Recuerdos del porvenir
Excavando en silencio, tributo de la UV a 18 arqueólogos inmortales
Celia Álvarez
Los arqueólogos atisban las huellas del pasado en búsqueda de una cabal comprensión del comportamiento humano; al recuperar los vestigios materiales de las culturas pretéritas, nos permiten conocer las raíces de nuestra identidad presente, y valorarlas como herramienta para el futuro. Por su trascendencia, la tarea que desarrollan merece un reconocimiento perenne, mas cuando el homenaje proviene de sus discípulos adquiere un matiz entrañable, como es el caso del libro Excavando en silencio. Los arqueólogos de ayer, editado por la Universidad Veracruzana (UV).
“Los arqueólogos siempre andamos buscando muertos, hablando de muertos, explicando a los muertos. Con este libro queremos homenajear a nuestros propios muertos: arqueólogos que abrieron brecha en el territorio veracruzano. Surgió a partir de una convocatoria a los académicos y alumnos de la UV para escribir breves notas en memoria de quienes excavaron el subsuelo de Veracruz buscando vestigios que nos expliquen. No están todos, pero al menos se ofrece un recuento de grandes hombres y mujeres que también anduvieron buscando, explicando y homenajeando a los muertos”, indica Sara Ladrón de Guevara, directora del Museo de Antropología de Xalapa, coordinadora de la publicación junto con Lourdes Budar y Roberto Lunagómez, académicos de la Facultad de Antropología.
El libro contiene las semblanzas de 18 arqueólogos cuya memoria debe perdurar en la conciencia colectiva por los alcances de su labor. La lista inicia con el xalapeño Ramón Arellanos Melgarejo (1943-2002), pionero de la arqueología subacuática en el estado y el país, a quien Gibránn Becerra Álvarez atribuye en su artículo un incansable espíritu de investigación, y continúa con el cordobés Francisco Beverido Pereau (1917-1997), quien “hizo de los olmecas la estirpe de su ascendencia”, según lo afirma Sara Ladrón de Guevara en el texto que dedica al descubridor de varios monumentos como la cabeza colosal número 7.
Lourdes Budar habla del danés Frans Blom (1893-1963), quien efectuó un minucioso registro de medio centenar de sitios veracruzanos; Yamile Lira López detalla la biografía del alemán Jürgen Brüggemann (1942-2004), quien dirigió la investigación y restauración de El Tajín, contribuyendo de manera significativa al conocimiento de las antiguas culturas veracruzanas; Alicia Luján Delgadillo rememora las enseñanzas de su maestro, el michoacano José Corona Núñez (1906-2002), dentro y fuera del aula, además de enumerar las obras escritas que dejó como legado; Maura Ordóñez y Mauricio Cuevas dan cuenta del trabajo realizado por la naolinqueña Ana Bertha Cuevas Meza (1927-1978), en quien reconocen a una precursora, pues la profesión era ejercida en su época mayoritariamente por varones, y Rocío Vera Flores alude a otra dama que hizo aportaciones de gran valor al quehacer arqueológico estatal y nacional, Beatriz de la Fuente (1929-2005), originaria de la Ciudad de México.
En su oportunidad, Roberto Lunagómez Reyes exhibe los méritos del estadounidense Phillip Drucker (1911-1982), considerado el pionero de las exploraciones arqueológicas en la Costa del Golfo de México; Álvaro Brizuela Absalón expone los logros del zacatecano José García Payón (1896-1977), cuyas numerosas temporadas de campo dieron como resultado notables aportes en torno a la historia cultural de El Tajín y de las antiguas culturas que florecieron en el actual territorio veracruzano, e Ixchel Fuentes Reyes cita las investigaciones realizadas por la alemana Waltraud Hangert (1921-1986), quien tomó parte en la fundación de la Facultad de Antropología de la UV.
Richard Diehl efectúa una “semblanza amistosa” de Paula Homberger Krotser (1913-1985) y George Raymond Krotser (1904-2000), una pareja estadounidense que participó en varias temporadas de campo en El Tajín y se integró al Proyecto Río Chiquito, entre otras labores relevantes; Sergio Vázquez Zárate abunda en la biografía del prestigioso arqueólogo Alfonso Medellín Zenil (1925-1986), oriundo de Chicontepec, quien fuera gestor y director del Museo, el Instituto y la actual Facultad de Antropología de la UV, mientras que Tania Pérez Chávez y Erick Chiquito Cortés recuerdan a Juan Sánchez Bonilla (1935-2006), quien participó en la renovación del Museo de Antropología de Xalapa y en sobresalientes proyectos dentro de la arqueología veracruzana, como en los sitios Las Higueras y El Tajín, donde se enfocó en la restauración y conservación de la pintura mural.
En la parte final del libro, que se halla a disposición del público lector en el Museo de Antropología y en la sede de la Editorial de la UV, en Hidalgo 9, aparecen las semblanzas del neoyorquino William Sanders (1926-2008), escrita por Carl Wendt; de su compatriota Robert Stanley (1953-2006), a quien Phillip J. Arnold III define como el Homo economicus por haber seguido la pista de las antiguas redes de intercambio, los sistemas de mercado y la producción de bienes a lo largo y ancho de la Mesoamérica precolombina; de los también estadounidenses Matthew Williams Stirling (1896-1975) y Marion Stirling (1911-2001), pareja emblemática de la arqueología olmeca a la que todavía se recuerda en San Lorenzo Tenochtitlán como “don Mateo y doña Mariana”; la del precursor alemán Hermann Strebel (1834-1914), firmada por Annick Daneels, y por último la del tampiqueño Roberto Williams (1925-2008), cuya trayectoria describe ampliamente Sara Ladrón de Guevara en un sustancioso artículo.
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