- “Trabajar en el campo brinda una sensación placentera y sobre todo de libertad”, afirmó María Toledo Garibaldi, investigadora del Instituto de Ecología, A.C
- “El océano es demandante y encierra riesgos, pero tiene una gran variedad de fauna hermosa”, mencionó Ibiza Martínez Serrano, directora de la Facultad de Biología
Con información de UNIVERSO
Carlos Hugo Hermida Rosales
Fotos: Luis Fernando Fernández
30/01/2024, Xalapa, Ver.- “Cuanto tenía 15 años, la secundaria donde estudié llevó a mi grupo a una práctica de campo a una playa michoacana para que visitáramos anidamientos de tortugas marinas. Yo nunca había conocido un ejemplar, y una de esas noches vi un espécimen de laúd enorme; me senté al lado de ella, lloré, y en ese momento supe que deseaba ser bióloga”, relató Ariadna Rangel Negrín, del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV).
La investigadora compartió que a lo largo de su trayectoria se ha desenvuelto en selvas tropicales, observado árboles inmensos, y disfrutado de un ambiente ajeno a ruidos urbanos, envuelto por los sonidos de la naturaleza.
Ariadna Rangel participó en el conversatorio virtual “Vivir el monte”, organizado por la Dirección de Comunicación de la Ciencia (DCC) en el marco de los festejos del Día del Biólogo y la Bióloga, celebrado a nivel nacional el 25 de enero, pues en este día en 1961, científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional fundaron el Colegio de Biólogos de México.
El evento, en el que expertos de la disciplina citada compartieron sus vivencias en trabajo de campo, fue moderado por María del Socorro Aguilar Cucurachi, titular de la DCC.
En su intervención, María Toledo Garibaldi, investigadora del Instituto de Ecología, A.C. (Inecol), afirmó que le apasiona laborar en entornos naturales porque le brinda una sensación placentera, pero sobre todo de libertad.
Sus proyectos le han llevado a subir volcanes, caminar por la nieve, transitar por el bosque, nadar en ríos de agua helada, y estar en el desierto a pleno sol, antes de presenciar los hermosos atardeceres del ecosistema.
“Las experiencias vividas en cada sitio te marcan y logran que te enamores de los diversos entornos que el planeta Tierra tiene para ofrecernos”, aseguró.
La bióloga manifestó que al desenvolverse en el campo se conecta con las personas de una forma muy distinta a la tradicional, pues surge una camarería especial, y se debe ser un buen integrante para facilitar las actividades de los compañeros.
Jorge Ramos Luna, también del Inecol, mencionó que “el monte atesora historias de coexistencia entre el ser humano y la naturaleza”, que se pueden conocer por medio de la curiosidad, la observación y el cuestionamiento.
El investigador relató que las experiencias más significativas en entornos naturales han sido sus encuentros con vida silvestre, como ver dormir a un oso hormiguero sobre un árbol, al que decidió no despertar para no perturbar su descanso.
“Todo lo que no se halla tan cercano al ser humano lo percibo como el monte y me otorga paz, y no me refiero a lugares muy conservados o ecosistemas prístinos, sino simplemente sitios alejados de zonas urbanas”, expresó.
Finalmente, Ibiza Martínez Serrano, directora de la Facultad de Biología, declaró que los entornos naturales significan un espacio donde se pueden liberar emociones, pues permiten a quien los visita reencontrarse con sus raíces.
Compartió que los proyectos desarrollados en el mar, donde ha vivido desde días con buen clima hasta tormentas, le han dejado mucha experiencia, además de respeto y amor por este hábitat.
“El océano es demandante y sus características particulares encierran riesgos, pero a su vez tiene cosas hermosas como una gran variedad de fauna”, enfatizó.