considerarlos en las cuentas del crecimiento económico, no como obstáculos a éste, sino como elementos que van a permitir el desarrollo sustentable de la región.
Bosque saludable
En la parte alta de la sierra, en las cabeceras de las cuencas Antigua y Jamapa, existen dos parques nacionales administrados por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP): el Parque Nacional Cofre de Perote (PNCP) y el Parque Nacional Pico de Orizaba (PNPO); asimismo, en la desembocadura del río Jamapa se encuentra el Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano (PNSAV). La CONANP y sus aliados de la sociedad civil, las empresas y la población asentadas dentro y en las inmediaciones de las áreas naturales protegidas, realizan importantes esfuerzos para la conservación de estos espacios, obteniendo grandes logros mediante el ordenamiento y adecuación de las actividades productivas, la protección de los recursos naturales existentes y la restauración ambiental de aquellos espacios que así lo requieren. Debe tenerse presente que, en términos de agua, de estas cuencas depende el abasto de 2.5 millones de personas de los estados de Puebla y Veracruz. El total del suministro del vital líquido que se consume en las ciudades de Xalapa y Veracruz depende de la salud de los bosques y suelos de las cuencas altas de los ríos Antigua y Jamapa.
En las cuencas altas, dentro de los parques nacionales PNCP y PNPO, a la fecha se ha cubierto casi completamente el total de la superficie que requería ser reforestada, complementando el establecimiento de los árboles con obras de conservación del suelo que retienen e infiltran el agua de lluvia, dejándola disponible para el nuevo bosque y para el consumo de pueblos y ciudades. La plantación de más de siete millones de nuevos árboles, todos ellos de especies nativas de la montaña, fue acompañada de acciones de protección contra el fuego y el pastoreo, así como acciones de mantenimiento como podas de formación e incluso fertilización en algunos casos. El compromiso de la gente de las comunidades con la conservación es evidente, se ha logrado más del 80% de prendimiento en lugares de muy alta siniestralidad, ya sea por el clima extremo, heladas, sequías, alta radiación ultravioleta, fuertes vientos o por las presiones sociales que, desafortunadamente, todavía subsisten en algunas áreas donde la tala inmoderada o el libre pastoreo benefician a unas pocas familias, no necesariamente humildes.
En estos esfuerzos se han involucrado muchas personas e instituciones, más de 40 grupos comunitarios, empresas privadas, instituciones federales y del estado, así como organismos de la sociedad civil, todos uniendo esfuerzos para el rescate de las montañas. Los bosques de ahora son un mosaico de árboles jóvenes y adultos que, junto con las hierbas y arbustos del sotobosque, conforman el zacatonal de altura y los bosques de pino y oyamel que soportan más de 640 especies de plantas vasculares, 190 especies de aves, 21 especies de mamíferos y un número todavía no cuantificado, pero que se estima grande, de reptiles, anfibios, hongos y otras plantas como los musgos y líquenes que dan cuenta de un bosque sano, vigoroso, cuyos procesos ecosistémicos se han recuperado, razón por la cual la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) lo reconoce como el mayor macizo montañoso del país, donde tienen contacto las zonas tropicales húmedas del Este, templadas del Norte y semiáridas del Oeste.
Manejo integrado
Si bien es cierto que los esfuerzos de conservación en las áreas naturales protegidas administradas por la CONANP entregan buenas cuentas ambientales, es necesario remarcar que se está incidiendo únicamente en el nacimiento y salida al mar de las cuencas Antigua y Jamapa, esfuerzo que tendría alcances muy modestos si no fuera por las acciones que llevan a cabo en el territorio otras agrupaciones como el Fondo Golfo de México A.C., el Consejo Civil para la Silvicultura Sostenible A.C., Senderos y Encuentros para un Desarrollo Autónomo Sustentable (SENDAS) A.C., Consultora para el Desarrollo Rural y Ordenamiento Ambiental (CEDRO) S.A., las organizaciones pertenecientes a la Coalición de Organizaciones de la Bioregión Jamapa-Antigua (COBIJA) y otras más, todas ellas con excelentes modelos de buen manejo de suelos, aprovechamiento sustentable de bosques, plantaciones forestales diversificadas, ganadería tecnificada, UMAs de venados y otras especies de vida silvestre, truticultura, apicultura, meliponicultura, diversificación del agroecosistema café y producción agrícola de bajo impacto ambiental que están ayudando a tender lazos para lograr un manejo integrado del paisaje de esta región.
La articulación de estos esfuerzos puede sentar la vía para lograr un desarrollo económico que tome en cuenta la capacidad de carga del sistema, controlando los impactos negativos y potenciando aquellos ejemplos de buen uso de los recursos naturales de tal suerte que, si se considera al desarrollo humano como el incremento y búsqueda de la calidad de vida, sea posible alcanzar el desarrollo sustentable y armónico. De esta manera, la conservación y buen uso de la naturaleza se convierten en aliados del crecimiento, pues van a permitir y resguardar el desarrollo sustentable de la región.
*Agrónomo por la UAM, con maestría en Manejo del Recurso Forestal por la UV.
Correo: lraul.alvarez@hotmail.com
Edición: Eliseo Hernández Gutiérrez
Ilustración: Francisco J. Cobos Prior
Dir. de Comunicación de la Ciencia, UV
dcc@uv.mx