Universidad Veracruzana

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AMBIENTE PAI – Número 8: 5

 


Núm. 8
(ago-dic 2021)

 

El agua en la península de Yucatán, un recurso con alta vulnerabilidad

 

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El agua en la península de Yucatán, un recurso con alta vulnerabilidad

 

Mónica Chávez Guzmán1
1Unidad de Ciencias Sociales-CIR, Universidad Autónoma de Yucatán
*mailto:monica.chavez@correo.uady.mx

Palabras clave: contaminación, aguas subterráneas, consciencia

 


 

Mucho se comenta en los medios de comunicación acerca de la seguridad y la calidad de vida en Yucatán y, efectivamente, la abundancia del agua con la que se cuenta, la tranquilidad en la que se vive, entre otras cosas, instan a mexicanos y a extranjeros a vivir y a invertir en Yucatán. Sin embargo, el crecimiento poblacional y las actividades humanas sin control amenazan de manera creciente a los recursos naturales de la región, como el agua, y se arriesga la garantía de un futuro adecuado para sus habitantes.

Empecemos por comentar que en la península de Yucatán no hay ríos superficiales porque su plataforma se encuentra conformada por rocas carbonatadas de gran permeabilidad, que permiten el paso de las lluvias, y también de otros líquidos derramados en su superficie. El flujo del agua subterránea se desplaza desde el centro de la península hacia las costas, a través de conductos que se encuentran comunicados entre sí, de tal manera que los contaminantes vertidos en un lugar afectan a otros varios más en su camino.

Cenote Guayas, Yucatán (Carlos Alcérreca, 2017).

 

Numerosos habitantes de la región tiran basura en los afloramientos del agua subterránea, denominados cenotes, y ahí dirigen sus aguas negras, al igual que a las fisuras del suelo, así como a los pozos y las escasas lagunas, principalmente temporales. La mayoría de ellos no saben, o no quieren aceptar, que sus desechos contaminan el agua que utilizan cotidianamente, incluso aquella para beber, pues ni el agua clorada a la que tienen acceso la mayor parte de las comunidades, ni la que es purificada y vendida por las industrias, logran limpiarla de todos los elementos dañinos.

El municipio de Mérida alberga casi el 43% de la población del estado[1] y cuenta con un acuífero abundante, el cual, sin embargo, se encuentra en riesgo por el acelerado crecimiento urbano y sus desechos contaminantes. Anteriormente se preveía un incremento aproximado en la demanda de extracción del agua para abastecer a 5834 habitantes en el 2030, con un grado de aumento moderado del índice de presión sobre el recurso [2]. Sin embargo, parece posible que el requerimiento aumente exponencialmente por la acelerada inmigración de personas, de acuerdo con las observaciones de los últimos años.

Hay que tomar en cuenta que se espera que los megaproyectos impliquen un requerimiento mayor de agua. Por ejemplo, con la operación del tren Maya se espera una demanda diaria de 50 700 pasajeros para 2023 y de 139 600 para el 2033, aproximadamente [A], y lo más delicado es la esperada generación de polos de desarrollo en la península, que aún no han sido especificados [5] Mientras que numerosas agencias inmobiliarias venden terrenos cubiertos de vegetación, de manera acelerada y sin control, sin tomar en cuenta sus importantes funciones en el ciclo del agua y su limpieza. Además, la construcción de grandes edificios departamentales incrementa los desechos vertidos al manto acuífero sin conciencia ciudadana, y sin una regulación gubernamental que controle las tendencias desordenadas de crecimiento y las emisiones de contaminantes.

La mayoría de los asentamientos humanos carece de tratamiento de las aguas residuales, pues, en el mejor de los casos, las viviendas sólo cuentan con fosas sépticas. También es grave la mala disposición de lodos de las fosas al ser saneadas, mientras que las aguas del drenaje pluvial arrastran los contaminantes de la superficie al agua subterránea [1].

Son igualmente dañinas las descargas de las industrias, en particular la porcícola, la pecuaria y la avícola, así como las aguas generadas por la nixtamalización del maíz de las tortillerías. Por su parte, los fertilizantes, los agroquímicos y la disposición inadecuada de los residuos sólidos a cielo abierto incorporan elementos muy peligrosos para la salud de los seres humanos y de la vida en general [1].

El empleo de productos para la limpieza, los aceites de cocina, el riego de amplios jardines y campos de golf, y las fugas de hidrocarburos de los vehículos automotores son otros problemas, mientras que la extracción excesiva del agua en las costas ha favorecido la intrusión salina, al igual que el incremento en el nivel del mar, ocasionado por el fenómeno del cambio climático [2].

Estudios recientes en Yucatán reportan niveles alarmantes de plaguicidas en el agua, varios prohibidos a nivel internacional por su toxicidad, además de arsénico, plomo, cadmio, mercurio y níquel, entre otros contaminantes que en algunos casos superan los valores permisibles de las Normas Oficiales Mexicanas, lo que representa un grave riesgo para la salud humana. Incluso los investigadores señalan que estos plaguicidas pueden estar asociados a varios tipos de cáncer que afectan al aparato reproductivo femenino y masculino, malformaciones congénitas, afectaciones en el sistema nervioso central y muerte fetal e infantil, entre otros males [6].

Consideraciones finales

En la actualidad, Yucatán enfrenta una problemática creciente en sus mantos acuíferos que requiere de atención inmediata, y que es compartida por los tres estados de la península de Yucatán, cada uno con sus tendencias particulares.

Los retos permanecen ocultos porque es difícil percibir el incremento en la contaminación en las aguas subterráneas. Sin embargo, lejos de tomar conciencia y acciones para disminuir las actividades humanas, que ya presentan muestras claras sobre los límites en la capacidad de carga de los desechos humanos, se fomenta el desarrollo acelerado de megaproyectos, que encuentran en la región una panacea hídrica pensando que es una fuente inagotable.

Es evidente el notable aumento en la presión sobre los servicios de agua y las descargas de aguas negras que enfrentaremos en un futuro cercano, por lo que es indispensable la toma de medidas que minimicen el impacto, con la instalación de plantas de tratamiento de aguas negras, una disposición adecuada de los desechos y el restablecimiento de la cobertura vegetal.

También es necesario un programa estratégico de educación ambiental que genere conciencia en la ciudadanía y guíe las maneras de participación de todos los sectores para la protección del agua, con un enérgico compromiso de los tres niveles de gobierno y de los empresarios, entre otros actores, para hacer cumplir las normas establecidas por parte de todos sus habitantes.

Es conveniente que los tres estados de la península tomen acuerdos y trabajen conjuntamente en los objetivos, estrategias y programas a largo plazo, para la conservación del acuífero que comparten. Recordemos que las perspectivas de sostenibilidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a la cual pertenece México, marcan el compromiso de “satisfacer las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”, objetivo que solamente puede ser alcanzado con el equilibrio de los factores económicos, sociopolíticos y ecológico-ambientales que se encuentran en juego [3].

El avance de los objetivos internacionales en la Declaración del Milenio del año 2000, de la ONU, podrían verse reflejados en el crecimiento de la red de agua potable, pero falta mucho por hacer para cumplir con las metas en torno a los derechos humanos para que todos sus habitantes puedan contar con agua de manera suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible en todos sus sectores sociales. En particular, respecto al saneamiento en la región, con una adecuada disposición y tratamiento de los desechos.

 
 

Referencias

1 Batllori E. (2017). Condiciones actuales del agua subterránea en la península de Yucatán. En; Chávez, M. El manejo del agua a través del tiempo en la península de Yucatán, pp. 201-225. Fundación Gonzalo Río Arronte, CCPY y UCS-CIR, UADY, SEDUMA.

2 CONAGUA, SEMARNAT. (2018). Estadísticas del agua en México. Comisión Nacional del Agua, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

3 Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). (2013) Forest and water. International momentum and action.

4 INEGI (2020). Cuéntame INEGI. Información de México (página web) http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/yuc/poblacion/default.aspx

5 FONATUR (2020). Tren Maya. Manifestación de impacto ambiental Fase 1. Gobierno de México.

6 Polanco Á., Árcega F. y Araujo, J. (2017). Perspectivas de la contaminación del acuífero en Yucatán, México: plaguicidas y metales pesados. En: Heredia M. y colab., Las ciencias biomédicas y las sociales: abriendo brecha en la península de Yucatán, pp. 119-140. CIR, UADY.

 
 


ANúmero prospectivo tomado a partir de la demanda de personas diarias por modo de origen (es decir, que emplean autobuses y colectivos).

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