Eduardo Vázquez Reyes
12/04/19, Xalapa, Ver.- Las clases prácticas de electricidad que su padre le impartía en el taller familiar fueron los primeros acercamientos que Manuel Martínez Morales tuvo con el conocimiento científico y tecnológico. Desde los seis o siete años comenzó a crecer en él –y cada vez más fuerte– el ansia por el conocimiento riguroso, minucioso, exacto, y por la avidez intelectual que siempre lo llevaron a preguntarse –como a aquellos filósofos de la Grecia antigua– el porqué de las cosas.
Junto con su hermano, no faltaba a esas lejanas sesiones en el viejo taller de casa, en Torreón, Coahuila. Hoy las recuerda como el primer estímulo para lo que actualmente conforma su dedicación en la disciplina científica.
Recuerda que en sus primeros años de escolaridad las matemáticas siempre le resultaron sencillas, sobre todo debido a las fórmulas y a las reglas. “Era fácil para mí, pues si entendía las reglas básicas, lo demás salía en automático”. Fueron esas reglas y símbolos abstractos lo que cada día, durante su niñez y posteriormente en su etapa adulta, le hicieron acercarse a la precisión. Ésta fue, ante todo, una búsqueda inalcanzable, pero al mismo tiempo de la mayor gratitud epistemológica.
El actual titular de la Dirección de Comunicación de la Ciencia y director de la revista La Ciencia y el Hombre, así como físico-matemático consolidado a nivel nacional e internacional, platica de sus primeros pasos en lo que considera “la senda del saber, del conocimiento”. Y éste no es otro que el conjunto de aprendizajes que adquirió de su padre y de las enseñanzas de su tío, quien también tuvo una formación científica en las ciencias formales y experimentales.
Fue este último quien fungió como su asesor particular cuando las dudas epistemológicas surgían, aquellas que tenían que ver con el ámbito intelectual, matemático, físico, pero también el que estaba completamente relacionado con la toma de decisiones en cuanto a su educación.
Martínez Morales compartió algunas de sus experiencias de su niñez y adolescencia, pero también relató el paso que dio su vida entre la formación de bachillerato y la universitaria. En ambas, la figura de su tío fue un elemento imprescindible al elegir una actividad intelectual en lugar de otra.
Entre el bachillerato y sus años en la UNAM
Manuel Martínez Morales se inclinó desde muy pequeño por el estudio de aspectos ingenieriles. “Mi pensamiento era práctico, quería resolver problemas y ofrecer soluciones que tuvieran que ver con herramientas que la gente utilizaba en la vida diaria, en su experiencia cotidiana. Por esas razones y porque siempre admiré lo que mi padre hacía en su taller y en otras ocasiones en los lugares a los que le tocaba acudir a reparar algo, opté por seguir el camino de los estudios pertenecientes a la ingeniería, a la electricidad”.
En el bachillerato del Instituto Politécnico Nacional tomó clases de oyente y capturó sus primeras enseñanzas formales de la disciplina que le interesaba. Posteriormente, ingresó a la carrera de Ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para ampliar sus conocimientos y dedicarse a lo que desde tiempo atrás pretendía. “Siempre fui un alumno sobresaliente. De hecho, mis profesores con regularidad me cuestionaban a mí, me preguntaban sobre la resolución de los problemas que estábamos viendo en las sesiones. Quizá porque veían que me apasionaba todo eso y no me costaba trabajo alguno”.
Su camino en esos vericuetos tecnológicos estaba trazado por completo, estatuido para tener un futuro certero en esa línea de investigación. No obstante, un profesor a quien dice recordar con mucho afecto y que hoy en día es considerado para él un buen colega, lo impulsó a dejar la carrera en Ingeniería y cambiarse a la Facultad de Física de la UNAM; sin embargo, la efervescencia del movimiento del 68 y sus repercusiones sociales y políticas fueron un problema para ese objetivo.
El movimiento del 68 desde la mente de un matemático
A Martínez Morales le tocó vivir los primeros meses del conflicto político-social de 1968, incluso llegó a formar parte de algunas comisiones, intentaba entender las razones políticas que habían llevado a la comunidad académica y estudiantil a ese estado. Por tal motivo, se adentró en las lecturas marxistas y de corte social, pero siempre desde la óptica del análisis científico.
“Intentaba explicarme desde la ciencia las razones que habían generado el conflicto. Quise entender cada aspecto, cada matiz. Al final de cuentas, yo era un estudiante que apenas se estaba formando en lo que pretendía. Formé parte de algunos comités, pero sólo informacionales. No estuve como otros compañeros, inmerso en los desalojos, mucho menos en los distintos eventos donde se pudo ver el derramamiento de sangre.”
Comentó que una imagen que le resulta difícil borrar de su mente es cuando en una reunión estudiantil vio llegar a varios de sus compañeros heridos por agresiones por parte del gobierno y de las autoridades policial y militar de aquella época.
Dada esta situación, en la que no se esperaba un panorama totalmente nítido para el sector estudiantil de la UNAM y de algunas otras universidades, sobre todo del Distrito Federal, su padre lo persuadió de regresar al norte del país. Manuel Martínez, un poco atónito por los hechos violentos y los que aún estaban por venir, pero ya se los imaginaba (matanza en Tlatelolco), accedió con la condición de estudiar algo relacionado con las ciencias físico-matemáticas.
El descubrimiento práctico de la lógica y el interés por la divulgación de la ciencia
Al llegar de nueva cuenta a Torreón, decidió trasladarse a San Luis Potosí para comenzar su formación profesional en lo que en los últimos años había despertado en él un interés con gran valor y aprecio: la matemática.
Nuevamente su tío fue el asesor particular y por sus consejos supo delimitar su interés dentro de esta disciplina del conocimiento. “Me supo guiar perfectamente en cada uno de mis argumentos, en cada una de mis ideas. Creo que por eso marqué bien mi camino en los estudios matemáticos de la época”.
Él y otros compañeros solían reunirse en una plaza pública para resolver los ejercicios de sus clases. Por esa época descubrió su interés por los estudios lógicos que consideraba complementos fundamentales para las matemáticas. Aún permanecía en boga, en el bagaje filosófico de la época, el legado del positivismo lógico de Rudolf Carnap, Otto Neurath, Moritz Schlick, así como perspectivas filosóficas que fueron la punta de lanza para estos autores.
Martínez Morales despertó su interés en la lógica clásica por la familiaridad que tenía con los formalismos matemáticos, pero también porque siempre buscó la aplicación de estos recursos abstractos a la realidad concreta. Mencionó que la lógica y la matemática tienen múltiples aplicaciones prácticas y regularmente no se enseña ese enfoque. Él mismo ha realizado algunos estudios con este tipo de dimensiones lógicas y formales.
Con el tiempo, se mudó a la ciudad de Xalapa, donde comenzó con sus actividades de divulgación de la ciencia dentro de la Universidad Veracruzana. Inició con proyectos académicos interdisciplinares, poco después la comunicación de la ciencia abarcó gran parte de sus intereses intelectuales. De esta manera, escribió sus primeros textos para el Diario de Xalapa y para otros espacios dentro de la misma Universidad.
Durante algún periodo fue un colaborador constante para la revista La Ciencia y el Hombre, como parte del Consejo Editorial y escritor. Luego de estas administraciones, con la llegada de Sara Ladrón de Guevara a la Rectoría, Martínez Morales adquirió la titularidad de la Dirección de Comunicación de la Ciencia y la dirección de dicha revista, la cual hasta el día de hoy coordina.
Entre otros de sus trabajos como divulgador se encuentra el suplemento científico El Jarocho Cuántico, plataforma en la que ha congregado a científicos de distintas áreas del conocimiento y donde el objetivo es difundir ciencia con impacto social.
Actualmente, Manuel Martínez Morales trabaja en el diseño de nuevos proyectos e iniciativas tanto académicas y de gestión como de comunicación pública de la ciencia, espera que pronto salgan a la luz para la socialización y apropiación de la ciencia en el estado de Veracruz.