Francisco Sosa Cemé*
Te has preguntado ¿qué es la antropología? o ¿para qué nos sirve? Pues bien, en las siguientes líneas haremos un breve viaje que nos ayudará a responder estas preguntas. No está de más mencionar que la antropología debe su nombre a los vocablos griegos “anthropos”, que significa hombre (humano) y “logos”, traducido como conocimiento o estudio; en pocas palabras, podemos decir que la antropología es el estudio del ser humano. Ahora sí, ya contamos con la base, empecemos la aventura.
Para entender la antropología es importante viajar un poco en la historia; remontémonos a esa época llena de viajeros y exploradores, personas fascinadas por lo exótico y el descubrimiento, románticos coleccionistas de lo estrafalario y saqueadores de artefactos. Puede que ellos hayan sido los primeros vestigios de lo que más tarde sería una ciencia.
Los frailes, como fray Bernardino de Sahagún, al llegar a América y encontrarse con el nuevo mundo, una vida ajena, comenzaron a registrar lo que observaban. De ese modo se realizó uno de los primeros trabajos de etnografía, al describir con fidelidad la vida cotidiana de los nativos. En este punto de la historia no existía una disciplina formal, pero el espíritu del antropólogo ya estaba ahí.
En el siglo XIX, en específico el año 1859, cuando se publicó uno de los trabajos científicos que más polémica ha causado a lo largo de la historia, “El origen de las especies” por Charles Darwin. Surgió la primera corriente del pensamiento antropológico, la antropología evolucionista, la cual tuvo gran influencia entre los pensadores de esa época.
En este momento de la historia se buscaban más las discrepancias entre los diferentes grupos humanos, contrastes basados en los cambios evolutivos. Puede que esta haya sido una de las etapas más controversiales, pues estos conocimientos sirvieron para justificar la empresa de conquista y esclavitud de las potencias europeas.
A finales del siglo XIX y entrando al siglo XX, fue una época que nos trajo grandes avances en cuanto a ciencia y sociedad, como la llegada de la electricidad a las ciudades, el vuelo espacial, el descubrimiento de los antibióticos, así como conflictos tales como la Primera y Segunda Guerra Mundial. Para este momento, la antropología dejaba de lado las teorías evolucionistas y se enfocaba no solo en las diferencias, sino en entenderlas, para comprender por qué los humanos actúan de una forma u otra, por qué somos lo que somos y cómo hemos llegado a ser así. Surgen grandes figuras como Franz Boas y Bronislaw Malinowski. A este último se le atribuye la creación del método por excelencia en la antropología, llamado etnografía. Resultado de su trabajo en campo en las islas Trobiand, en Nueva Guinea y publicado en su libro “Los argonautas del Pacífico occidental”.
Con Malinowski y con Boas se fundan las primeras escuelas formales de antropología, que ya en el siglo XX es considerada una ciencia. Pero ¿por qué el trabajo de Malinowski es tan importante? La respuesta tiene que ver con el método etnográfico, que consiste en la observación y descripción al participar de las actividades cotidianas de un grupo social. Esto provocó un cambio radical en la forma en cómo los antropólogos recogían la información y permitió un mejor análisis del comportamiento.
Lo importante en la etnografía es la presencia del investigador en el lugar, el “estar allí” y formar parte de las actividades del otro, considerarse a sí mismo una herramienta para recabar los datos. Puedo decir que esto es una de las partes más románticas de la antropología, pero díganme si no es necesario ser romántico para comprender a los demás.
El estudio del ser humano es una labor complicada, debido a la complejidad y variedad de sus actividades y pensamientos. Durante el transcurso de la historia, los grupos humanos han generado diversas formas de ver el mundo y entender la realidad, todo esto dependiendo del lugar y momento en la historia en donde se encuentren. A estas formas de pensar y actuar se les ha llamado “cultura”. Y a esto se dedica un antropólogo, a estudiar las manifestaciones culturales para entender al ser humano.
No existe una cultura mejor que otra, así como tampoco se puede tener más o menos cultura, pero esta reflexión solo se logró a partir de años de trabajo en el ámbito antropológico, lo que nos llevó a entender que son las diferencias las que enriquecen nuestra existencia. Ahora nos queda más claro cuál es el trabajo del antropólogo.
¿Para qué sirve un antropólogo? Su función en la sociedad es equivalente a la de un médico o un ingeniero, pues con el estudio de los otros, se construyen conocimientos científicos que sirven para resolver problemas sociales, tales como la intolerancia, el clasismo y racismo.
También sirven para conocer y entender la cultura, el pasado y reforzar la identidad de los pueblos, para que juntos tomemos mejores decisiones que ayuden al crecimiento y a mejorar la vida de las personas.
Los antropólogos ayudan a curar la intolerancia y promover el respeto, también son constructores de puentes de conocimientos entre diferentes grupos humanos.
En la actualidad, los antropólogos trabajan en diferentes áreas, se les puede encontrar involucrados con tecnología, analizando datos, ayudando a construir inteligencias artificiales, en la política, como maestros, investigadores en institutos o promotores de cultura. Realmente el campo laboral es amplio, y es necesario que promovamos esta disciplina para formar profesionistas con enfoque humano y científico.
Si eres una persona con inquietud por saber, con curiosidad, que no se deja convencer por lo que se le ha dicho, que le gusta cuestionar y preguntar, disfruta de coleccionar, tomar fotografías y platicar con otros, quizás dentro de ti se encuentra el espíritu de un antropólogo.
Correo: sosfrancisco@gmail.com
*Estudiante del Diplomado en Comunicación Pública de la Ciencia. 3ra Generación.